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Fantasías de Alejandro y sus amigos los chimpancés. A partir de ese momento se encontró en la selva subido a un árbol.

Por Bernabé Galán Sánchez. Cuentos infantiles de fantasías

Fantasías de Alejandro y sus amigos los chimpancés es un cuento infantil de aventuras y fantasía 😁, como ya nos tiene acostumbrados su autor, Bernabé Galán Sánchez y que según el mismo nos cuenta, seguramente lo habrá escrito para sus nietos.

«Ahora ya estoy jubilado y he comenzado a escribirles cuentos a mis nietos y en ellos mezclo a mi experiencia y vivencias como médico de pueblo con sus ilusiones que vierto en unas líneas que les entretienen».

Bernabé Galán Sánchez

Es una historia corta pero divertida para los más pequeños pero, por qué no, para leer toda la familia.

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Fantasías de Alejandro y sus amigos los chimpancés

Cuando aquella tarde Alejandro salió de clase se dirigió a su casa que se encontraba a poca distancia del colegio. Por el camino observó cómo una señora le estaba siguiendo. Como él era muy valiente, se volvió y se dirigió a ella. Era una mujer mayor con una nariz muy grande y con verrugas. Un ojo era de color blanco y el otro azul. Iba muy despeinada, llevaba un oscuro vestido sucio, viejo y remendado y le faltaban varios dientes, lo que la afeaba aún más.

– «Buenas tardes señora. ¿Qué es lo que quiere? ¿Por qué me está siguiendo?» –le decía mirándola fijamente a los ojos.

Mujer mayor con fea nariz grande y verrugas

La fea señora no le contestó. Mostró una sonrisa muy amplia y maligna, enseñando los pocos dientes que le quedaban. De pronto comenzó a hablarle moviendo su mano derecha y señalándole con el dedo índice, pronunciando estas palabras que el niño no entendió:

– «¡¡Casiyú foliastímon nanomono mononano convertirobin selvaticum arbolarum tak!!»

A partir de ese momento, Alejandro se transformó en un chimpancé y se encontró en la selva, subido en la copa de un gigantesco árbol rodeado de otros monos como él, que eran sus hermanos.

El entendía lo que le decían. Lo pasaban muy bien saltando de rama en rama y de árbol a árbol, agarrados a las lianas que colgaban de los mismos. Era la manera que tenían para desplazarse. Cuando tenían hambre cogían frutas de los árboles o bajaban al suelo a coger fresas que también abundaban en la selva.

Chimpancé Robin
Imagen de William Murphy

Así pasaban los días y los chimpancés se entretenían jugando, comiendo, saltando y explorando nuevos territorios. Cada uno tenía un nombre. Alejandro tenía ocho hermanos y en su comuna había otros siete monos que no eran familia.

A nuestro protagonista lo llamaron Robin.

Conociendo los demás que era muy valiente, lo nombraron jefe de la manada y le colocaron sobre su cabeza la corona que había pertenecido al anterior líder. Él comenzó a dirigir la manada y les encomendaba las tareas que tenían que hacer cada día.

Una faena en la que comenzaron pronto a trabajar fue la construcción de una choza en lo alto de un árbol para guarecerse de las inclemencias del tiempo que era muy variable en aquella zona.

Estaban terminando de construir lo que sería su nueva casa cuando oyeron un grito muy fuerte que venía de lejos y se iba oyendo cada vez más cerca. ¿Sería peligroso? Todos se protegieron detrás de Robin quien los tranquilizó, aunque el también estaba muerto de miedo, pero no podía manifestarlo, que para eso era el jefe de la manada.

– «No os preocupéis. Yo os defenderé. Veamos qué es ese ruido».

A la par que el grito, que se repetía, comenzaron a oír ruido de ramas que se movían hasta que de pronto apareció un humano, cogido a una liana que llegó a posarse en el árbol al lado del suyo.

– «Yo soy Tarzán» –dijo aquel hombre en el idioma de los chimpancés.

– «Yo soy Robin y estos son mis hermanos Dayania, Polo, Adira, Beba, Goly, German, Jena y Gus» –le decía mientras señalaba a cada uno-. «Y los demás son nuestros amigos Rod, Karla, Nacho, Ary, Corie, Pit y Gloria«.

