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Lo que significa ser importante en la vida. Luisa Cabero Cabieses. Escritora peruana. Cuentos espirituales.

mother and son

― ¿Por qué estás tan apesadumbrado, Marcos? Tienes todo lo que podría desear un ser humano y sin embargo, casi siempre te veo triste y muy pensativo.

― Sí, madre, pero a veces pienso que no sé ni lo que quiero, todo me aburre y hasta he llegado a pensar para qué vivo si no voy a ser feliz con lo que deseo.

― Lamentablemente, sé que es así, pero tu obstinación al dinero y tus ansias de querer triunfar en la vida a tu manera, ha ocasionado que dejes de escucharme tanto tiempo. Porque yo te hablaba de muchas cosas que si tú las hubieras asimilado en su momento, no estarías cuestionándote tristemente.

― Sí, es verdad madre, y todo lo que me hablabas sonaba muy bonito a mis oídos pero nada me quedaba. Y como siempre, andaba pensando en ser alguien importante en la vida, lo único que me interesaba era cómo hacer para conseguirlo y mira, ya tengo 30 años y mis objetivos no se han cumplido, y por esto cada día que pasa me voy llenando de frustraciones.

― Dime, Marcos, ¿en algún momento has considerado a Dios en tu vida para que todo te saliera como querías?

― Realmente no, ¿pero qué tiene que ver Dios en esto? ¿Tú crees que si pienso en Él todo lo obtendría?

― Por supuesto que sí –le contestó su madre–, y todavía te hubiera dado más de lo que imaginas, ¿y sabes por qué?

― No, no lo sé –le dijo Marcos.

― Es porque hubieras tenido la sabiduría de Dios para que fueran otros tus valores, y aunque no lo creas esto es lo que te hubiese hecho triunfar en la vida sin que te enaltezcas de nada. ¿Y sabes? Dios es el que nos coloca en cargos importantes, para que con la sabiduría de Él podamos conducir a la humanidad en forma satisfactoria y sana. Si no, el hombre qué sentido daría a su vida, si pensara en triunfar sólo para sí mismo y viendo sólo su propio beneficio.

― Bueno –le dijo Marcos–, si se vieran las cosas desde ese punto de vista estaría bien, pero es tan difícil verlo así.

― Así es, hijo, pero no es difícil si cambiaras tus valores, porque por lo que veo no son tus objetivos los que te llenan de frustraciones, sino es tu forma de ser lo que hace que te sientas frustrado, ya que no debes aceptarte ni a ti mismo.

― Tienes razón, madre, porque hay momentos que efectivamente, no me acepto ni a mí mismo, y los conflictos que llevo por dentro hacen que me domine la tristeza.

― Sí, y me imagino cómo te sentirás. ¿Por qué, pues, no comienzas a trabajar en tu persona? Esto te haría mucho mejor ya que con el trabajo personal podrías ir descubriendo muchas cualidades, que harían de ti un gran hombre si comienzas a cultivarlas.

― Eso sí sería bueno, pero cómo hacer para empezar con tal trabajo –le dijo Marcos.

― Bueno, hijo, la voluntad de querer hacer las cosas bien es lo que tendrías que trabajar primero; pero para que pongas todo esto en acción tendrías que hacerte consciente del nuevo estilo de vida que comenzarás a vivir.

― ¿Pero tú crees que podré cambiar si ya tengo 30 años? ¿No será ya muy tarde?

― Hijo mío, para cambiar a una mejor vida el tiempo no cuenta, así que no metas eso en tu cabeza que no te conviene.

― Está bien, madre, trataré de no pensar así, porque de verme que ya estoy envejeciendo y que no he hecho nada por la vida, es lo que me está consumiendo.

― ¿Tú, envejeciendo? Si tienes tantos años por delante, hijo. Dime qué vas a hacer mañana, pues como es domingo de repente podrías pasarlo conmigo, ¿qué te parece?

― Sí, no sería mala idea –le contestó él–, así podríamos seguir conversando sobre estas cosas que quien sabe me hagan cambiar, en lugar de estar buscando algún amigo para matar el tiempo.

― Sí, hijo, y el tiempo es oro y no hay que malgastarlo, mañana nos vemos.

― Sí, madre, nos vemos.

Y, transcurriendo el tiempo, Marcos, gracias a Dios y a su madre, fue cambiando su tonta manera de ser, llena de egoísmo y de otros tantos defectos, hasta que por fin logró lo que ansiaba, el hombre importante que quería ser pero a la manera de Dios, esto lo fue llenando de mucha satisfacción colmando cada día con mucha paz su corazón.

Y, como era de esperar, Marcos llegó a ser un hombre muy feliz, y acompañado de una gran misericordia, pues el cargo que Dios le había dado desde lo alto, iba contemplando las necesidades humanas y fue grande ante los ojos de Dios.

Fin

Obra protegida por el Decreto Ley Nº 822 sobre el derecho de autor del Perú

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