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Una manito en el fondo del Mar 🐙 ¿No se dan cuenta que algo debemos hacer para ayudar a los peces?

Por Liana Castello. Cuentos educativos.

Una manito en el fondo del Mar es un entretenido cuento educativo sobre algunas cosas que sucede en el fondo del mar y poco conocemos. Parece que entre todos los animalitos que viven en las profundidades marinas se pusieron de acuerdo para ayudar a los amenazados peces de una situación que ponía en peligro sus vidas. Que te parece, ¿lo pudieron lograr? Es un cuento de la escritora Liana Castello cuyo tema principal es la solidaridad.

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Una manito en el fondo del Mar

Una manito en el fondo del mar - Cuento

En un lugar hermoso en el fondo del mar, vive una colonia de animalitos de todas formas, colores y tamaños.

Entre los habitantes de esta colonia están: Confusa, la medusa (se llama así porque es muy despistada y todo lo confunde y olvida); las estrellas de mar (que no iluminan, pero son bonitas igual); los corales «fatales» (que son muy pesimistas y siempre piensan que todo va a salir mal). También el pulpo Tedi Unamano, muy solidario y siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesite y los tiburones burlones, (que nada toman en serio y se la pasaban de jarana).

Una tarde, todo estaba en calma en la colonia marina hasta que Serena, la sirena, llegó desde la superficie muy angustiada y nerviosa.

Todos preguntaron qué pasaba y Serena, entre sollozos, les explicó:

Fui hasta la superficie, cosa que –como todos Uds. saben- hago todos los días para estar al tanto de las novedades, y escuché que un barco con investigadores vendrá hacia aquí en busca de especímenes marinos.

¿Qué son investigadores? -preguntó Confusa– ¿Y especímenes?

Los investigados son personas que visten ropas extrañas, llevan puestos unos tubos negros, se sumergen en el mar y meten mano a cuanto bicho ven,… o sea, nosotros que venimos a ser los especímenes, ¿entendiste?.

Confusa no había entendido mucho, pero no preguntó para no confundirse más.

El comentario de Serena preocupó a muchos. Nadie quería ser sacado de su casa y separado de su familia. Como no sabían bien cuándo vendrían estos señores con cosas raras, ni a qué especies marinas iban a investigar, le pidieron a Serena que subiera una vez más para seguir averiguando.

Mientras tanto, todos se quedaron pensando en qué se podía hacer.

Como ya dijimos, los corales fatales nunca pensaban positivamente y además, tenían una curiosa característica:  siempre hablaban en verso.

Nos sacarán de a uno por vez, seamos pulpo, estrella o pez.

Serena bajó nuevamente y les contó que pudo escuchar que sólo les interesaban los peces y no las otras especies.

Gran parte de la colonia respiró aliviada, no serían sacados de sus casas, no corrían peligro alguno,… ¡incluso más de uno quería festejar!

En cambio los peces se quedaron callados, el miedo empezó a recorrer cada una de sus aletas. Sabían que ellos eran quienes iban a ser pescados y no querían que nadie los arrancase de su lugar.

Tedi Unamano quería ayudar a sus amigos. Empezó a organizar la colaboración de toda la colonia. La situación era grave y había que actuar cuánto antes para ayudar a los pobres peces.

Los tiburones burlones no tomaron muy en serio el peligro, pensaban que Serena exageraba un poco.

Confusa la medusa no terminaba de entender la situación.

Los corales fatales, como siempre, presagiaban los peor:

A todos van a pescar, Y ¡¡nadie se va a salvar!!

Los pececitos al escuchar las palabras de los corales, casi enloquecen del miedo. Estaban muy nerviosos y movían sus aletas de tal manera que parecía que en cualquier momento iban a remontar vuelo.

A los lenguados se les secó la lengua, los gatuzos parecían perritos dando volteretas para morderse la cola, el pez palo se daba la cabeza contra una roca marina, las sardinas buscaban latas donde meterse, todos sin excepción estaban a punto de enloquecer.

Todo era preocupación y miedo, o casi todo. Algunos animalitos, como los corales, al no sentirse en peligro, no se preocupaban mucho ya que no eran ellos a los que iban a agarrar.

Tedi, el pulpo, no podía entender la reacción de los corales:

¿No se dan cuenta que algo debemos hacer para ayudar a los peces?

Nada haremos; ¡¡¡nada haremos!!! ¡¡¡Jamás nos arriesgaremos!!! -contestaron ellos.

Por suerte, los demás animalitos reaccionaron en forma muy distinta. Todos se ofrecieron a ayudar y a pensar juntos qué podían hacer para evitar que los peces fueran pescados.

¿Qué habría que hacer? -preguntaba Confusa, quien como de costumbre mucho no había entendido.

Unirnos todos para ayudar a los peces, pero…. ¿cómo?, ¿de qué manera? -se preguntaba Tedi.

¡¡¡Ya sé!!! ¡¡Ya se!! -dijo un alga marina.– ¡¡Ya lo tengo!! Cuando veamos que bajan los señores estos, nosotras las algas, formamos una red y los cercamos, ahí aparecen Uds. los tiburones y ponen cara de hambre, de muuuuuucha hambre. También pueden llevar cuchillo y tenedor para que se asusten más.

