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Esperando a Diego – Capítulo IV. Cuentos de princesas

Esperando a Diego – Capítulo IV es un cuento de la colección cuentos de princesas de nuestra escritora Ana Matías sugerido para niños a partir de once años.

Capítulo IV – En casa de una bruja

Cuando volvieron a abrir los ojos estaban dentro del cuento de Blanca, justo delante de su casa. Marta no podía creer que iba a entrar en la casa de una bruja, algo que sólo había visto hasta entonces en las páginas de los cuentos.

Cuando estaban dentro de la casa sentadas en el comedor, Marta pensaba en voz alta en su hermano.

– Cuando le cuente a Diego que he estado en casa de una bruja…

– ¿Quién es Diego?- preguntó Celia.

– Diego es mi hermano.

– ¿Tienes un hermano?

– Voy a tenerlo.

– ¿Tu madre esta embarazada?

– ¡¡No!!

– ¿Entonces?- Celia ponía cara de no entender nada.

– Verás, hay varias formas de tener un hijo, te lo voy a explicar. A mi me lo explicaron mis padres hace tiempo. Resulta que mis padres querían tener un bebé, y entonces aparecí yo en la tripa de mi madre, y supongo que ya sabes cómo se hace eso.

– Sí, eso ya lo sé…

En ese instante entraba Blanca en el comedor con una jarra de chocolate caliente.

– Chicas, os he preparado la merienda. ¿De qué estáis hablando?

– Le estoy contando a Celia que voy a tener un hermano.

– ¿Sí? ¡Qué bien! Estarás muy contenta…

– ¡Sí, tengo muchas ganas de que llegue! Le estaba contando a Celia que hay varias formas de tener un hijo.

– ¡Vaya! Creo que he llegado en el momento más interesante…

– Es que yo aparecí en la tripa de mi madre, ese es el método que conoce Celia. Pero Diego va a venir de otro sitio, está en una país que está lejos, y mis padres van a ir a buscarlo, lo van adoptar, y va a ser su hijo, y yo su hermana, su hermana mayor.

– ¡Qué emoción Marta! Esperando a que Diego llegue a casa… – Exclamó Blanca mientras les servía unas enormes tazas rellenas de chocolate.

– ¿Y sabes cuándo va a llegar?- preguntaba Celia.

– Pues eso es lo malo…- a Marta se le entristeció la cara- Está tardando mucho en venir, porque mis padres dicen que hay que hacer muchas cosas antes… para conseguir que venga… y yo no lo entiendo muy bien, y mis padres me lo explican muchas veces, pero sigo sin entenderlo…

– Yo tampoco lo entiendo- Añadía Celia- ¿Tú sabes algo de eso, Blanca?

– Pues mirad chicas, me imagino que son lo que ellos llaman “trámites”. Entrevistas a los padres de Marta, para saber si van a ser buenos padres, preguntas sobre el dinero que tienen para mantener al niño, sobre cómo es la casa en la que van a vivir… Es para asegurarse de que lo niños van a estar bien. Es verdad que esas cosas suelen ir despacio.

– Pues a mí no me parece bien…Mi padre me ha dicho que les han hecho ir al psicólogo para saber si van a ser buenos padres, y que han hablado con los señores que cuidan de Diego y de los demás niños en la casa donde viven, y que les han dicho que sí pueden ser buenos padres, así que Diego tendría que venir enseguida… ¿Por qué no se dan prisa?

– Tienes toda la razón Marta, todo ese proceso tendría que ser más rápido, los niños tienen que estar con sus padres, eso está claro.

Las tres estaban ensimismadas en la conversación, cuando oyeron un ruido y un grito que venía del salón.

– ¿Qué ha sido eso?- Celia y Marta se asustaron.

– Tranquilas, voy a ver, quedaos aquí, creo que ese ruido ha venido de la chimenea, cerrad la puerta del comedor en cuanto yo salga y no lo abráis hasta que yo vuelva. Marta y Celia obedecieron. ¿Qué habría pasado ahora? ¿Habría entrado alguien en la casa?

En unos minutos Blanca abrió la puerta del comedor y dijo:

– Chicas, tenemos una visita, venid al salón… Celia no podía imaginar que Daniel, su príncipe azul, había llegado hasta la casa de Blanca.

