En los Andes peruanos, Tito, un joven artesano, disfruta de la vida tranquila de su pueblo, donde el festival anual del Juego de Gayado es el evento más esperado. Tito es conocido por su habilidad para tallar figuras de madera, pero cuando misteriosamente desaparece, su fiel compañera, una inteligente alpaca llamada Umayuq, toma la iniciativa de buscarlo. Umayuq recorre el pueblo, se adentra en los secretos de la tierra y el cielo, y descubre que el misterio de la desaparición de Tito podría estar relacionado con algo mucho más profundo y antiguo.
"Una alpaca detective", el cuento con temas andinos de la escritora Rossana Favero Karunaratna resultó finalista del Concurso de Cuentos Infantiles organizado por el ICPNA-Instituto Cultural Peruano-Norteamericano en 2022.
Una alpaca detective
En medio de los andes peruanos, hay un lugar donde cada año los vecinos participan muy contentos en un juego muy antiguo.
¡Es el juego de gayado!
Todos se organizan en equipos, usando bastones hechos de troncos de árboles y una pelota hecha por ellos mismos. Gana el equipo que lleva la bola hacia el lado contrario.
Tito ha estado en el equipo ganador varias veces y siempre se siente muy entusiasmado.
Además del gayado, a Tito le encanta tallar figuras de madera. Sus padres le habían enseñado todos los pasos y secretos para hacer distintos objetos. Un día hizo un caballo de madera tan bonito que causó mucha admiración. Eso fue un gran motivo de orgullo para la familia.
Sus padres ya no estaban, y la tristeza había acompañado a Tito por muchos meses hasta que un día notó la presencia de una alpaca que se acercaba a su casa.
iLa visita de la alpaca devolvió la sonrisa a Tito!
Todos en el pueblo ya los conocían como Tito y la alpaca, andando siempre juntos por la mañana.
Pero un día algo inesperado sucedió.
Cuando faltaba casi una semana para el festival, Tito no estaba por ningún lado. El asunto es que Tito no estaba en su casa.
Simplemente había desaparecido.
Un grupo de vecinos, los encargados de organizar el festival y el juego de Gayado fue a visitarlo para coordinar la formación de los equipos pero se encontraron solamente con la alpaquita que lucía muy confundida y triste.
— Alpaquita, ¿dónde está Tito? —preguntaron.
La alpaca los miraba triste sin poder responder.
— Habrá que esperarlo… —comentó uno de los vecinos.
Esperaron casi una hora pero Tito nunca llegó.
— Regresaremos mañana. Seguro ha tenido algo urgente que hacer —determinaron y se
alejaron.
La alpaca pensaba lo contrario.
Ella, más que nadie, había visitado la casa y al taller de Tito todos los días y sentía que pasaba algo raro.
— Tito nunca ha hecho algo así. Algo debe haber pasado —pensó la alpaca.
Entonces decidió buscarlo.
¿Y cómo se llamaba la alpaca?
El nombre de la alpaca era Umayuq.
En quechua, la palabra Umayuq significa “de cabeza grande o gran inteligencia”.
Como su nombre lo indicaba, Umayuq era una alpaca muy sabia y estaba convencida de que ella encontraría a Tito a tiempo para el festival y descifraría el misterio de su desaparición.
Umayuq vio que el arcoíris brillaba en el cielo, anunciando la salida del sol y eso era como un presagio de buena fortuna.
Umayuq se dirigió entonces a aquel lado del campo de donde usualmente veía aparecer a Tito durante las mañanas. Lo llamó varias veces e inclusive se acercó al riachuelo que se encontraba cerca de aquella zona.
Nada.
Al día siguiente, Umayuq pidió ayuda a sus amigas alpacas y a las palomas que volaron muy muy alto para ayudar a encontrar a Tito. Tito siempre llevaba un sombrero de color amarillo así que de repente sería fácil ubicarlo, pero… nada.
