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Las aventuras de la princesa aburrida

Las aventuras de la Princesa Aburrida. Alejandra Melnik. Cuento infantil.

Ustedes ya conocen a la Princesa Guadalupe, la conocida, súper famosa Princesa aburrida. Después que su amigo, Matus, el músico, la despertó de su largo letargo de aburrimiento Guadalupe no ha podido dejar de meterse en interminables aventuras.

La más comentada por sus conocidos fue ella noche que se perdió en el bosque que está detrás del castillo. Su caballo Malo no había vuelto de su caminata diaria. Ese día Malo prefirió salir solo. Acostumbraba hacerlo muy a menudo, pero nunca se había demorado tanto tiempo en regresar.

Guadalupe lo buscó por todos los lugares que él solía frecuentar. Pero los resultados no fueron positivos. La tormenta amenazaba con comerse la noche, igual Guada salió en busca de su amigo. Preparó a Blanca, la yegua más rebelde del lugar, y aunque no se llevaban bien salieron presurosas por su amigo.

En mitad del camino, los arboles comenzaron a crecer, sus ramas largas jugaban a atraparlas, pero una y otra se habían unido y se convirtieron en invencibles corredoras. Sus diferencias desaparecieron.

- Vamos Blanca, corre, corre, tenemos que encontrar a Malo.

-A pesar, que soy la más pero más rebelde de todos tus caballos, esta vez voy a hacerte caso, y correr a la velocidad de un rayo.

Corrieron y corrieron toda la larga noche, a lo lejos, tirado en el piso Malo daba sus últimos suspiros. -Chicas, estoy malherido, tengan cuidado los atrapailusiones rondan el lugar. Ellos me atacaron.

-Vamos Malo, levántate, nos vamos ya.

De la oscuridad oculta unos pequeños duendes, con dientes filosos se le tiraron encima de ellos. Sin piedad los mordían por todas partes. Cuando la batalla parecía ganada por infernales moradores, Guada le gritó a Blanca.

-Blanca, Blanca si nos unimos no será fácil luchar con nosotras.

Así fue como Blanca se unió a su princesa y pelearon con todas sus fuerzas. Cuando el silencio del bosque las sorprendió se dieron cuenta que los duendes habían huido. Caminando despacio llegaron los tres al Castillo. Nadie pudo creer que Blanca y Guada eran amigas. Las dos pasaron varias noches en vela hasta asegurarse que Malo estaba bien.

Una mañana apacible, decidieron salir los tres a divertirse, corrieron y desafiaron a los aterradores arboles del bosque y a los duendes ausentes.

Fin

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