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Cuento lírico

Cuento lírico. Había una vez, un planeta que envejecía, junto a él, cada uno de sus habitantes.

Los árboles perdieron sus hojas. Las flores dejaron de abrirse. Los animales optaron por abandonarse al eterno letargo y aquellos llamados hombres, lucían barbas blancas y con arrugas teñían sus rostros faltos de dentadura, impidiéndoles alimentarse.

El mar, cubierto por una gruesa costra salada. La tierra seca, porque hasta el agua estaba vieja.

La Cordillera, un montículo de escasa altitud y el sol en el mejor de los casos, alumbraba en penumbras. Todo moría, el ocaso tocaba las puertas al mismo tiempo, sin reservas…Parecía ser el último de los anocheceres, porque ni la oscuridad lograba ser completa.

Un anciano, enjuto, de rasgos marcados y ojos secos se puso a rezar, pero nada cambió. Otro, de largos y canos cabellos entonó una canción asemejando un adiós. Apenas, lograba amanecer, en su último esfuerzo el agotado sol.

Fue una mujer de rostro caído y parpados cansados, quien comenzó a recitar los últimos versos prácticamente olvidados en el sepulcro de su memoria. Recitó con los ojos cerrados. Pestañeó, el sol entibiaba sus huesos. A lo lejos, un lirio lila apuntaba al cielo. Lloró de alegría y la tierra humedecida por su llanto comenzó a cobrar vida. Todos la acompañaron en un poema sin autor.

La poesía salvó al mundo, “a ese”, que al olvidarse de ella, obtuvo a cambio el olvido de la vida.

Aprendieron, que la casa del alma vibra y el poeta es el eco de la naturaleza. El auténtico instinto de supervivencia.

Fin

Cuento para reflexionar sugerido para jóvenes y adultos.

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