Por María Alicia Esain. Cuentos infantiles de terror
Cena - show del horror es un espantoso cuento infantil de terror de la escritora argentina María Alicia Esain ¡Brrr!. Cuentos infantiles de fantasmas, brujas y duendes. Cuentos infantiles de terror.
Cena - show del horror
Hace unas pocas noches, cerca del cementerio, se armó un revuelo bárbaro. Estaban todos los aparecidos de fiesta.
Había gritos, chirridos, lamentos, golpes de cadenas, truenos y relámpagos. Estaban las brujas con sus hijos, los brujitos desalmados. También los duendes malos. Por otro lado, los fantasmas -señores y señoritas- y un montón de esqueletos y momias de todos los tamaños. No se sabía cuál de ellos era el más horrible.
¡Qué cosas asquerosas les habían preparado para comer!
De solo recordarlo me desarmo... Como no me van a creer, aquí se los copio:
Entrada:
Sopa de arañas pollito.
Plato principal:
Tripas de víbora en nido de paloma.
Fideos al gusanito con salsa de cáscaras de papa.
Postre:
Flan de vizcacha.
Bebidas:
Agua de charco - Jugo de avispa - Licuado de moscas
Con semejantes platos y bebidas, al rato estaban todos como si se hubiesen emborrachado, es decir, estaban… ¡Magníficos!
Cada grupo había ensayado su parte de un festival de canciones y bailes. Después de discutir un rato, resolvieron que los primeros en aparecer serían las brujas, sus hijos, los brujitos desalmados y los duendes malos.
Fue formándose la comparsa: los brujitos desalmados por delante, al lado de los duendes malos y ellas por detrás, sobre sus escobas. Este grupo tenía su propia orquesta. La formaban tres duendes cantores y guitarristas.
Acompañaba una bruja joven, que rascaba una mandíbula de caballo con una aguja de tejer (La pasaba por unos dientes desvencijados y amarillos).
Otra bruja muy vieja y muy fea tocaba un bajo extrañísimo. Estaba hecho con un fuentón viejo, un palo torcido y un trozo de soga ¡Sonaba como el demonio, así que la comparsa estaba chocha!
Canción de terror tropical
Cuando estuvieron listos, se presentaron ante los presentes con su canción de terror tropical que decía:
Atrévanse a pelear con nosotros
y decir “Yo pegar quiero”.
Atrévanse a negar que toditos, que toditos tienen miedo.
Atrévanse a negar que esta noche
le pegamos a cualquiera
con la escoba o un bastón, ya no importa,
empezamos cuando quieran.
Y ahora digan que se van, se van,
que se van temblando.
Les decimos que se van, se van, se van
y los vamos alcanzando.
Los segundos en presentarse fueron los fantasmas que viven en la plaza. Es la que está frente a la iglesia y tiene las dos cúpulas redondas y azules.
Llegaron al retumbar de los truenos, sacudiéndose en el viento y cantando con voz del más allá:
¡Bum bum burumbumbún!
¡Acá viene, ya llegó
la murga de los fantasmas
para asustarlos mejor!
Los fantasmas de la plaza Cuando se viene la noche
hacen laucha al asador, se juntan para bailar,
y comen dulce de leche conversar con las lechuzas
con cuchillo y tenedor, y ponerse a zapatear.
Bum bum burumbumbún!
¡Acá viene, ya llegó
la murga de los fantasmas
para asustarlos mejor!
La tormenta, lista desde la tarde, se acomodó para avanzar sobre las calles, haciendo remolinos de tierra y papeles con el viento.
Las brujas, sus hijos los brujitos desalmados y los duendes malos no se iban a quedar atrás. Querían tantos aplausos como los obtenidos por los fantasmas. Éstos habían recibido toda clase de gritos y lamentos espantosos, que es la forma de aplaudir de las criaturas horrendas de este cuento.
¡Qué lío se armó!
¡Los brujitos, los duendes malos y las brujas venían a la luz de los relámpagos y buscando pelea!
Los fantasmas no se quedaban atrás, decidieron enfrentarlos con sus vientos y truenos. Los esqueletos y las momias tampoco estaban de acuerdo. Les parecía una terrible ofensa que las brujas y su gente utilizasen un hueso de caballo para hacer música. No lo perdonarían. Pero también querían mostrar lo suyo, así que el esqueleto más viejo avisó:
- Esto lo arreglamos a la salida. No crean que dejaremos pasar el atrevimiento de ustedes. Como somos muy educados, los aplaudiremos igual…
Esqueletos, momias y fantasmas volvieron a los gritos y lamentos espantosos. (Es la manera de aplaudir de las criaturas horrendas de este cuento.)
Una cueca chilena muy elegante
Llegó el turno de los que faltaban en la demostración de canto y baile. Habían preparado una cueca chilena muy elegante, pero los esqueletos se desarmaban como los bailarines de murga. Las momias estaban duras y tiesas como estatuas. La letra de la cueca decía:
Cuando salgo de la tumba
y me vengo a la vereda,
soy esqueleto contento
porque una momia me espera.
Y cuando vuelvo a la tumba,
con los huesos desatados,
me acomodo muy contento
y enseguida quedo armado.
¡Vivan los chicos con miedo
y viva el rayo alumbrando!
¡Cuando se viene el terror
qué lindo es verlos temblando!
Realmente, bailaron mal y cantaron peor, pero a los fantasmas, los duendes malos, los brujitos desalmados y sus madres, las brujas, les gustó tanto, que les pareció una lástima perder tiempo en pelear.
El último era un grupo de verdaderos campeones
Los esqueletos y las momias estaban orgullosísimos. Escucharon el esperado aplauso de gritos y lamentos espantosos, (la manera de aplaudir de las criaturas horrendas de este cuento). Se olvidaron también ellos de la pelea prometida.
La que no se olvidó fue la tormenta. Truenos, relámpagos y rayos… la lluvia se vino con todo y el desparramo de monstruos fue total.
A las brujas se les mojaron tanto las escobas, que se les volvieron pesadísimas. No pudieron volar ni llevar con ellas a sus hijos, los brujitos desalmados. Mucho menos a la los duendes malos.
A los fantasmas se les mojó la ropa. Quedaron tristes como una sábana vieja. A las momias se les despegaron las tiras con el agua. A los esqueletos, con la mojadura, les quedó solamente el reumatismo y sus dolores.
Cuando se le antojó, es decir cuando todo el mundo se dejó de hacer ruido, la tormenta se fue. De a poquito, fue aclarando y amaneció… Salí de mi escondite de atrás de un árbol viejo y me vine a dormir… ¡Tenía un cansancio terrible!
Ahora que ya dormí, les cuento lo que yo vi.
Fin.
Cena - show del horror es un cuento de terror que nos envió la escritora María Alicia Esain para publicar en EnCuentos.