¡¡¡Nosotros no matamos ni una mosca!!!, no comemos carne,…  ni siquiera hamburguesas que tienen la bacteria esa que te hace doler la pancita.

¡¡¡No se trata de comer a nadie!!! -agregó una alguita- … se trata de asustarlos para que no vuelvan.

Ah… ¿sería como hacer una broma verdad? Nos hacemos los malos, feroces y hambrientos ¿y vos pensás que nos van a creer?

Iremos todos, -agregó Tedi-, …las algas los cercan, los tiburones pongan voluntad y no se rían –les dijo con tono serio y continuó- y por las dudas lleven también servilletas en el cuello que asustará más, …las estrellitas estarán alertas por las dudas y los peces ordenados en cardúmenes para huir no bien los investigadores bajen.

Todo estaba organizado, y todos participarían de una manera y de otra, excepto los corales que sólo escuchaban, sin decidirse a poner manos a la obra.

Llegó el momento. Bajaron los buzos y las alguitas ya estaban preparadas, habían formado una red inmensa y muy fuerte con la ayuda de otras especies. Serena estaba atenta a cualquier cosa que hiciera falta, Tedi dirigía el operativo y los tiburones ensayaban sus peores caras de malos (incluso se asustaban entre ellos). Los peces mientras tanto, estaban organizados y esperando la señal para escapar apenas fuera posible.

Los corales veían toda esta situación y como cada uno de sus amigos había hecho algo para ayudar a sus peces, empezaron a sentirse mal por no participar de este rescate, y como les remordía un poquito la conciencia, cambiaron de opinión.

No sabemos qué ira a pasar, ¡¡¡pero igual hemos de ayudar!!! -gritaron  en coro para que los escucharan todos.

Los buzos llegaron con sus ropas raras y sus tubos negros. Eran tres y bajaban cada vez más profundo, cada vez más cerca de nuestros amigos. Se sentía la tensión en el agua. El aleteo de los pececitos que se veían amenazados hacía que el agua se moviera como cuando está a punto de hervir.

Sin embargo, el plan funcionó muy bien, las alguitas con una coordinación ejemplar, cercaron a los tres buzos, los tiburones con cuchillo y tenedor en mano, se les presentaron con la boca más abierta que un buzón y una cara que la verdad daba miedito.

Serena, Tedi y las estrellitas sostenían bien la red donde habían quedado atrapados los buzos y los corales fatales no pudieron con su genio:

Acá no se va ningún pez, ni martillo, ni gatuzo, investiguen otra cosa, y ¡¡fuera ya montón de intrusos!!

La verdad, no se qué asustó más a los buzos, si la red en la que estaban atrapados, la cara de los tiburones con cubiertos en la mano y servilletas en su cuello o que muchos corales hablaran al mismo tiempo y encima en verso, pero la cuestión es que el plan funcionó a la perfección y se fueron mucho más rápido que lo que habían llegado, con la firme decisión de no volver a molestar a la colonia.

No hizo falta que los pececitos escaparan. Agradecidos, se abrazaron a todos sus amigos dándoles golpecitos en la espalda con sus aletas -cosa bastante dificultosa dicho sea de paso-, y festejaron contentos por la ayuda recibida.

Todos estaban felices en el fondo del mar, unos porque se habían salvado, los otros porque sabían que habían ayudado a sus amigos, y que habían hecho algo por alguien, y eso es muy bueno tanto para el corazón de un animalito marino, como para el de las personas.

Hasta los corales fatales, se dieron cuenta de lo bien que hace ayudar y arriesgarse por un amigo. Aprendieron, ni más, ni menos, lo que es la solidaridad.

Que bueno está ayudar, cuando quieran nos vuelven a llamar -se los escuchó decir en un perfecto coro.

Todo volvió a la normalidad en la colonia pero, de todos modos, Serena siempre se ocupaba de mantenerlos al tanto, no sea cosa que hubiera que poner manos a la obra otra vez.

Fin.

Una manito en el fondo del Mar es un cuento de la escritora Liana Castello © Todos los derechos reservados.

Para conversar con mamá y papá

Y para complementar este bello cuento, tenemos unas preguntas como para conversar del tema con papá y mamá.

  • ¿Sabes qué significa la solidaridad?
  • ¿Te das cuenta de la importancia que tiene el ser solidario?
  • ¿Sos de ayudar a tus amigos?
  • ¿Pides ayuda si la necesitas?

Sobre Liana Castello

Liana Castello - Escritora

«Nací en Argentina, en la Ciudad de Buenos Aires. Estoy casada y tengo dos hijos varones. Siempre me gustó escribir y lo hice desde pequeña, pero recién en el año 2007 decidí a hacerlo profesionalmente. Desde esa fecha escribo cuentos tanto infantiles, como para adultos.»

Liana Castello fue, durante varios años, Directora de Contenidos del portal EnCuentos. Junto con este sitio, recibió la Bandera de la Paz de Nicolás Roerich y se convirtió en Embajadora de la Paz en Argentina en 2011.

“Respecto de los cuentos para niños puedo escribir cortos y largos, en rima o prosa, lo que todos tienen como hilo conductor, es el mensaje que trato de transmitir. Siempre pienso en un valor para transmitir a la hora de escribir y esto puede ser a través de una historia corta o de un cuento largo.”

Si quiere conocer más sobre esta impresionante escritora, puede leer su biografía Aquí.

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