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Cuento infantil sobre fiestas de cumpleaños sugerido para niños a partir de ocho años.

— ¡Pummm!—Un fuerte golpe se oyó en el silencio de la tarde.

Álvaro, sobresaltado, se frotó los ojos y miró a su alrededor: nada. Lentamente, corrió la sábana, tanteó el borde de la cama y de un envión apoyó sus piecitos en el piso frío.

— ¿Qué fue ese ruido? —Se preguntó— ¿Habrá sido un sueño?

En ese momento escuchó unos gemidos extraños. Temblando se acercó hasta la puerta, giró lentamente el picaporte y la abrió apenas un poco. Después asomó la cabeza y espió. En el cuarto de enfrente, una silueta enorme y oscura, arrastraba una caja por el suelo.

— ¡Rayos y centellas! ¡Ese no es papá!— Pensó Álvaro, mientras estiraba el cuellito para ver mejor. — ¡Pero si tampoco es mamá! Eso…¡¡Eso es un pirata!!

El corazón le latió fuerte y los pelos se le pararon como al puerco espín.

— ¿Será un sueño?— Se dijo. Y se pellizcó el brazo. Pero tremendo dolor sintió, eso no era un sueño ¡esa era su realidad!

Sin saber qué hacer, Álvaro dio vueltas como un trompo, hasta que…

— ¡Plishhh! Como un chispazo del cielo, una idea se le ocurrió.

En puntas de pie, caminó hacia su cesto de juguetes, y muy despacito sacó la espada de plástico, que estaba entre las pelotas y los autitos, y volvió hacia la puerta.

— ¡Si este pirata me ataca, tendré que defenderme!—. Se dijo

Pero al espiar de nuevo hacia la otra habitación, Álvaro se dio cuenta que lo que el pirata había dejado no era una caja sino un cofre, un enorme, enorme cofre de madera.

Curioso y con miedo, intrigado y confundido, llenó sus pulmones de aire y, antes de arrepentirse, de un envión pateó la puerta y salió corriendo hacia la otra habitación

—¡¡¡Allá voy, Pirata!!!!!— Gritó apretando su espada.

Y cuando por fin entró, la tapa del cofre se abrió con la rapidez de un resorte y Álvaro tuvo que frenar de golpe. Y fue ahí que…

¡¡¡Oh, Sorpresa!!!

Todos sus amigos salieron de adentro, con cornetas, gorros y serpentina, con pitos, matracas y papel picado

—¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, ÁLVARO!!!

Le gritaron a coro.

Tremendo susto se dio, pero… ¡qué contento se puso! Tan contento que olvidó que era un pirata el que había estado ahí. Y cuando estaba por festejar y abrazar a sus amigos, la enorme sombra se deslizó en la pared, y rápidamente se le vino encima

— ¡Atraaáss!— Gritó Álvaro dándose vuelta levantando la espada en lo alto — ¡Atrás, pirata!

Y entonces…

¡Más sorpresas! ¡El pirata resultó ser su gran amigo, el perro Napoleón, que por arrastrar la torta quedó con el hocico lleno de crema!

Así fue como todos comenzaron a reír, y a cantar y a festejar.

El cofre para Álvaro no tenía monedas, ni alhajas, ni pepitas de oro, el cofre tenía un gran tesoro, uno de los más valiosos: ¡Sus amigos!

Fin
Cuento infantil sobre fiestas de cumpleaños sugerido para niños a partir de ocho años.

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