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El guardián de los sueños - Capítulo IV. Cuentos fantásticos

El guardián de los sueños - Capítulo IV. Cuentos fantásticos

Cuentos fantásticos. Cuentos de aventuras.

Cuento infantil en idioma español sugerido para niños lectores de 9 a 12 años.

Capitulo IV - ¡Un guerrero indefenso!

Un par de murciélagos descomunales habían salido al encuentro del oso, pero éste no les temía, se quitó la pañoleta que tenía atada al cuello y la convirtió en una especie de honda con la que les arrojó algunas rocas para poder quitárselos de encima; el inmenso bosque parecía interminable y en la espesa oscuridad se ocultaban toda clase de obstáculos y criaturas que podían erizarle los pelos a cualquiera, pero no al guardián, quien corría a toda velocidad con un solo pensamiento, llegar con Soleil.

Sin embargo, un destello capturó la atención del guardián, una luz entre los arbustos que lentamente se hacía más débil, el oso escudriñó la escena y escuchó un sollozo lleno de dolor, de inmediato trozó las ramas de los arbustos y entonces descubrió una pequeña criatura cubierta de fango, con las alas rotas y los diminutos brazos llenos de rasguños, el osito pensó que esa criatura era un tanto extraña para ser un ave, pero toda criatura merecía ayuda, en especial si estaba lastimada, así que el guardián puso a la extraña ave en su pañuelo y trepó a un alto árbol donde había un nido de búhos de cara blanca.

- buuhoo –dijo el guardián–

- buuhoo –respondió un enorme y hermoso búho– ¿eres un oso?

- Si, un oso y un guardián

- Buuhoo ¿cómo te llamas?

- Aún no tengo nombre, mi protegida debe escoger mi nombre

- Buuhoo ... comprendo ¿y qué puedo hacer por ti guardián?

- Encontré esta ave lastimada y me preguntaba si podía dejarla contigo

- ¡Buuhoo, buuhoo, buuhoo! ¡esa no es una ave, es un hada!

- ¿un hada? ¿y que hace tan lejos de los bosques mágicos?

- Buuhoo, tal vez se perdió, pero mi familia y yo la cuidaremos, ella sanará ... buuhoo, sabes , han estado pasando cosas extrañas, hay tenebrosas sombras que han cruzado por mi bosque hacia la ciudad, he visto murciélagos enormes y enfurecidos, y tormentas que no tienen explicación ... ¿es por eso que has venido?

- Eso creo, debo llegar cuanto antes con mi protegida, la luna me ha dicho que hay un peligro acechando ¡debo detenerlo!

- Buuhoo ... será más rápido llegar si te llevo en mi lomo.

- ¿Y qué hay del hada?

- Buuhoo, no te preocupes, mi esposa cuidará de ella, en nuestro nido no le pasará nada malo.

- Entonces vámonos señor búho.

El guardián se sujetó fuertemente al gran búho y emprendieron el vuelo.

Desde las alturas el oso pudo ver que las terroríficas sombras se cernían poco a poco sobre la ciudad, dirigiéndose a la casa de Soleil. Aquella oscuridad crecía para apoderarse de todo lo que fuera bueno.

El búho apresuró el vuelo, sin embargo, al irse acercando, las monstruosas presencias comenzaron a rodearlos para detenerlos.

Las terribles visiones que poblaban la oscuridad hacían que el búho quisiera huir a toda prisa a su bosque, al fondo de su nido donde se sentía a salvo, pero el guardián le susurró al oído que no se asustara, que no alimentara al miedo, y llenara su mente con recuerdos hermosos, entonces el guardián posó sus manitas peludas y rechonchas sobre los ojos del búho y como por arte de magia el ave se vio transportado a las bellas tardes de verano cuando sobrevolaba el bosque mientras el ocaso teñía el cielo de incontables colores, y a la mañana de primavera cuando sus queridos polluelos habían comenzado a romper su cascarón, con aquellos recuerdos inundando su mente, el búho voló directamente hacia las sombras y las atravesó.

Las tenebrosas apariciones chillaron de coraje y se retorcieron formando tétricas garras gigantescas que intentaban atrapar al búho en vano, y enfurecidas se apresuraron a entrar en la casa de Soleil.

En la recámara de la niña las paredes parecían gruñir, extraños ruidos emanaban del guardarropas y por debajo de la cama ... la niña quiso levantarse y correr con sus padres, pero al poner sus piecitos desnudos en el piso, sintió que extrañas garras frías y viscosas querían atraparla, entonces estiró su brazo para encender la lámpara, al hacerlo ésta salió volando al otro lado de la habitación, así que Soleil, aterrada, abrazó sus mantas y se cubrió con ellas el rostro esperando que todo fuera un horrible sueño del que despertaría pronto.

El corazón de Soleil latía tan rápido y tan fuerte que pensó que en cualquier momento se le saldría del pecho, pero fue en ese momento, cuando creyó que ya no podría soportar más, que se escuchó el cristal de la ventana romperse, la niña haciendo uso de todo su coraje se destapó la cara y notó que entre las penumbras revoloteaba un búho blanco y montando al ave iba un deslumbrante oso de peluche que para su enorme sorpresa hablaba y recitaba con una voz fuerte, clara y firme unas palabras que ella no comprendía : “Lunare licht, Sun licht, non shatten postare” aquellas palabras hicieron que las sombras retrocedieran y el oso saltó del lomo del búho a la cama de Soleil tomando la linterna que estaba en su buró y con ella apuntó a las sombras que comenzaron a huir en parvada.

