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Por Alexis Gómez. Cuentos infantiles educativos

Iguales es un divertido cuento infantil para enseñar la igualdad entre el hombre y la mujer mediante un texto simple de entender. Cuento de Alexis Gómez. Cuentos con enseñanzas para los niños.

Iguales

Iguales - Cuento infantil educativo

Martín y Elanor jugaban en el patio a policías y ladrones, Martín era el ladrón y Elanor la policía.

Mientras, en la cocina mamá preparaba unos deliciosos berlines. Cuando los hubo acabado y el azúcar flor espolvoreó se asomó por la ventana y a los niños llamó.

– «¡A lavarse las manos que voy a servir!»

Presurosos los pequeños frente a ella se presentaron y con gran impaciencia los berlines exigieron. El primero en requerirlo fue Martín quien siendo varón con privilegios se sintió.

– «¡Dame a mí el primero, pues soy varón!»

– «No es justo» -exclamó Elanor– «somos hermanos y tenemos los mismos derechos.»

El debate de los pequeños se extendió por algunos segundos olvidando por un momento que eran contemplados por mamá.

– «¡A ver, a ver, a ver…! hagan el favor de bajar el volumen y callarse de una vez» –exigió mamá.

Obedientemente los niños callaron y a su mamá observaron.

– «Dime, Martín ¿por qué crees que tienes más derechos que tu hermana?»

– «Porque soy hombre, por qué más. A los hombres se nos sirve en la mesa y se nos plancha la ropa.»

– «Pero… ¡mamá, mamá! eso no es justo» –intervino Elanor– «si fuera por eso a mi me darían todo primero pues soy la mayor.»

Nuevamente en un debate los pequeños se enfrentaron olvidando por segunda vez que mamá los contemplaba.

– «¿De dónde sacas esas ideas Martín?» –preguntó mamá.

– «Ayer en casa de los abuelos, vi como la Lela planchaba y planchaba sin parar y de cansada a ratos se sentaba. Entonces le pregunté si la podía ayudar, pero antes de que contestara el Tata me dijo – que cosas dices mi niño, vaya a jugar o a sentarse en la mesa, que a los hombres se nos sirve y se nos plancha la ropa.»

Mamá no podía creer lo que oía. Su hijo había sido contaminado con las antiguas ideas machistas de su Tata. – Ya me haré cargo de mi papá – pensó, mientras meditaba en la forma de corregir a sus hijos.

Mamá dejó los berlines sobre la mesa y juntó a sus hijos en el piso se sentó.

– «Les voy a contar una pequeña historia» –dijo mamá– «presten mucha atención.»

“Ocurrió una vez en el lejano país de las letras, que las A, comenzaron a mirar con desprecio a las demás. Ellas se sentían superiores pues eran vocales y además las primeras en el abecedario. Un día apareció por la zona una O, que se encontraba extraviada. Al ver a las A reunidas se acercó alegremente buscando compañía. Pero las A con desdén la ignoraron y de ella se apartaron. Más tarde, cuando el Sol se preparaba a dormir, se presentó en el lugar El Señor Lápiz. No había en el país personaje más ilustre. De madera pintada naranja, coronaba su cuerpo una brillante y circular lata color bronce que sostenía en su interior una impecable goma de borrar. Al advertir las A la formidable visita se apresuraron a su encuentro.”

– «¿Cómo están mis amigas?» –las saludó– mientras algunas sonrojadas muy coquetas se sintieron.

– «He venido buscando un favor.» –dijo– «Mi esposa y yo estaremos de aniversario mañana y deseo demostrarle con una palabra mis sentimientos por ella.»

– «¿Y que palabra puede ser tan importante que represente lo que usted siente?» –preguntó una de las A.

– «Amor.» –respondió el lápiz– «No hay palabra más poderosa en el mundo.»

– «Pero amor se escribe con cuatro letras y nosotras solo somos A» –dijo una de ellas.

– «¿Hay otra forma de expresar esa palabra?» –preguntó otra de ellas.

– «No, no la hay» –respondió el lápiz mientras las observaba– «si faltara cualquiera de las demás, la palabra no tendría sentido. Como ven» –continuo el lápiz– «todas las letras son igual de importantes.»

“Las A avergonzadas por su comportamiento comprendieron la importancia de todas las letras y sin perder el tiempo reunieron a las demás, incluyendo a la solitaria O que ahora había encontrado la compañía que buscaba”

Un breve silencio inundó la cocina al tiempo que Martín y Elanor con la vista baja se sintieron avergonzados.

– «¿Han comprendido la enseñanza?» –preguntó mamá– «mientras ellos meneaban la cabeza en señal de afirmación.»

– «Todos somos iguales y tenemos los mismos derechos» –dijo Martín.

– «Y aunque tú seas varón y tu hermana mayor, ambos comparten los mismos privilegios. Además yo los quiero por igual.» –dijo finalmente mamá.

Martín y Elanor agradecieron la enseñanza y juntos comieron los deliciosos berlines para nuevamente salir a jugar.

Fin.

Iguales es un cuento corto enviado por Alexis Gómez para publicar en EnCuentos.

Video del Cuento «Iguales» por Cuentos sin Frontera de Panamá

Para conocer un poco más de Cuentos sin Frontera: https://cuentossinfronteras.org/
El canal de YouTube de la campaña social: https://www.youtube.com/channel/UClLjbqiD5b6bUd0t5uiyIVQ

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