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Después de todo ¡Es Navidad!

Después de todo ¡Es Navidad!. Escritora mexicana de cuentos y poesías infantiles. Cuento de Navidad.

Después de todo ¡Es Navidad! es uno de los cuentos de navidad inventados por la prestigiosa escritora Mexicana Elizabeth Segoviano.

La casa había estado vacía y silenciosa largas horas, por lo que, Baguette; el cachorrito de la familia, se encontraba profundamente dormido enroscado en su sillón favorito, a ratos roncando a ratos lanzando gruñiditos; cuando, de repente, el ruido en la cerradura lo despertó de su profundo sueño haciéndolo caer de cabeza, quedando momentáneamente aturdido.

– ¡Mira qué lindo pino hemos traído Baguette! –dijo Beca, la pequeña que lo había recogido de las calles una lluviosa tarde de otoño-

El cachorrito se sacudió  y corrió a todo lo que le daban sus cuatro patitas para inspeccionar meticulosamente el inmenso árbol que la familia logró meter por la puerta con tanto esfuerzo.

Las suaves y fragantes ramitas le hacían cosquillas, pero aún así el perrito trató de mordisquearlas; por lo que Beca de inmediato le reprendió diciendo: ”¡Baguette malo! ¡el árbol de Navidad no se muerde, ni se maltrata!”

El animalito jamás había escuchado aquella palabra “Navidad” ¿qué quería decir? No lo sabía, pero sonaba linda, era una palabra dulce y tierna, una palabra que se le queda a uno en la boca como un caramelo, o como un poema … Navidad … sonaba a magia y alegría … ¿pero qué era Navidad? …

Entonces el perrito notó que toda la familia corrió escaleras arriba y claro, él, intrigado, los siguió.

La abuela Beba abrió el enorme baúl que descansaba a los pies de su cama y de ahí sacó una gran estrella de cristal cuidadosamente envuelta en un suave paño.

Bruno, el hermano mayor, sacó del ático varias cajitas que contenían coloridas esferas, algunas rociadas con brillante escarcha, otras decoradas con flores de nochebuena y algunas otras con un pequeño listón que completaba su belleza.

Beca y Varun, su padre, traían en brazos cientos de coloridos foquitos que comenzaron a enredar alrededor del árbol al tiempo que Brida, la mamá. horneaba decenas de galletitas con forma de muñecos de nieve, pinos, estrellas y hombrecitos de jengibre.

La casa entera que momentos atrás estaba tan callada, ahora resonaba con risas y bromas mientras la fragancia del pino se mezclaba con la de la vainilla y azúcar que salía del horno, y el viento invernal golpeaba rítmicamente las ventanas como queriendo entrar y avivar el calor de la chimenea.

En un par de horas el árbol había quedado hermosamente vestido, y, coronando su belleza se encontraba la estrella de la abuelita que Beca había colocado cariñosamente mientras su padre la alzaba en hombros, acto seguido, cada miembro de la familia puso bajo las ramas los regalos que habían comprado, incluso había una cajita que decía: “para nuestro Baguette con mucho cariño”.

Al ver eso, el cachorro quiso abrir la cajita, pero Beca lo tomó en sus brazos y haciéndole cosquillas en la barriga dijo: “no cachorrito, los regalos se abren hasta mañana, cuando sea Navidad”.

¡Otra vez aquella palabra! ¿porqué era especial? ¿qué quería decir? ¿Acaso significaba regalos, galletas y fragancias dulces? ¿significaba adornos coloridos y platillos especiales en la mesa? ¿Navidad era foquitos brillantes por doquier y canciones alegres? … Baguette no lo comprendía, y hubiera dado cualquier cosa porque la niña pudiera entender sus ladriditos y gruñidos que no eran otra cosa que sus ansiosas preguntas.

Aquella noche la familia se reunió en torno de la mesa que había sido vestida elegantemente con un largo mantel tan rojo como las cerezas que adornaban los fragantes postres, y velas altas y largas alumbraban cálidamente las copas en las cuales descansaba la burbujeante sidra.

– Gracias –decía papá Varun– por esta hermosa velada, por mi adorable esposa y mis hijos y por la abuelita.

– Gracias –dijo mamá Brida– por otro año juntos, por el amor de mi familia … y … gracias porque esta vez no se me quemó el pavo.

