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Enrique, el mago es uno de los bellos cuentos de fantasía para adolescentes escrito por Rafael Di Natale, un cuento sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.

Enrique, el mago

Había una vez un señor llamado Enrique, aquel era un hombre muy trabajador y preocupado por sus tres hijos. Había enviudado hacía cinco años y se dedicaba a la magia. Cada día sorprendía a todos con su arte.

¡Ey! -dijeron todos en el show al ver cómo aparecían lapiceros por debajo de las mesas.

¡Esto es increíble! -se oyó decir cuando sacó un conejo de su sombrero.

En otro momento, entró a un baúl encadenado, luego encadenaron el baúl y lo metieron al agua, taparon todo, contaron hasta 50 y como por arte de magia Enrique estaba muy feliz y contento afuera.

Un periodista llamado Héctor y su novia llamada Josefina, estaban entre el público.

Ambos discrepaban si la magia existía o no existía, ella decía que sí, y por eso lo había traído a su novio a ver el espectáculo.

Héctor, por su parte, decía que no existía y por ello acudió al show con ella y poner fin de una vez a la discusión.

Al terminar el show, Enrique fue aplaudido por todos los presentes. Héctor se le acercó, se presentó y le dijo:

-Soy periodista y quiero hacerle una entrevista ¿podría ser en dos días?

– ¡Cómo no! -dijo él muy contento.

Fue así que a los dos días, Héctor y Josefina fueron a casa de Enrique con la convicción de descubrir si la magia existía.

Al llegar a la dirección vieron una fachada muy limpia y con un jardín muy bien cuidado. Luego de observarlo, decidieron tocar el timbre.

No pasaron muchos segundos, cuando se abrió la puerta.

Era Enrique, quien los recibió de la mejor manera.

Los hizo pasar y les rogó que tomaran asiento y que lo esperasen un momento, que acababa de traer a su menor hijo del hospital porque había tenido fiebre y debía atenderlo.

Héctor y josefina esperaban en la sala mirando bellas fotos de Enrique en sus presentaciones y además la foto de su familia, esa foto era la más grande de la sala.

– Disculpe la demora, ya mi hijo no tiene fiebre y está leyendo, díganme, ¿en qué puedo ayudarlos?

– Como le comenté, deseamos hacerle una entrevista que saldrá publicada el domingo.

– Pues pregunten lo que deseen, espero sea una entrevista con magia – Dijo en broma Enrique.

Mientras esperaban, su segundo hijo sirvió un refresco.

– Gracias -dijeron ambos y empezaron de buen humor la entrevista.

– ¿Qué truco le agrada más a los niños?

-Bueno, casi todos son de su agrado, pero hay uno que los hace dice “oooooohhh”.

– ¿Cuál es?

– Cuando me escapo de un baúl con candado.

– Sí, lo hemos visto y a nosotros también nos hizo decir “ooohh”

– Pero ¿Cómo se le ocurrieron esos trucos?

– Aprendí de los viejos escapistas como Houdini, además practicaba cuando me escapaba de casa por la ventana para ir a jugar futbol con mis amigos.

-¿Hay algún truco que no le haya salido bien en público?

– Sí, recuerdo que un conejo no salió de mi sombrero porque se había escapado sin que me dé cuenta, creo que mi conejo también sabía hacer trucos de escape.

-Espero que ese conejo no haya terminado en ninguna olla – dijo el periodista Héctor.

– No, afortunadamente para él lo encontré.

-También lo he visto hacer trucos de cartas- dijo Héctor-¿Usted puede hacer aparecer cartas en otro lado?

-Por supuesto, aunque más me gustaría aparecer billetes dijo en broma Enrique.
-Si usted pudiera hacer aparecer billetes yo también seria mago – dijo Héctor.

– Apropósito, tome una carta de esta baraja y no me diga cuál es -dijo el mago.
Héctor levantó una, la observó con cuidado, era el ocho de espadas.

– Ahora póngalo en ese libro de allá.

Héctor se dirigió al libro y guardó la carta, luego tomó asiento.

Enrique tomó nuevamente el juego de naipe y le dijo a josefina:

-Toma ahora una tú, Josefina.

Ella lo hizo y le salió el seis de trébol. Enrique dice:
-Guárdala en tu cartera.

Enrique les pide:

-¿Podrían ahora entregarme sus respectivas cartas?

– Claro – dijo Héctor, – que se paró, fue hasta el libro y buscó su carta, para sorpresa de él, encontró el seis de trébol.

Josefina, asombrada, abrió su cartera y encontró el ocho de espadas.

– ¡No lo puedo creer! – dijo Héctor. – yo saqué el ocho de espadas y lo puse en el libro y ahora apareció en la cartera de Josefina, ¿no será que tú eres una bruja, Josefina? – dijo Héctor en broma.

-¿Supongo que ahora si creerás que la magia existe? ¡Mi terco novio!..

En eso llegó su hijo mayor con un diploma que le habían entregado y abrazó a su padre, quien muy feliz le dijo:

-Tu mamá desde el cielo debe de estar muy orgullosa de ti… Hijo mío, me están entrevistando para el diario

– ¡Qué bueno! por fin conocerán a Enrique el Mago pero también al buen padre de familia que eres.

– Papá, ahora me voy a cepillar los dientes, para que nunca se me piquen- dijo su segundo hijo.

De pronto su hijo menor se levantó y con un balón en los pies dijo:

-Me siento mejor que nunca papá, hasta me gustaría que vayamos al parque a jugar como cada tarde.- También se acercó a abrazar a su padre.

Los periodistas vieron con atención la escena y prosiguieron con la entrevista.

– La verdad es que josefina y yo discrepamos si la magia existe y estoy creyendo que sí después de ver todo los trucos que usted realiza, pero contéstenos la pregunta por la que vinimos, ¿la magia existe?

Enrique hizo una pausa, sus tres hijos lo observaban, luego dijo:

-No lo sé exactamente, lo que sí sé, es que lo que yo hago son solo buenos trucos, no magia.,

Héctor miró a Josefina y le dijo:

-Tenías razón la magia no existe, aunque por un momento casi cambio de opinión.

– ¡Un momento! – exclamó Josefina, en voz muy alta-¿Cómo se llama cuando un hombre con poco dinero cría a tres excelentes niños?

– No sé cómo se llama ni como lo hace, quizá hace magia – dijo Héctor en broma.

– Claro que sí, sólo eso explica que un hombre crie a tres buenos niños con poco dinero y mucho tiempo para atenderlos y darles mucho amor, eso es tener magia.

– Pero, ¿cuál magia? -Preguntó Héctor.

-La magia del amor- le contestó Josefina mirando cara a cara a su novio.

Fue entonces que Héctor entendió que la magia convencional, la que hacen los magos en los shows, no existía, sino la otra, donde las personas con pocos recursos, logran mucho, gracias al amor de los padres.

Cuando veas a un padre o madre que con muy poco logran criar hijos exitosos comprenderás que lo hacen gracias a la magia, ¿Cuál magia te preguntarás? La respuesta es la magia del amor.

Fin.

Cuento sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos

Enrique, el mago es un cuento de Rafael Di Natale © Todos los derechos reservados.

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