– ¡Daniel! ¿Cómo has llegado hasta aquí?

– Ay Celia… ¡qué golpe me he dado! He llegado por la chimenea…

– ¿Por qué siempre os dais un golpe cuando salís de un cuento?- preguntó Marta dirigiéndose a Celia- Tú también te diste un trompazo en la biblioteca…

– Yo salí del cuento por la energía del terremoto, y salí disparada. Daniel, ¿Cómo lo has hecho tú?

– Pues no lo sé… Yo sólo sé que fui a ver a un hechicero para saber cómo podía conseguir escapar del cuento, y me dijo que necesitaba un movimiento fuerte de energía, o algo así…

– ¡No me lo digas!-interrumpió Celia- Te dijo que necesitabas la energía, una bruja llamada Blanca, y un hada llamada Alicia…

– ¡Eso es! ¿Cómo lo sabes?

– Porque a mí me dijo lo mismo, así que seguramente la tierra ha vuelto a temblar y por eso has podido escapar. Y justo has aparecido en este casa porque es la casa de Blanca, la bruja que nos va a ayudar, y Marta es la encargada de ser el enlace entre todos, es la que va a reescribir nuestra historia. Blanca abrió su botiquín de primeros auxilios y le curó a Daniel las heridas que se había hecho al caer por la chimenea, mientras las chicas le contaban a Daniel que iban a usar la pócima que fabricaba Blanca para poder reescribir el cuento.

Daniel se sentía igual de infeliz que Celia, y además por fin se atrevió a contar algo que nadie sabía.

– Chicas, veréis…es que yo no quiero casarme con Celia.

– ¡Tranquilo! Ella tampoco se quiere casar contigo, no pasa nada, ya nos ha contado que os queréis mucho los dos, que sois amigos desde pequeños, y que vuestros padres hicieron un pacto. No te preocupes, cuando llevemos la pócima de la empatía podremos volver a escribir el cuento otra vez, y se arreglará todo.

– Pero es que cuando Marta lo escriba, hay algo muy importante que tiene que cambiar, porque no me voy a casar con Celia, ni con ninguna otra chica…Es que a mí… veréis… a mí me gustan los chicos…

– Por fin Daniel se atrevía a decir en voz alta algo que sentía desde hacía mucho tiempo. Celia se quedó algo decepcionada pensando que le hubiera gustado que Daniel se lo contara.

– ¿Por qué no me lo contaste? Soy tu amiga, y me puedes contar lo que quieras. Tú eres mi mejor amigo, ya lo sabes…

– Celia, me daba miedo contarlo porque donde tú y yo vivimos no me iban a entender…

– Daniel tiene razón- añadía Blanca- vivís en un lugar dónde no lo hubieran entendido, sólo os dejan ir por un camino, y así no podéis ser felices, cada uno tiene que ser libre para escoger lo que quiere, y sobre todo tienen que aprender a respetar a los demás y no juzgar a nadie. Da igual si te gusta un chico o una chica, es una cuestión de gustos, como los colores. ¿No habéis oído nunca la expresión “para gustos lo colores”?

– Yo sí que lo he oído.- Contestaba Marta mientras tomaba notas en su cuaderno.

– Pues donde vivimos Celia y yo no conocen ese dicho- Daniel no parecía tener muchas esperanzas de que eso cambiara.

– Daniel, cuando empiecen a sentir empatía empezaran a no juzgar los sentimientos de los demás, ni a rechazar a nadie por sus gustos. Te lo prometo. – Blanca trataba de animar a Daniel.

– Entonces, cuando la pócima haga efecto, ¿todos empezaremos a preocuparnos más por los sentimientos de los demás?

– ¡Así es! Y después Marta podrá volver a escribir vuestra historia, la de verdad, la que vosotros elijáis.

Después de tantos años de espera, Daniel y Celia estaban a punto de empezar a cambiar su destino.

Continuará…

Autora: Ana Matías

Ilustrado por Núria Bertran

Capítulo III

Esperando a Diego – Capítulo IV es un cuento de la colección cuentos de princesas de nuestra escritora Ana Matías sugerido para niños a partir de once años.

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