– Gracias –comenzó Bruno, el hermano– por  mi hermanita que siempre me hace reír, por mi familia y por nuestros sueños.

– Gracias –dijo conmovida la abuela Beba– por ser tan afortunada en compartir otra Navidad con mis seres queridos.

– Gracias –decía emocionada la pequeña Beca– por  todo eso, por mi hermoso árbol, por las galletas de mamá, gracias por la Navidad ¡y gracias por Baguette! ¿Y tú Baguette? –interrogó la niña mirando al perrito– ¿por qué vas a dar gracias?

Pero el cachorro no podía poner atención a ninguna otra cosa que no fuera el enorme pavo que descansaba en el centro de la mesa y que provocaba que se le hiciera agua la boca.

– ¿Papá? –decía la niña- ¿podemos …?

– ¿darle un trozo de pavo al cachorro? … pero … ¡claro, después de todo es Navidad!

Así que la pequeña le sirvió a Baguette un gran trozo de pavo en su platito y todos cenaron y platicaron muy contentos hasta el filo de la medianoche cuando se retiraron a dormir, no sin que antes Beca dejara en una charola un montoncito de galletas y un vaso con leche cerca del árbol; por lo que el perrito de inmediato corrió hacia ellas siendo detenido en el acto por Bruno, que le dijo: “no Baguette, estas galletas no son para ti, son para papá Noel, para que coma algo cuando venga a visitarnos” y se llevó al cachorrito escaleras arriba depositándolo suavemente en su cama.

Luego de intentar por largo rato conciliar el sueño; Baguette decidió salir de la cama y dando sigilosos saltitos bajó las escaleras; toda la habitación se veía suavemente iluminada por las hipnotizantes luces del árbol … ¡qué alto y que grande era! ¿y qué lindo se veía! Baguette se quedó mirando extasiado el pino y por fín se acercó y notó su reflejo en una de las esferas, se veía gracioso, y quiso morderla igual que mordía su pelota, pero entonces algo inesperado ocurrió ¡Baguette se hizo pequeñito! ¡más pequeño que la esfera! ¡y al tocarla con su húmeda nariz se metió dentro de ella! el cachorrito sintió que caía y caía pero al cabo de unos segundos aterrizó en algo enorme y muy suave … y rojo.

– Jo jo jo –se escuchaba– ¡por mis rizadas barbas! ¿quién eres tú amiguito? ¿y porqué has caído sobre mi barriga? –aquel  personaje de blancas barbas y traje rojo no era otro que el mismísimo papá Noel–

– Me llamo Baguette –ladró el perrito–

– ¿Baguette? –dijo intrigado papá Noel– ¿y qué haces aquí hoy? ¿no sabes que es Navidad y es la noche más ocupada de todas para mí? Hoy no hay tiempo para atender visitantes.

– ¿Acaso tú me entiendes?

– ¡Jo jo jo pero claro que te entiendo! ¡yo soy papá Noel y entiendo el lenguaje de los animalitos, los insectos, los humanos y hasta las plantas! ¡jo jo jo! Pero ahora debes regresar a casa cachorro.

Entonces papá Noel sacó una campanita dorada de su bolsillo y la hizo repicar tres veces, y como acto de magia apareció Bombón, uno de sus duendecillos ayudantes.

– Bombón hazme el favor de llevar a este perrito de regreso a su casa.

– ¡En el acto!

– ¡No! –ladraba con toda su fuerza Baguette– mientras corría como loco de arriba a abajo, de izquierda a derecha y en círculos hasta que se mareó y chocó contra el inmenso pino que adornaba el pueblecito de papá Noel haciendo que con el golpe se cayera la brillante estrella que alumbraba la punta y quebrándose en mil pedacitos-

– ¡Cosa más rara! –decía Bombón– ¡jamás en mi vida había visto un cachorro tan travieso!

– ¡Jo jo jo! ¡ahora recuerdo! Tú eres el cachorrito que recogió Beca y si la memoria no me falla te comiste sus libros del colegio, dejaste sin calcetines a toda la familia, mordisqueaste el bastón de la abuela, no te dejas bañar, le ladras hasta a las hormigas, te robaste una galleta de la mesa cuando nadie te veía y … ¡haces muy feliz a toda tu familia! ¡jo jo jo!

