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Tiucho en la misa de Ticlacayán

Tiucho en la misa de Ticlacayán es una de las historias religiosas escrita por Giovana Leon Amaro sugerida para toda la familia.

Salí a almorzar en domingo de Ramos y por esas curiosas cosas de la vida tropecé con mi compañero de trabajo. Estábamos por pedir el segundo plato que dicho de paso estaba muy apetitoso, cuando oímos el retumbar de varios cohetes. Yorden a razón de este evento sonríe y se pone a narrar parte de sus costumbres religiosas.

Cuenta que un niño llamado Teodoro pero más conocido en el pueblo como Tiucho, nació con el don de hacer desorden, siempre pero siempre hacía de las suyas, y más en plena misa cuando el cura predicaba las santas escrituras. Jugaba, reía, caminaba y molestaba a las demás personas, en fin era una fichita, su mamá ya se había cansado de corregirlo no entendía, era como dicen ahora ´un caso perdido´.

En Ticlacayán – Pasco, la religión católica es abrazada por la mayoría del pueblo por no decir todos, con un fervor único: “Nadie absolutamente nadie, puede hacer otra cosa que orar, alabar, cantar a Dios, es un momento sagrado; de lo contrario son castigados…” comenta Yorden.

Volvamos a lo de Tiucho, cuando era pequeño se le amedrentaba con el látigo de ortiga (verbena- ortiga que sólo te saca ronchas rojas y arden). Pero lo que le ocurrió a los doce años fue un recuerdo que marcó su vida, incluso contó a sus hijos y nietos hasta el día de hoy. Como siempre estaban en plena faena de fastidiar a los demás, cuando de repente se presentó el verdugo que vestía una sotana negra y llevaba sus tres puntas, lo cogió del cogote y en medio de la santa misa lo azotó en señal del padre, del hijo y del espíritu santo amén, varias veces. Nadie pero nadie podía defenderlo, quedo con tantos moretones de color verde y morado.

La ancianita más viejita del pueblo afirmaba que era una tradición que ocurra este tipo de actos, ya que deberíamos todos ayudar a Jesús con su dolor, un dolor que no se lo había buscado sino por librarnos del pecado, él se sacrificó. En ese momento todo el mundo se puso de pie y con esa fe católica que les envuelve caminaron en fila en dirección del verdugo, para recibir los azotes que eran necesarios para redimirse de sus pecados.
AMÉN

Fin

Tiucho en la misa de Ticlacayán es una de las historias religiosas escrita por Giovana Leon Amaro sugerida para toda la familia.

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