Por Raquel Eugenia Roldán de la Fuente. Cuentos de terror para niños.
En un día de muertos, cuando las tumbas florecen con cempazúchitl amarillo y morado, y los vivos visitan a sus seres queridos difuntos, algo inquietante se despierta. En medio del bullicio y las lágrimas, un misterioso ruido surge de una antigua tumba. Las voces de los asistentes se transforman en gritos de terror cuando la lápida se levanta y revela algo insospechado. Un cuento lleno de sorpresas en una festividad de calacas y risas, donde los muertos pueden tener su propia forma de celebrar "En un día de muertos". Uno de los ¿cuentos de terror para niños? 🤣🤣🤣 de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente sugerido para niños a partir de siete años 😱.
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En un día de muertos
Nada lo indicaba, todo parecía ser igual que los demás años. Como siempre, el día de muertos, el panteón se llenó de gente; de gente viva que iba a visitar las tumbas de la gente muerta.
Había muchas flores, principalmente cempazúchitl amarillo y cempazúchitl morado, aunque también había claveles, gladiolas, crisantemos, nardos, muchas flores blancas. Aquí se oían cantos, por allá rezos... Más allá, lloros... En alguno que otro lugar gente irreverente dejaba oír risas estruendosas. ¡Ja, ja, ja!, las visitas a los muertos pueden también ser motivo de alegría.
Como siempre, muchas tumbas no tenían flores: muertos de los que nadie se acuerda, quizá porque no fueron muy queridos mientras estaban vivos, quizá porque sus familiares se han ido lejos, o quizá porque también han muerto.
Pasó la mañana, pasó el mediodía. Al llegar la tarde, cuando ya faltaba poco para que oscureciera, comenzaron a escucharse ruidos extraños. Unos golpes secos que al principio no llamaron la atención de nadie. Los de aquí pensaron que eran los de allá, los de allá creían que eran los de acá.
Al fin, los que estaban más cerca del lugar donde provenían los ruidos comenzaron a alarmarse: los ruidos se oían debajo de la tierra, dentro de una tumba solitaria.
― ¡Lo enterraron vivo! ―gritó alguien.
― ¡No! ―exclamó el de junto―. Esa tumba no es nueva, ¡miren la fecha, es de hace sesenta años!
Todos los que estaban junto a la tumba empezaron a alejarse de ella, mirando hacia atrás una y otra vez. Los golpes se oían cada vez más fuertes, y también más seguidos. Luego los dos floreros vacíos comenzaron a tambalearse, y después también los de las tumbas contiguas. Un angelito de piedra blanca pareció querer volar, al final se desplomó y se partió en tres pedazos.
Mucha gente trató de correr, aterrorizada, pero entre todos los que huían se hicieron bolas y no pudieron ir a ningún lado. Otros se quedaron tiesos, como de piedra. Cuando la lápida se levantó, un poco al principio y luego más, despacito, el griterío fue ensordecedor.
Finalmente apareció el inquilino de la tumba, un sonriente esqueleto. Se paró, miró a todas partes, se estiró una y otra vez y bostezó; luego de tanto tiempo sin moverse, estaba entumecido. Hasta después pareció caer en la cuenta del pandemónium que había a su alrededor, y puso cara de extrañeza.
Salió del hoyo y ya iba a preguntar qué sucedía cuando se dio cuenta de que todos huían de algo, y comenzó a correr también, asustado. Una señora gorda que corría cerca de él tropezó y cayó al suelo, por lo que se acercó a ayudarla a pararse. Ella le dio la mano sin verlo, pero cuando sintió sus dedos huesudos volteó a mirarlo y volvió a caer, desmayada.
Observó un poco a su alrededor y entonces fue cuando cayó en la cuenta de que era él de quien todos huían. “¡Ah…!”, murmuró. Caminó despacio de un lado a otro, se sentó en una tumba, se levantó y se sentó en otra, azorado, y volvió a pararse. Toda la gente seguía gritando y corriendo, y chocaban unos con otros.
Después de ir de tumba en tumba, al fin el esqueleto pareció encontrar lo que buscaba, levantó sin mucho esfuerzo una vieja lápida, adentro ya no había más que polvo, y dijo con voz tranquilizadora:
― ¡Caramba! ¡Ni que fuera para tanto! Si sólo estaba incómodo, no quería más que buscar una tumba mejor.
Se acomodó y cerró él mismo la lápida.
Fin.
En un día de muertos es uno de los cuento para el día de los muertos de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente © Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial sin el consentimiento de su autor.
Sobre Raquel Eugenia Roldán de la Fuente
Raquel Eugenia Roldán de la Fuente es una escritora Mexicana que actualmente trabaja como correctora ortográfica y de estilos en Gil Editores. Además es difusora de las técnicas de lectura rápida y escritora de cuentos y rimas infantiles.
También trabaja en la elaboración de juegos didácticos infantiles: crucigramas, laberintos, dibujos de unir puntos, rompecabezas, juegos de mesa, etc., sobre temas generales o específicos.
Algunos de los juegos que desarrolló y que está en proceso de comercialización son: ✅ Pulgas matemáticas, juego sobre la práctica del cálculo mental en sumas, restas y multiplicaciones para nivel primaria. ✅ Preguntaches, juego sobre educación vial y algunos conceptos de educación ambiental. ✅ Diez por diez cien, juego para que estudiantes de tercero de primaria en adelante practiquen las tablas de multiplicar.
Tiene escritos más de 160 cuentos de temas prehispánicos, históricos, mexicanos, infantiles, historias de familia, cuentos de fantasmas, entre otros. o Cerca de 30 artículos sobre temas históricos y de arte para el suplemento “Arte y cultura”, de Síntesis. Más de 60 textos para el fotocuento del suplemento infantil de Síntesis, durante año y medio. Dos fábulas publicadas en el mismo suplemento.
Algunos libros de Raquel Eugenia Roldán de la Fuente
- Mil tips para guiar a tus hijos, dirigido a padres de familia, sobre la educación de niños y jóvenes (Gil Editores, 2007);
- Los cuentos de Mariana, cuentos infantiles (Cabos Sueltos, 2006);
- Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, historia de México para niños y jóvenes (Gil Editores, 2011);
- El hospital de las palabras, cuentos de ortografía y reflexión sobre la lengua (2012, Ed. IMAR)
- Es coautora de 1001 juegos de razonamiento lógico matemático, Gil Editores.
Otros cuentos de Raquel
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