– «Os habéis retirado mucho de vuestro territorio y os habéis introducido en otro muy peligroso. Os he venido observando y veo que habéis hecho una casa para quedaros aquí. Os advierto que corréis peligro».

– «No nos hemos dado cuenta. Hemos salido a explorar otros lugares y nos ha gustado este. Por eso hemos decidido quedarnos aquí».

– «Os digo que en este lugar corréis peligro. Hay muchos animales que no os conocen y os pueden hacer daño. A mí me respetan porque soy su Rey».

– «¿Y si nos hacemos tus amigos, nos respetarán también?»

– «Sí y no os harán daño. Pero para ser mis amigos tenéis que ayudarme a mantener la selva limpia y a cuidar a los animales que estén enfermos».

Robin se dirigió a los chimpancés y les preguntó si estaban de acuerdo en ser amigos de Tarzán y ayudarle en todo lo que necesitara.

Todos asintieron y desde aquel momento se encontraron protegidos por el Rey de la Selva.

Continuaron jugando, comiendo y explorando otros territorios, muy contentos por ser amigos de Tarzán. En sus excursiones conocieron el cauce de un hermoso rio con lagos y cascadas en los que se bañaban y duchaban. Tarzán les había advertido que deberían tener mucho cuidado con un cocodrilo viejo que tenía muy mal genio y podía hacerles daño o comerse a alguno de ellos.

Sus amigos los chimpancés

Una de las hermanas de Robin era un poco rebelde y no siempre hacía caso de lo que le decían los mayores. Un día se alejó del grupo y se fue sola al lago a bañarse. Dayania se metió en el agua y comenzó a nadar tranquilamente ajena a los peligros que le rodeaban. Los hermanos se dieron cuenta de su ausencia y comenzaron a buscarla, llamándola insistentemente.

– «¡Dayania! ¡Dayania! ¡Dayania! ¿Dónde estás?».

Nada. No se oía respuesta. Silencio. No había rastro de donde podía haber ido esta chimpancé desobediente.

Llevaban un buen rato buscándola cuando oyeron unos gritos desesperados.

– «¡Socorro, auxilio, socorrooooo! ¡Que me come el cocodrilo! ¡Socorro, ayuuudaaaa!».

El cocodrilo Cascarrabias del que les había hablado Tarzán se había metido en el río y se dirigía hacia ella. Todos los chimpancés cogieron sus lianas y se lanzaron en dirección al lugar de donde procedían las voces. Era Dayania que estaba en peligro. Cuando alcanzaron los árboles de la orilla del río vieron la escena.

El cocodrilo Hasko se aproximaba a ella con malas intenciones.

Robin no lo pensó un segundo y se lanzó al agua desde lo alto del árbol emitiendo un grito imitando a Tarzán. El cocodrilo, al oírlo, se volvió, pero en ese momento nuestro protagonista, que había calculado muy bien el salto, cayó de pie sobre la cabeza del reptil produciéndole tanto dolor que le dejó sin conocimiento.

Robin aprovechó para coger a su hermana y la sacó del río para llevarla a salvo con sus hermanos y amigos. Dayania pidió perdón a todos por haber sido desobediente y haberles dado ese disgusto al haberse alejado de ellos.

Todos aplaudieron a Robin por su heroísmo y por la hazaña que había llevado a cabo y lo cogieron a hombros y de esa manera se dirigieron a la choza que habían construido cuando conocieron a Tarzán. Cuando estaban llegando observaron que bajo el árbol donde estaba la cabaña había cuatro humanos con Tarzán y hablaban con él.

Fantasías de Alejandro y sus amigos los chimpancés - Cuento
Imagen de Afrika Force

– «Tarzán, nos alegramos mucho de haberte encontrado» –comentaba uno de los hombres del grupo.

– «¿Qué buscar humanos en selva?» –respondió Tarzán.

– «Estamos tras la pista de mi hijo Alejandro que desapareció hace dos años. El mismo día que desapareció sus compañeros nos dijeron que lo habían visto hablando con una señora mayor y de mal aspecto y que de buenas a primeras desapareció. Llevamos recorridos muchos países buscándolo y no lo encontramos».

