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Una pregunta capciosa

Una pregunta capciosa ¿Cómo saber quién te observa? , Preguntó Miss Caroline, la maestra Rusa que hablaba con un fuerte acento extranjero el español y quien pocas veces, nos hacía preguntas.

No pude saber qué pensaron mis compañeros, tampoco facilitaron alguna respuesta y al parecer Miss Caroline no la esperaba, por el contrario utilizó la pregunta para hablar del cosmos, el universo, la posibilidad de investigar y creer en una galaxia con otro lugar habitado.

¡Qué pregunta tan poderosa! ¿Cómo podía continuar hablando de todo esto? ¡Cuando surgían tantas respuestas!

En ese microsegundo de realidad vi a algunos de mis compañeros bajar rápidamente la mirada, fijarla en la silla, los zapatos y algunos se dedicaron a hacer girar el lápiz entre sus dedos como si así, la mirada o el nombre de ellos se borrara por esta clase de la mente de la profesora y estuvieran de una u otra forma protegidos.

Fue pintoresca la escena y ya que estar en la primera fila de asientos solo me mantenía en el foco visual de mi profe, no decidí escudarme en mi lápiz sino que decidí reflexionar sobre su pregunta. Empecé por pensar en las respuestas de mis compañeros, tal vez algunos pensaban en escenas de persecución de la serie orphan black u otra parecida dónde las protagonistas descubren que han sido un experimento de clonación y todo el tiempo su vida fue observada; o pensaron en el chico-monitor, como Carlos quien reclama semanalmente los ensayos de proyecto internacional desde el salón hasta el pasillo del restaurante, como un claro, un clarísimo ejemplo de persona perseguidora o ¡en mamás! Repitiendo en la mañana mientras caminan hábilmente detrás de tus zapatos – parece ser que el uniforme solo nosotros lo llevábamos bien puesto.

Yo también por un momento pensé en las anteriores posibilidades de persecución, aunque la misma pregunta -¿Cómo saber quién te observa? ¡Me alteró como nada y todo! A hoy jueves a punto de terminar colegio, con un buen par de notas en parciales de matemáticas y en expo de geografía, cuando la maestra ya no esperaba mi respuesta … Yo sabia quien me observaba:

“La chica que levita” –pensé y experimenté eso que deben sentir las personas que huyen del miedo, de la posibilidad de ser observado sin tener el control para evitarlo… Mi estomago y tal vez mis piernas y en conjunto con ellos, mis pulmones, sintieron un vacío dentro y detrás de mí, similar al que se siente cuando se cae al vacío solo imaginando que es lo peor y a la vez tan emocionante, así llegaron de momento solo con una pregunta de Miss Caroline los recuerdos sobre esa misteriosa chica que apareció el martes.

Ella estaba sentada sobre el barandal lleno de cayenas y hojas de buey, el mismo barandal de ladrillos que todos saben es infranqueable, alto como lo es un muro con casi siete metros del suelo al cielo, sin salientes para sostener el peso del cuerpo o saltar a la calle o viceversa y ahora, ante mis ojos, era totalmente conquistado por ella que sin necesidad de hablarme para intentar conocerme, saber que callaba o que era parte de mi y aferraba secretamente, me pilló empujando la pared con todas mis fuerzas como una forma de calmar mi ansiedad antes de un parcial difícil como iba a serlo el ultimo examen de química.

El martes estuve mirándola con la boca totalmente descolgada por la sorpresa a punto de atorarme con mi propio aliento y ella, solo volvió su mirada al libro de… lo que fuera, mientras yo a pesar de ser quien podía preguntarle cómo estaba aquí sin uniforme (poco relevante en esta situación aunque aun mas extraño porque este colegio esta lejos incluso de la entrada a la ciudad y otras escuelas) sin escalera, sin zapatos pelados por haber escalado la pared de ladrillo

Lograba estar ahí, lograba mirarme tan quieto que debí parecerle una estatua similar a los pensadores del jardín y solo pude observar que me observaba.

Extrañamente supe que ella sabia que de muy mala gana, deseaba que las clases terminaran antes de que papá alcanzara a gestionar su permiso para estar conmigo en la exposición de dibujos a lápiz y a la vez, ante mi mirada externa y esa mirada hacia adentro con tus pensamientos, los que quise compartirle aun cuando no era el mas hábil para hablar de ellos con mis compañeros o mi hermana menor, la vi saltar hacia la calle sin escuchar un sonido de caída dolorosa o fuerte que hasta ahora y por ahora me hacen pensar en la respuesta del cuestionamiento de Miss Caroline: se que alguien mas me puede ver.

Fin
Cuento fantástico sugerido para adolescentes.

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