Umayuq regresó muy triste.
Más tarde, se encontró con otros animales. Una llama le preguntó si quería ayuda y un colibrí le pidió que le contara más detalles de Tito para poder averiguar con otras aves. La llamita y el colibrí exploraron los alrededores mientras Umayuq iba de vuelta a la casa de Tito a ver si había regresado. Pero todo fue en vano.
Umayuq decidió buscar dentro del pueblo; de repente su amigo andaba por ahí porque a Tito le gustaba observar lo que ocurría a su alrededor. De esos paseos sacaba ideas para sus figuras talladas.
De repente pensó que sería una buena idea explorar primero lugares concurridos.
¿Cuáles?
Luego de pensar detenidamente, Umayuq escogió tres lugares: el mercado, la iglesia
y la plaza principal.
En el mercado la gente andaba muy ocupada. Querían ayudar pero no podían dejar de dedicarse a sus actividades. El festival se acercaba y la chicha de maíz debía estar lista. Todos comentaban que Tito iba a regresar ya.
En la iglesia la gente oraba por muchas cosas. Les extrañó ver a la alpaquita dentro de la iglesia pero entendieron que buscaba Tito pero estaban muy ocupados pidiendo lo que querían para el nuevo año y para la nueva cosecha.
En la plaza se encontraban el vendedor de globos y el fotógrafo así que todos, muy entretenidos, esperaban su turno para tomarse una gran foto. Todos pensaban en Tito pero creían que ya iba a aparecer.
Fue entonces que Umayuq decidió visitar la estación porque de repente Tito había salido de viaje. Esa idea tampoco resultó.
Luego de varias horas de búsqueda de aquí para allá, Umayuq sintió mucha sed y se alejó buscando un riachuelo.
Allí vio una anciana limpiando el lugar.
— ¡Alpaquita linda! Ven aquí. Te veo muy cansada. Esta agüita está fresca. Descansa.
— ¡Muchas gracias! —respondió Umayuq, procediendo a calmar su sed.
La anciana no la había visto por ese lugar así que le preguntó si se había perdido.
— Alpaquita, te veo muy desanimada. ¿Te ha pasado algo? ¿Has perdido tu camino?
— Ay, señora linda —contestó Umayuk—. Estoy buscando a nuestro amigo Tito. Ha desaparecido misteriosamente y aunque lo he buscado no he conseguido dar con él. ¿Sabe algo?
La anciana había escuchado con atención.
— ¿Tito perdido? Eso es muy raro. Tito conoce todos los caminos y además es muy cumplido. ¿Por dónde lo has buscado?
— Ay, señora… Lo he buscado en el mercado, en la iglesia, en la plaza y por todos los caminos. Le he preguntado a la gente, a mis amigos, y nadie lo ha visto. Es como si hubiera desaparecido.
— ¿Por casualidad no has pensado en preguntar al cóndor, a la serpiente y al puma que andan cerca de aquí?
— ¿Usted cree que sepan algo?
— Recuerda que nuestros mundos son tres. Tú has estado moviéndote en dos de ellos solamente, el cielo y la tierra.
— ¿Son tres?
— ¡Si!
La anciana preparó comida y llenó un tazón de agua. Mientras iba recuperando sus fuerzas, Umayuq la escuchaba con atención.
— En los Andes decimos que nuestro mundo en realidad está formado por tres dimensiones.
— Suena confuso, comentó Umayuq.
— Parece, pero no lo es. Y nos ayuda a comprender más la naturaleza, y amar nuestra tierra.
— El mundo de arriba es el cielo, luego tenemos el mundo de la tierra —en el cual estamos— y el mundo de abajo, donde todo sigue una vida diferente.
— Creo que debes preguntar no solo al cóndor y al puma sino también a la serpiente. Ellos son los guardianes y protectores de los tres mundos y seguro que conocen el paradero de Tito. Ellos lo saben todo.
