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MARCOS CUADROS, de vocación pintor – Capítulo VII

Cuentos infantiles inventados.

MARCOS CUADROS, de vocación pintor es uno de los cuentos infantiles inventados por la escritora Liana Castello. Cuento sugerido para niños a partir de nueve años.

Capítulo VII

Marquitos tenía una tía abuela que se llamaba Elvira. Era una mujer muy buena, pero no tenía un carácter sencillo. Toda su vida había sido directora de escuela y aunque ya estaba jubilada parecía no poder dejar de lado su vocación.

La tía Elvira era justa, recta, pero un poco dura, hasta se podría decir un tanto severa. Otro tema que no era sencillo con la tía era su aspecto. Atrás se había quedado en el tiempo. Usaba siempre un rodete, una larga pollera negra, camisa blanca y un saquito gris, aunque fuera verano. Jamás usaba ropa de colores, cosa que a Julieta la apenaba mucho.

De todos modos, eso no era lo que más preocupaba a toda la familia. La tía parecía siempre enojada. Su gesto era serio y casi nunca sonreía. Equivocadamente creía que ser correctos y hacer las cosas bien eran sinónimos de seriedad, como si sonreír o reír hiciera que las cosas salieran mal, desprolijas o feas.

-Falta poco para el cumpleaños de la tía Elvira-comentó la abuela Emilia en el almuerzo del domingo-¿Qué le podemos regalar?

-Esa mujer es un problema realmente-agregó el abuelo.

-No le gustan los aros, ni los collares, usa siempre ropa del mismo color, nada parece entusiasmarle-comentó Julieta.

-¿Por qué la tía nunca sonríe?-preguntó Marquitos- ¿No es feliz?

-No lo sé, supongo que a su manera lo es, yo creo que no pudo olvidar sus días donde tenía que poner orden en el colegio.-contestó su papá-

-Pero la directora de mi colegio pone orden y sonríe, y si hacemos un chiste se ríe y eso no la hace menos directora-contestó Marquitos.

-Los tiempos han cambiado Marquitos-contestó su abuelo-antes todo era más rígido, había menos comunicación y muchas personas creían que para generar respeto había que ser serios.

-La tía Elvira no pudo olvidar esos días-agregó su abuela- ¿Han visto que cuando nos reunimos todos pretende que tomemos distancia y nos formemos? Nadie lo hace, pero ella estaría contenta si lo hiciéramos.

-Recuerdo una vez que hice un torta que no me salió muy rica y la tía con voz muy seria me dijo “Esta torta merecería una sanción, por hoy pasa, pero la próxima veremos qué decisión tomo”-Comentó riendo Julieta.

-¿Y la vez que me quiso suspender porque llegué tarde a su cumpleaños?-recordó Alvaro.

-Bueno algo debemos regalarle, habrá que seguir pensando-sugirió la abuela.

-¡Ya sé! Le pintaré un cuadro-Dijo Marcos entusiasmado.

-¡Excelente idea pequeño! Tus cuadros son hermosos, eso sí le gustará-dijo su madre.

Cuando regresaron a casa, Marcos pidió a su mamá una foto de la tía Elvira para dibujarla con la exactitud que su papá siempre le decía. Y lo hizo muy bien, pero faltaba un detalle que a Julieta preocupaba especialmente.

-¿Le pintarás la ropa de blanco, negro y gris?-preguntó a su hijo.

-No mami, ya verás, vamos a mostrarle a la tía Elvira cómo podría ser ella “en colores”-contestó Marquitos.

Y así fue que el pequeño respetó en su cuadro la pollera, la camisa y el saquito que siempre vestía la tía, pero los hizo en tonos pasteles y de varios colores. El cuadro se llenó de bellos celestes, rosas, lilas, amarillos tenues, naranjas suaves y lo más importante: dibujó una sonrisa en el rostro de Elvira.

-Esto no va a funcionar-pensó el abuelo.

-Te mandará a la dirección-agregó la abuela.

-¿No será mucho tantos colores y encima la tía sonriendo?-preguntó Alvaro.

-No lo será, ya van a ver, la tía tiene que verse de otra manera, tal vez resulte-contestó esperanzado Marcos.

Llegó el día del cumpleaños de la tía Elvira y todos llegaron puntuales por temor a que les pusiera media falta.

Como siempre, la tía vestía la pollera negra, la camisa blanca y el saquito gris.

Cuando llegó el momento de los regalos, se hizo un silencio que casi casi podía escucharse. Marquitos entregó a Elvira el cuadro envuelto para regalo, la abuela cerró los ojos para no ver la expresión de la tía, el abuelo temblaba un poco y todos, pero todos estaba expectantes de su reacción.

Seria como siempre, Elvira desenvolvió el cuadro y lo observó durante unos minutos que a la familia le parecieron horas.

-¿Soy yo?-preguntó al niño.

-Yo dije que esto no iba a funcionar-dijo por lo bajo el abuelo-ahora la expulsa de la fiesta.

-¡Qué bello cuadro pequeño! Me has hecho más bella, más … ¿Cómo diría?

-¿Colorida y sonriente?-preguntó Marquitos.

-¡Ay mi Dios, este niño no llegará a probar la torta!-Dijo el abuelo más convencido que nunca de que Elvira expulsaría a Marquitos de la fiesta.

Sin embargo, para sorpresa de todos, Elvira le dijo al pequeño:

-Debo reconocer que esta ropa tan colorida no es mi estilo, pero creo que no me quedaría mal probar ¿tú qué dices Marcos?

-Yo digo que los colores te quedarán hermosos tía, pero aún más bonita te quedará la sonrisa que te dibujé. Prueba con otros colores, prueba con sonreír aún sin motivo, verás que nada pierdes, por el contrario, mucho ganas.

La familia entera esperaba una sanción de parte de la tía Elvira, que por suerte nunca llegó. La tía se había visto, tal vez por primera vez, de una manera muy agradable.

Jamás había pensado que podía lucir de esa manera y lo que su sobrino nieto le había dicho no era la primera vez que se lo decían, sin dudas era tiempo de empezar a cambiar.

Para alegría de toda la familia y sobre todo para Elvira, lejos quedaron los grises, negros, el gesto serio y las sanciones. Ahora todos se permitían llegar un poquito tarde a una reunión sin temer una media falta o una expulsión.

Continuará…

Todos los derechos reservados por Liana Castello

MARCOS CUADROS, de vocación pintor es uno de los cuentos infantiles inventados por la escritora Liana Castello. Cuento sugerido para niños a partir de nueve años.

Capítulo VI

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