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MARCOS CUADROS, de vocación pintor. Capítulo III

Cuentos infantiles para pensar.

MARCOS CUADROS, de vocación pintor es uno de los cuentos infantiles para pensar de la escritora Liana Castello. Cuento para niños a partir de nueve años.

Capítulo III

Cuando Marcos nació se desató la polémica en la familia, pues como tenía rasgos de su madre y de su padre, nadie sabía a ciencia cierta a cuál de los dos se parecía. No sé por qué extraña razón las personas grandes necesitan que los niños se parezcan a alguien, como si eso les otorgase algún beneficio.

Unos decían que se parecía a Julieta pues tenía pecas y no se equivocaban, otros decían que era igual a Alvaro pues tenía el cabello oscuro y tampoco se equivocaban. Con el tiempo ambas familias se conformaron pues vieron con alegría que el niño era la mezcla más bella que pudiera haber habido entre dos personas y no sólo físicamente.

Marquitos era un niño prolijo como su padre y con una gran imaginación, como su madre. Era muy hábil para hacer cuentas, como su padre y amante de la naturaleza como su madre.

Era muy bueno en matemáticas, pero también lo era ayudando a Julieta en el jardín.

Había aprendido a usar la regla T y le encantaba conversar con las plantas, como a su mamá.

-Ten cuidado con lo que le prometes a las plantas-le dijo un día su padre.

-Ten cuidado con lo que le prometas a cualquiera-intervino su madre-las promesas se hacen para cumplir.

Marquitos no entendió qué tenían que ver las plantas con las promesas, pero creció sabiendo que la palabra vale y que hay que cumplir con ella.

Aquello que tanto había temido Alvaro, había sucedido algunas veces. Marquitos había recibido alguna que otra burla en el colegio debido a su nombre y apellido, pero había crecido tan seguro de sí mismo, que no le había importado.

Un día dijo a sus padres:

-Me gustaría pintar

-¿Paredes?-preguntó su padre.

-No, pinturas, cuadros-respondió muy seguro Marquitos.

-¿Cuándo seas grande dices?-preguntó su madre.

-Para cuando sea grande falta mucho, yo quiero pintar ahora, cuando sea grande veré qué quiero hacer-respondió el niño dejando mudos a sus padres.

-¿Y por qué quieres pintar? ¿Tiene algo que ver con tu nombre y tu apellido? Dilo no hay problema, pero no debes sentirte obligado a pintar sólo porque te llamas como te llamas hijo. ¿Te han dicho que debes pintar? ¿Te sientes obligado a hacerlo porque te llamas Marcos Cuadros? Dime hijo dime-insistía una y otra vez Alvaro.

Marquitos no entendía de qué se estaba lamentando su padre y qué podía tener que ver el nombre con el que uno nace para hacer lo que uno quiere. Muchas veces, los niños parecen más maduros que los grandes.

-Quiero pintar, estoy seguro y quisiera pintar aunque me llamase Antonio o Apolinario.

Alvaro suspiró aliviado, Julieta se sentía feliz. Su hijo quería ser artista, quería pintar, quería ensuciarse las manos con los más bellos colores, quería dar vida a lienzos blancos y vacíos.

La decisión del niño provocó diferentes reacciones en la familia:

-¿No es muy pequeño para pintar?-preguntó la tía gorda

-¡Pobre madre, cómo le dejará la ropa! –se lamentó la tía flaca.

-Le pediré que me haga un retrato-dijo la abuela de Julieta.

-No sea egoísta mujer-contestó el abuelo de Alvaro-que pinte un cuadro de toda la familia.

Más allá de los comentarios, todos estaban contentos y entusiasmados esperando ya la primera exposición que hiciera Marquitos, lo cual era un tanto desmesurado para el momento, pero a veces el amor también es así, desmedido y exagerado.

Y sin perder tiempo, Julieta, Alvaro y su hijo pusieron manos a la obra. Compraron pinceles de diferentes grosores y tamaños. Acuarelas, óleos y acrílicos, un caballete donde colocar los lienzos y muchos lápices negros y gomas de borrar.

-Primero te convendrá dibujar con exactitud aquello que quieras pintar-aconsejó su padre.

-Luego colocarle los más bellos colores-indicó su madre.

-¿No debería ir a alguna escuela de arte?-preguntó Alvaro.

-Déjalo que pinte libremente-sugirió Julieta-ya habrá tiempo para eso.

Desocuparon una habitación donde guardaban cosas viejas, y armaron allí un bello atelier donde Marquitos puso todos sus elementos de pintura y ahí comenzó a soñar con pinceles y colores.

Continuará…

Todos los derechos reservados por Liana Castello

MARCOS CUADROS, de vocación pintor es uno de los cuentos infantiles para pensar de la escritora Liana Castello. Cuento para niños a partir de nueve años.

Capítulo II

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