Ahora Umayuq entendía mejor todo y las conexiones que existen entre todos los seres, los animales, la naturaleza, el cielo, los humanos. Todo se sentía realmente maravilloso; mágico.
— ¿Ves ese camino? —le indicó la anciana—. Anda en esa dirección y repite estas palabras para que los guardianes te encuentren —le dijo la anciana.
— ¿Está segura que resultará? —preguntó Umayuq confusa.
— No dudes, no guardes esos pensamientos en tu corazón. Repite estas palabras que voy a decirte al oído y sigue por esa ruta. Todo irá bien. Esas palabras me las enseñó mi madre —respondió la anciana.
En cuanto pudo, Umayuq hizo lo que le aconsejó la anciana.
Cuando llegó a la mitad del camino, repitió las palabras que le había confiado la anciana.
Todo sucedió como le había dicho.
Los guardianes de los mundos, acudieron a su llamado.
El cóndor, el guardián del cielo fue el primero en responder.
— Querida alpaquita, no lo he visto. No sientas tristeza en tu corazón. Eres muy valiente y lograrás encontrarlo.
Luego, fue el puma, el guardián de la tierra el que habló.
— Tito no se encuentra en mi mundo, que es el tuyo. Seguramente la serpiente te podrá dar la información que tanto buscas.
Efectivamente, fue la serpiente quien pudo darle la respuesta esperada.
— Alpaquita tan querida, el mundo subterráneo necesitaba luz, alegría y energía por eso mi mundo pidió apoyo Tito, para que nos ayude a organizar un festival como el de ustedes, el del juego del Gayado Q’asuy. Hace tiempo que el olvido ha invadido nuestros espíritus y nuestro mundo se ha desconectado de todo lo que significa nuestro planeta.
— Tito llegó y nos contó historias, sus alegrías y también sus penas y nos enseñó a jugar gayado lo que fue muy divertido. Talló unos bastones y una esfera rápidamente. Sus manos de artesano son increíbles. En unas horas él regresará con todo lo que ustedes necesitan. Todo saldrá bien. Si quieres puedes venir conmigo y verlo. Pero tienes que tener cuidado porque el camino está hecho de laberintos. No te alejes de mí; además un perrito nos guiará.
La alpaquita escuchaba todo sin poder creerlo, pero en verdad eran tres mundos como se dijo siempre desde el tiempo de los Incas.
— Gracias guardián Serpiente. En verdad quiero ir contigo pero antes quisiera despedirme de la anciana que me ayudó a encontrarlos —dijo Umayuq.
— En verdad tienes un buen corazón. Ve. Te esperaré aquí. No te preocupes, no te perderás —le dijo la serpiente emocionada.
Luego de despedirse de la anciana, Umayuq volvió donde la serpiente, y juntos se fueron caminando por una ruta oculta, un desvío del camino inca que nunca había visto.
Luego de una hora el paisaje había cambiado como por arte de magia; allí estaba su viejo amigo.
Umayuq estalló de alegría, cuando vio a Tito disfrutando de un juego entre todas las criaturas de aquel mundo que estaban muy felices.
TIto al verla se alegró mucho y se emocionó cuando conoció todo lo que la alpaca había hecho para encontrarlo y comprobar que estaba bien.
— Este mundo es importante y lo hemos olvidado. Sembramos y cultivamos pero es mucho más que eso. En este mundo se sienten las fuerzas de la creación, de quienes ya no vemos pero continúan con nosotros, como la vida que se renueva todos los días. Es el mundo de las semillas, de la esperanza.
— Cuando mis padres me hablaban de las tradiciones, siempre me decían que recordara los tres mundos. Hay que cuidar la naturaleza porque todos somos parte de ella.
— Los seres de este mundo se sentían olvidados y cuando me pidieron apoyo, me dijeron que querían jugar. Inmediatamente acepté.