Pero repentinamente un par de sombras que acechaban bajo la cama salieron enfurecidas enseñando sus negras fauces a la niña, el búho y el oso; sin embargo el guardián era rápido y cruzó la habitación de un salto para descolgar un espejo que apuntó hacia la ventana donde brillaba la luna llena y reflejó los rayos plateados y puros sobre las sombras, estas se estremecieron convirtiéndose en un fino polvillo que salió volando por la ventana.

Soleil no daba crédito de lo que había presenciado, y aunque había algo acerca del oso que la tranquilizaba, no lograba comprender que estaba sucediendo.

El guardián con calma recogió la lámpara y la encendió, de inmediato subió a la cama de la pequeña y la abrazó.

- tranquila mi niña, no voy a permitir que nada ni nadie te lastime, nada ni nadie te tocará, ni perturbará tus sueños, yo soy tu guardián, he sido mandado por Nani, tu abuela, y voy a resolver esto -la niña tomó lápiz y papel para escribir lo que quería decir, pero el oso la interrumpió y dijo que no había necesidad de eso, pues el podía escuchar sus pensamientos- .

- ¡todo es mi culpa! –pensó la niña– ¡mi abuelita no despierta! ¡mis amigos se han convertido en sombras!

- Nada de esto es tu culpa Soleil –decía el oso con una voz suave y tierna mientras secaba las lágrimas de la pequeña con sus pulgares regordetes- arreglaremos esto juntos, no estás sola.

- ¿Cómo te llamas?

- Tu debes ponerme nombre, y cuando lo hagas nada podrá separarnos.

Soleil pensó y pensó, rebuscando en su cabeza un nombre especial, uno que fuera digno de su guardián ... entonces un sólo nombre vino a ella, se dirigió a la ventana y señaló la estrella más brillante de la constelación de tauro, luego señaló al oso y el guardián lo comprendió, el nombre que Soleil le había elegido era ALDEBARÁN, y como si aquella estrella a tantos años luz de distancia pudiera comprenderlo todo, brilló y titiló más fuerte que antes regalándole al oso sus más hermosos rayos de luz. Acto seguido, el oso tomó las manos de la niña y dijo : “Aldebarán,

Soleil, Soleil, Aldebarán, bajo el resguardo de las estrellas nuestros nombres se unirán, por siempre te juro lealtad, soy tu guardián protector y nada de ti me separará jamás”.

La pequeña abrazó al oso y comenzó a sentir los párpados cansados, todo su cuerpo se sentía lento y pesado como un ancla que cae lentamente en las profundidades del mar, y cerró los ojos para dormir tranquila por primera vez en muchos días, Aldebarán la cubrió cariñosamente con el edredón, le dio un beso en la frente y le pidió al gran búho que se quedara con ellos hasta que amaneciera pues no era seguro volar hasta el bosque aquella noche, el búho, también cansado se posó sobre una repisa y se dispuso a descansar.

Aldebarán tomó un lápiz, le sacó una punta bien afilada y recogió el espejo para usarlo como escudo.

- Duerman tranquilos pequeños –susurró– Aldebarán vigilará sus sueños.

Ni bien acababa de decir aquellas palabras cuando un viento helado entró azotando la ventana, pero el guardián ya estaba listo, la ráfaga giró rápidamente tratando de esquivar al oso pero Aldebarán le cortó el paso con el espejo y la ráfaga se convirtió en un espectro que al ver su horripilante reflejo retrocedió y el oso le metió tremenda estocada con su lápiz, un pedazo de aquel ser se desgarró y atemorizado ante aquel increíble hecho desapareció.

- Buuhoo – ululó el gran búho que aún no estaba del todo dormido– un guardián necesita armas, armas de verdad Aldebarán, no puedes seguir peleando así ¡eres un guardián indefenso!

- Lo sé querido Búho, solo debo resistir hasta el amanecer y entonces buscaré las armas que me ayuden a librar de esas sombras a mi princesa.

El resto de la noche ya no hubo ataques, aunque sí muchos ruidos extraños, pero al menos Soleil había dormido tranquila y eso era todo lo que importaba.

Aldebarán supo que aquellas apariciones no habían llegado sin una razón, habían sido conjuradas ... pero aquel conjuro debía tener algo extraño, pues si una bruja común y corriente las hubiera llamado, ya habrían desaparecido, el guardián necesitaba respuestas, y para ello tendría que buscar el consejo de seres sabios, seres mágicos como los que habitaban en el bosque de las hadas, pero no podía ir sin armas y sobre todo, no podía ir dejando desprotegida a Soleil ...

CONTINUARÁ

Elizabeth Segoviano © Copyright 2013 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Ilustración de Elizabeth Segoviano

Cuento infantil en idioma español sugerido para niños lectores de 9 a 12 años.

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