– «Aquí en selva no haber ningún niño» –respondió Tarzán.

– «En la India hemos conocido a Mr. Poupen, que nos acompaña, que es mago y nos ha dicho que ha tenido una aparición en la que ha visto que Alejandro está aquí convertido en chimpancé por una bruja que le aplicó un maleficio».

– «Monos, si haber muchos aquí. Ahí venir monos» -dijo Tarzán señalando al grupo de nuestros amigos que se aproximaba a ellos.

– «Hola Tarzán» –le dijo Robín-. «¿Qué hacen estos humanos aquí?».

– «Estos hombres buscar niño perdido hace dos años lejos de aquí. Ellos decir que se llama Alejandro«.

Al oír aquel nombre Robin se estremeció y se puso muy nervioso sin saber por qué.

Comenzó a moverse de un lado a otro. Mr. Poupen percibió aquella inquietud y se dirigió a él pronunciando unas extrañas palabras en latín a la par que le tocaba el hombro derecho con una varita metálica.

– «Si vos es Alexander etiam Nano quae ego praecipio tibi ut homine facti sunt».

Robin pensó que la varita le iba a golpear haciéndole daño y tan pronto le rozó el hombro dio una voltereta hacia atrás tratándola de evitarla. Al caer al suelo volvió a aproximarse al grupo de sus hermanos y amigos, quienes se iban retirando de él conforme se acercaba a ellos, a la par que los humanos expresaban en sus caras señales de sorpresa exclamando un sonoro ¡ohhh!

Fue en ese momento cuando Robin se dio cuenta de que volvía a ser Alejandro y que de chimpancé se había convertido en humano.

– «¡Papá! ¡Qué alegría tengo de verte!» –decía dirigiéndose a uno de los hombres que tan pronto había visto la transformación de animal a humano corría a abrazarlo.

– «¡Hijo! ¡Por fin te encontramos! ¡Qué felicidad volver a abrazarte! Ahora volveremos a casa y nos explicarás todo lo que te ha ocurrido, contando con que te acuerdes».

RobinAlejandro– se despidió de sus «hermanos» y amigos chimpancés así como de Tarzán a quien invitó a volver la civilización con ellos. El Rey de la Selva lo agradeció pero dijo que prefería continuar allí cuidando de todos los animales y de la naturaleza.

Fin.

Fantasías de Alejandro y sus amigos los chimpancés es un cuento del escritor español Bernabé Galán Sánchez © Todos los derechos reservados.

Sobre Bernabé Galán Sánchez

Bernabé Galán Sánchez - Escritor

Bernabé Galán Sánchez nació en Adamuz (Córdoba) el 4 de Julio de 1952. Estudió bachiller en el Colegio La Salle de Córdoba y la carrera de Medicina en la Universidad de Sevilla, y posteriormente hizo el Doctorado y la Especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria en la Universidad de Córdoba.

«Me llamo Bernabé Galán Sánchez, soy Médico Rural (Médico de Familia o Médico de Cabecera). Me ha gustado escribir desde pequeño, que comencé a llevar un diario (que aún de vez en cuando escribo)».

“Comencé a trabajar en Monturque (Córdoba) donde acabé siendo Alcalde en las primeras elecciones municipales, aunque seguí como médico y sin cobrar una peseta como Alcalde. Allí dejé en marcha muchos proyectos al tenerme que marchar forzosamente a los cinco años y medio, por concurso de traslado como médico a Fuente Palmera (Córdoba) donde permanezco después de más de 40 años.”

“Aunque me jubilé hace casi 8 años he seguido trabajando como médico en el ámbito privado y en 2013 mis compañeros me eligieron Presidente del Colegio Oficial de Médicos de nuestra Provincia, puesto en el que estaré hasta diciembre de este año que finaliza mi segundo y último mandato, de lo que tengo ganas ya para poder dedicar mi tiempo a la familia, y especialmente a mis nietos.”

Otro cuento de fantasía de Bernabé Galán Sánchez

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