Capítulo II – La primera mentira
En la clase de ciencias naturales, la maestra explicaba lo importante que era dar amor a una mascota y los cuidados que éstas debían tener.
Nicoletta escuchaba atenta todo lo que su maestra decía. Nunca había tenido perro, ni un gato, ni una tortuga, mucho menos un loro, tan siquiera un canario que cantase o no o un hámster que diese vueltas en una ruedita.
La pequeña pensaba, una vez más, qué pena sentía de no tener mascota y qué lindo sería tenerla.
Sabía que su maestra tenía razón y que era sano cuidar a un animal y darle cariño, pero ya había desistido de insistir, sus padres siempre le decían no.
Todos sus compañeros empezaron a contar acerca de sus mascotas, lo que les daban de comer, dónde los llevaban a pasear, que sillón habían destrozado, las palabras que repetían los loros, cómo enterraban los huesos los perritos o lo que tardaban sus tortugas en caminar de una baldosa a otra.
Nicoletta no tenía nada para contar y eso no le gustaba. Se sintió mal no sólo por no tener una mascota, sino porque a Nicoletta le gustaba hablar y eso de no tener nada que decir la ponía de muy mal humor.
| -¿Y tú Nicoletta no tienes mascota? - preguntó la maestra.
-No, no tiene-se adelantó a contestar una niña muy metida.
-¿Y tú que sabes?-Contestó enojada Nicoletta. Si bien la niña metida tenía razón, ella podía contestar solita.
-No no tienes-repitió la compañerita con ganas de molestar-qué triste ¿no? Pobrecita no tienes mascota para cuidar, qué lamentable, una verdadera pena, casi una desgracia diría-vociferaba la desagradable niña que parecía querer seguir hablando el resto del día.
Nicoletta se sintió burlada, la enojó mucho la actitud de la niña metereta. Después de todo ¿qué le importaba a esa desagradable niña si ella tenía o no una mascota? Tenía que hacerla callar de algún modo y el modo que se le ocurrió no fue el mejor.
-Te equivocas, ahora sí tengo mascota. Justo ayer me han regalado un perrito.
-¿En serio? No te creo, siempre has dicho que tus padres no querían que tuvieses un perrito-retrucó la pequeña que seguía con ganas de molestar.
Con más ganas de hacerla callar que nunca, Nicoletta repitió:
-Tengo un perrito hermoso, el más hermoso que se haya visto jamás.
-¿Qué raza es?-preguntó la maestra.
-Eh… bueno es raza… ay no recuerdo en este momento-contestó Nicoletta.
-¿Has perdido la memoria? Justo ayer te lo regalan y ya hoy no recuerdas la raza ¿no es raro?-insistía en fastidiar la compañerita.
-Es que es una raza extranjera, eso es, y no he aprendido a pronunciarla nada más.
-¿Y cómo se llama ese perrito de raza extranjera tan difícil de pronunciar?-preguntó la metida niña.
Nicoletta tenía que pensar rápido, si volvía a dudar, la niña volvería a desconfiar, debía pensar un nombre rápidamente.
-Nico, se llama Nico-respondió Nicoletta.
-¡Vaya que eres original para los nombres!-dijo la compañerita- tú te llamas NIcoletta y a su perrito le pones Nico, ten cuidado tal vez cuando tus padres llamen al perrito irás tú o viceversa.
-Bueno basta niñas, ya es suficiente-dijo la maestra- Me alegro por ti Nicoletta, espero disfrutes de tu perrito y lo cuides muy bien.
Continuará…
Todos los derechos reservados por Liana Castello
Ilustración de Ayelén Romero
Fanpage: Pequeño Mundo Ilustrado - by Ayelen Romero
Cuento sugerido para niños a partir de nueve años
Capítulo I : https://www.encuentos.com/cuentos-de-mentiras/nicoletta-capitulo-i/