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La fábrica de lunares

La fábrica de los lunares. Kike el Duende, escritor español. Cuento infantil.

Gotitas de la luna sobre nuestra piel, más difícil en las manos y en la planta de los pies. Yo, sin embargo, tengo uno en la planta del pie derecho.

Pegadas de sueños me dicen también que son. Le pregunté a Luna muchas veces: ¿Y los lunares, lunita, que son? Esperó a una noche en que estuvieran en calma, en la tierra los mares y me dijo como llegar al lugar donde se crean los lunares.

-Cuando todo esté muy oscuro, Anaïs, acércate a aquel muro.

Luna estornudó y ante mis ojos ese muro apareció.

-Acércate hasta él, contando hasta siete los pasos, primero solo los pares y después los impares, entrarás en ese momento en el mundo de los lunares.

Y así fue. Millones de pequeñas saltarinas marrones juguetean por todas las esquinas. En un pequeño volcán nacen y a los diez minutos lo hacen, se dedican a saltar para coger fuerzas y cuando éstos lunares están preparados se presentan ante el capitán Ares, el gran lunar rojo, el rey de los lunares.

Él los destina y dice, quienes y cuantos, vivirán en cada niño recién nacido. ¿Dónde colocar a cada niño aquellos pequeños lunares? Casi siempre en los brazos, en la espalda o por toda la piel, a veces en las piernas o donde mejor se ven.

Alguno perdido, como el mío, en la planta del pie, me dicen que así puedo vivir en un mundo al revés y no me daré cuenta. Que entre el bien y el mal escogeré, sin saberlo, siempre el bien hasta el final.

También un lunar grande es señal de buena suerte, de paseos, de tardes de té y de mil tebeos. Es la marca más especial, el punto que te distingue, una sonrisa entre lo terrestre y lo celestial.

Mírate las palmas de las manos y las plantas de los pies, quizás vengas conmigo a este mundo al revés.

Comienzo de nuevo. ¿Pero que son los lunares, Luna? Explícamelo bien. Ya te lo he dicho, millones de hijos tengo y jugando a que son saltarinas me entretengo. Ellos llevan sueños, ilusiones y sonrisas, se os pegan en la piel desde que sois pequeños y con el tiempo te aparecen más, porque lo digo yo y ya verás que lo verás. Con ellos también te quiero decir que siempre estaré contigo.

He repetido mucho en esta historia la palabra “Lunares“, y espero que no te moleste porque, cada vez que lo digo, me dice Luna que los esparce por todos los lugares.

Fin

La fábrica de lunares. Literatura infantil y juvenil, cuentos que no pasan de moda. Lecturas para niños de primaria. Historias para aprender leyendo.

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