– Lo siento –decía el perrito– no es mi intención ser así … Beca dice que no soy travieso, que sólo soy demasiado entusiasta … simplemente no lo puedo evitar, lamento haber roto tu estrella, pero si me acompañas a mi casa quizá la abuela tenga otra para ti en su baúl.

– ¡Jo jo jo! La estrella no me preocupa pequeño, Bombón lo arreglará en un santiamén … pero ¿porqué no quieres ir a casa?

– Bueno … ya que estoy aquí quisiera que me respondieras algo muy importante primero.

– ¡No, no, no! –refunfuñó Bombón mientras subía una larga escalera con otra estrella en las manitas– ¡papá Noel no puede responder preguntas hoy! ¿qué no sabes que mañana es Navidad?

– ¡Eso! Yo no sé qué es Navidad.

– ¡Jo jo jo! No seas gruñón Bombón, siempre hay tiempo para responder ésa pregunta, después de todo ¡es Navidad jo jo jo! Verás pequeño –comenzó papá Noel mientras decenas de duendecitos acomodaban inmensas cantidades de regalos en su trineo y otros tantos alistaban a los enormes renos– hace muchos, muchos, muchos años, en una fría noche invernal una mujer dio a luz a un hermoso bebé en un humilde pesebre; aquel bebé era sumamente especial, era el niño Dios, aquel que vino a alumbrarnos con su amor y a darnos a todos y cada uno de nosotros una nueva oportunidad de vivir en paz y armonía, y cada año desde entonces lo recordamos en esta fecha, Navidad, que quiere decir nacimiento, y así celebramos el nacimiento del niño Dios con suma alegría, regalos y en la compañía de nuestros seres queridos.

Después de escuchar aquella historia Baguette se puso triste, bajó sus orejitas y desenroscó su colita mientras suspiraba hondamente.

– ¿Y ahora que te pasa? –decía intrigado papá Noel–

– Es que –sollozaba Baguette–mi familia ha sido muy buena conmigo, aunque soy travieso, hasta me compraron un regalo … y yo… yo no tengo nada que darles.

– ¡Jo jo jo! Pero la Navidad no se trata de regalos y fiestas, ni canciones y dulces, además el mejor regalo que puedes darles es tu cariño, yo he visto como acompañas a la abuela cuando está enferma en cama y como te preocupas cuando ya es muy tarde y papá Varun aún no llega de trabajar y como recibes con tanta alegría a Beca y Bruno cuando llegan del colegio, y como los haces reír e incluso ayudas a mamá Brida a hacer hoyos en el jardín para que plante ésas rosas que tanto le gustan. El mejor regalo de todos Baguette, no se puede comprar, el cariño es más valioso que cualquier otra cosa, ahora sube a mi trineo para llevarte a casa, con tu familia, donde perteneces.

Y, así, papá Noel y Baguette se enfilaron hacia el cielo y cuando llegaron a su casa papá Noel dejó al cachorro y regalos para todos, incluso uno de parte de Baguette.

– ¿ Y qué regalo es ése papá Noel?

– ¡Jo jo jo! Uno muy importante perrito ¡calcetines nuevos para todos! ¡jo jo jo! Ahora regresa a tu camita.

– ¡Pero papá Noel! ¡Se te olvidan tus galletas!

– ¡Jo jo jo es cierto! –mientras papá Noel bebía la leche, Baguette miraba el plato de galletas con suma atención–

– ¿Me das una?

– ¡Jo jo jo! Porqué no, después de todo ¡es Navidad! ¡jo jo jo!

Cuando terminaron de comer, papá Noel subió a su trineo diciendo :”¡feliz Navidad! ¡y paz en la tierra a los hombres … y cachorros de buena voluntad! ¡jo jo jo! ¡feliz Navidad!

A la mañana siguiente, cuando la familia bajó para abrir sus regalos notaron a Baguette profundamente dormido bajo el árbol al lado de una esfera rota, trocitos de galletas y una caja llena de calcetines … ¡sin mordisquear!

– ¿Y ésos calcetines?-preguntaba papá Varun-

– ¡Seguro es el regalo de Baguette! –dijeron  todos–mientras abrazaban a su cachorro travieso y él los llenaba de húmedos y escurridizos besos.

Fin

Después de todo ¡Es Navidad! es uno de los cuentos de navidad inventados por la prestigiosa escritora Mexicana Elizabeth Segoviano.

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