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Aylén y el príncipe es uno de los bellos cuentos de príncipes encantados escrito por Cristina Moure Santos, un cuento sugerido para niños a partir de ocho años.

Aylén vive en las afueras de la ciudad, en una casa no muy grande rodeada por un hermoso parque con árboles y plantas de todo tipo. Abundan las flores de todos colores que hacen que en el lugar haya siempre deliciosas fragancias.

En el centro del parque hay una fuente, adornada con estatuas de enanitos, hadas y un príncipe. Esta última se encuentra en la parte más alta e iluminada y rodeada por todas las demás. Por las noches, cuándo las luces dan luz y color a la fuente, parece que todos danzaran en un gran festejo y, si prestas atención, hasta puedes percibir la melodía que les acerca el viento al vibrar entre los árboles.

Aylén trabaja durante el día y por la noche asiste a la universidad. Desde que comenzó a estudiar por la noche le ocurre algo extraño, al llegar a su casa, cerca de la medianoche, siente que alguien la observa, pero por más que mira hacia todos lados no hay nadie allí, excepto ella y los habitantes del parque.

Hace unos días Aylén organizó una pequeña reunión para festejar con sus amigos su cumpleaños y, a las doce de la noche, alguien comenzó a entonar una hermosa canción de cumpleaños, Aylén se acercó a la ventana y pudo ver a un apuesto joven, inmediatamente salió para agradecerle pero, en el lugar dónde lo había visto, sólo había un ramo de rosas rojas con una tarjeta que decía “Te amaré por siempre. Eric”.

La joven quedó desconcertada por lo ocurrido, pero se sintió muy feliz por el romántico regalo y la inesperada declaración de amor. A partir de ese día, al levantarse cada mañana, encontraba una rosa roja junto a su ventana. Con el correr de los días comenzó a preguntarse cómo alguien podía llegar hasta la casa sin que los perros ladraran o, al menos, hicieran algún ruido.

Una noche, decidida a conocer a su enamorado, apagó las luces de su habitación y esperó junto a la ventana. Cerca de las dos de la madrugada, cuando ya comenzaba a vencerla el sueño, pudo ver una sombra acercándose hacia la casa, cuándo ésta se detuvo abrió la ventana. El asombro fue total, frente a ella vio a un joven vestido en una forma extraña, parecía un príncipe salido de un cuento. Eric la miró con dulzura y tristeza a la vez, puso la rosa entre sus manos y murmuró suavemente “ya no podré volver”. Antes de que Aylén reaccionara de la sorpresa, Eric desapareció.

La joven esperó cada noche volver a verlo pero Eric ya no volvió. Varios días después, una noche, mientras caminaba junto a la fuente pensando en el desconocido que le había robado el corazón sintió una sensación extraña, al levantar la vista sus ojos se posaron en la estatua del príncipe, casi no podía creerlo, su vestimenta era igual a la de Eric. Un montón de pensamientos afloraron a su mente, pero Aylén, que aún mantenía intacta su magia interior, cerró los ojos y siguió el mandato de su corazón. Entró en la fuente, caminó hacia el centro y, poniéndose en puntas de pie, besó los labios del príncipe y éste volvió a la vida al igual que los enanos y las hadas.

Lo que ocurría era tan fantástico que parecía irreal, entonces, uno de los enanos, el que parecía ser el más anciano, le contó que Eric era realmente un príncipe de una tierra y una época muy lejanas y que por defenderlos de una hechicera que pretendía convertirlos en sus esclavos había sido víctima, junto con todos ellos, de un encantamiento y enviado a esta dimensión. El hechizo se había roto cuando Aylen besó al príncipe y, si bien no podrían retornar nunca a su mundo tampoco volverían a convertirse en estatuas.

Poco tiempo después Aylén y Eric se casaron y son inmensamente felices.

Las hadas y los enanos se quedaron con la feliz pareja, ya no como adornos de la fuente sino como sus cuidadores y cuentan quienes han visitado la casa que en ese lugar los árboles están siempre verdes y las flores nunca pierden su color y su belleza.

¿Será la magia del amor?

Fin.

Cuento sugerido para niños a partir de ocho años

Aylén y el príncipe es uno de los bellos cuentos de príncipes encantados escrito por Cristina Moure Santos, un cuento sugerido para niños a partir de ocho años.

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