Al terminar el juego, los dos decidieron regresar al pueblo. Tito llevaba en su bolsa, una pelota especial para el festival, perfectamente tallada.
— ¿Sabes, Umayuq? En un rato libre mientras estaba en ese lugar, me puse a tallarla y sentí tanto amor por nuestra tierra, por la naturaleza, que todo me ha salido perfecto. Antes me hubiera preocupado solo por las medidas, pero ahora también por el amor que hay que poner en lo que haces. Es el mismo amor que has demostrado al buscarme y no cesar en tu determinación para encontrarme.
Esa tarde, Umayuq y Tito regresaron al pueblo. En realidad los vecinos nunca conocieron la historia y que fue Umayuq quien encontró a Tito para asegurarse que estaba bien y que todo quedara listo para el juego del Gayado Qásuy o “Hockey Inca”. Todos pensaron que Tito simplemente había regresado luego de tallar la pelota para el juego y que todo estaba bien.
Las alpacas, las llamas, las aves del lugar fueron las que los recibieron saltando y bailando durante todo el día.
¡El misterio había sido resuelto!
¡Viva Umayuq! repetían.
En el pueblo ya la vida continuaba normalmente.
En el mercado la gente siguió comprando los alimentos necesarios para la fiesta, en la Iglesia la gente siguió orando por sus deseos y en la plaza el fotógrafo y el vendedor de globos estaban muy ocupados tomando fotos.
Umayuq pasó la noche en la casa de Tito que le dio de comer y le preparó un lugar para descansar de la agitada jornada.
Al día siguiente los vecinos llegaron porque ya sabían que Tito estaba de vuelta y querían coordinar lo necesario. Y se sorprendieron con esa pelota que parecía mágica. Aquel juego del gayado fue diferente porque todos percibían como que había una fuerza especial en cada jugada, cada pase, cada grito de entusiasmo y amistad.
¡Fue un año mágico para todos!
Fin.
"Una alpaca detective" es un cuento de la escritora Rosanna Favero-Karunaratna © Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial sin la expresa autorización de su autor.
¿Qué es el juego de Gayado?
El Gayado es un juego tradicional de origen inca que se practica en algunas comunidades andinas, como Coya y Quiquijana en el Perú. Es similar al hockey, pero con características culturales únicas. El juego enfrenta a dos equipos que representan diferentes comunidades o barrios. Los jugadores usan palos con forma de bastón para dirigir una pelota hecha de madera hacia la meta del equipo contrario. Cada equipo tiene su propio color distintivo para diferenciarse: por ejemplo, en Coya, los jugadores de una comunidad visten trajes azules, mientras que los del equipo rival usan trajes rojos.
El Gayado Q'asuy, como se conoce en Quiquijana, se juega durante la primera semana de enero y está profundamente arraigado en las tradiciones locales, incluyendo rituales de bendición antes del partido y una conexión con la Pacha Mama (Madre Tierra). El juego no solo es un deporte, sino que también tiene un significado ritual, ya que se cree que el resultado puede influir en la prosperidad agrícola del año.
Además de ser un deporte competitivo, el Gayado es un evento social importante, que culmina con una celebración donde se comparte comida y bebida tradicional como la chicha de jora, una bebida fermentada principalmente consumida en Perú, Bolivia y Ecuador, su preparación se compone principalmente de maíz malteado.
Sobre Rossana Favero-Karunaratna
Rossana Favero-Karunaratna es una abogada con una sólida formación académica, con títulos de prestigiosas universidades en el Reino Unido, EE. UU. y España. Su carrera abarca roles variados, desde abogada hasta activista en temas de género y derechos humanos.
Ha trabajado en cuestiones de violencia contra las mujeres y derechos reproductivos, además de ser autora y defensora de los derechos de las mujeres en Perú y Sri Lanka. Rossana también participó en informes internacionales y colaboró con organizaciones como CLADEM e IOCU. Su compromiso con los derechos de las mujeres es notable.
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