Cuentos infantiles para reflexionar
MARCOS CUADROS, de vocación pintor es uno de los cuentos infantiles para pensar de la escritora Liana Castello. Cuento para niños a partir de nueve años.
Capítulo II
Las abuelas y bisabuelas querían comenzar a tejer lo antes posible, pero como no sabían si sería niño o niña habían preferido esperar. Alvaro consideró muy prudente la actitud, sin embargo Julieta les dijo que tejieran del color que quisieran, que todos los colores eran bellos y que su hijo o hija apreciaría sin dudas cualquier prenda que hubiese sido hecha con amor.
Cuando llegó el momento de armar el cuarto del bebé, ocurrió algo similar.
-¿No deberíamos esperar a saber si será niño o niña?-Preguntó Alvaro- Digo así sabemos si pintamos de rosa o celeste. O quizás, podríamos pintar de blanco y así no tendríamos ningún tipo de problemas.
-¿Blanco, celeste o rosa? ¿No hay otros colores en el arco iris?-preguntó Julieta- Pintemos de muchos colores. Una pared naranja, otra violeta, otra amarilla. No privemos a nuestro hijo de apreciar todos y cada uno de los colores.
-Yo lo privaría del dolor de cabeza que le dará despertarse es una habitación multicolor ¿No será muy pequeño para tanto colorido? -preguntó Alvaro con su habitual prudencia.
-Nadie es muy pequeño para ser privado de un arco iris y yo quiero un arco iris en su cuarto.
Y así lo hicieron, Julieta se encargó de pintar de bellos colores la habitación. Colocó móviles con flores tejidas al crochet, mariposas hechas con tul y flores de papel.
Mientras tanto, Alvaro tomaba medidas. Colocó la cuna calculando exactamente dónde atravesaba el sol por la ventana para que al niño siempre le diera esa bendita luz.
Compró alfombras para colocar bajo la cuna por si el niño se caía, cosa poco probable porque había asegurado muy bien las barandas de la misma.
Julieta veía crecer su panza e imaginaba a un niño o niña libre, corriendo feliz por el césped, oliendo el aroma de las flores y cantando bajo la lluvia.
Alvaro veía crecer la panza de Julieta e imaginaba un niño o niña estudiando, tomando medidas y haciendo cuentas.
Julieta colocaba macetas con bellas flores en la ventana del cuarto, Alvaro calibraba las luces para que no fuesen muy fuertes y tomaba en cuenta por dónde pasarían las corrientes de aire para que no le afectasen el bebé.
Cada uno a su manera y a su estilo, ponía en el cuarto de su hijo lo mejor de sí y todo el amor que tenían para darle.
Todo era armonía hasta que llegó el momento de decidir cómo se llamaría el niño o la niña.
-Si es niña me gustaría que se llame Justina-dijo Alvaro.
-No me disgusta-comentó Julieta-pero si es niño deberá llamarse Marcos.
-¿Marcos? ¿Por qué Marcos?-preguntó sorprendido Alvaro.
-Es una vieja historia. ¿Has visto que yo les pongo nombre a mis plantas verdad?
-Si, si-contestó Alvaro comenzando a temer aquello que estaba a punto de escuchar.
-Pues bien, siendo yo niña tenía un malvón llamado Marcos. Marcos era el más bello de mis malvones. También estaban Enrique, Juan y Toribio, pero ninguno como Marcos.
Cuando tuvimos que mudarnos, yo no pude llevarme ninguno de mis malvones y tanta pena me dio dejar a Marcos, mí preferido, que le prometí que a mi primer hijo le pondría su nombre.
-¿No estás hablando en serio verdad?-preguntó Alvaro con cara de preocupación.
-Muy en serio, hice una promesa y debo cumplirla.
-¿A un malvón?
-Si a un malvón.
-¿Y tú crees que ese malvón llamado Marcos se ofenderá si se entera que tú no le has puesto su nombre a tu hijo?
-No lo sé, pero la promesa yo la hice y debo cumplirla.
-Escucha Julieta, mi apellido es Cuadros, imagina tú si le ponemos al niño Marcos, será Marcos Cuadros, todos se burlarán de él ¿entiendes? Marcos Cuadros ¡toda una pintura con piernas! Ya imagino a los niños en el colegio “¿Y dónde has dejado el pincel y los óleos Marcos Cuadros? ¿De qué pared quieres ser colgado?, no mujer por favor, no podemos hacerle eso a nuestro hijo.
-Yo no puedo hacerle eso al malvón que me vio crecer y que debe seguir pensando en mí, se lo prometí y no voy a dejar de cumplir mi promesa.
-¡Pero es un malvón Julieta!-Suplicaba Alvaro.
-¡Pero es una promesa Alvaro!-Contestó Julieta y no se habló más.
Los meses que restaban para el nacimiento del bebé, Alvaro pensaba con mucha fuerza en que sería una niña y que se ahorraría el disgusto de ver cómo burlaban a su hijo.
Por su parte, a Julieta le daba lo mismo si era niña o varón, y si era varón muy feliz estaba de no haber decepcionado a su malvón de la infancia.
Y pasado nueves meses, con gran felicidad y mucha salud, nació un niño al que por supuesto llamaron Marcos Cuadros, para alegría de la madre y del malvón sobre todo.
Continuará…
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MARCOS CUADROS, de vocación pintor es uno de los cuentos infantiles para reflexionar de la escritora Liana Castello. Cuento para niños a partir de nueve años.