Cuentos de insectos para niños y niñas
En general, las hormigas son insectos muy trabajadores y organizados, pero en «Hormigas perezosas» tenemos una breve historia sobre hormigas que no hicieron su trabajo y esto les causó un grave inconveniente de falta de alimentos. Es un cuento del escritor e ilustrador argentino Rubén Rodolfo Ortiz, un nuevo colaborador en EnCuentos.
En el segundo cuento, Herminia es una hormiguita dormilona y bastante haragana, que se burlaba de las otras hormigas que ponían mucho empeño en trabajar. Sin embargo, le sucede algo que va a cambiar su forma de pensar y de actuar de ahí en más. Es un bello cuento de la escritora peruana Giuliana Gaona.
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Hormigas perezosas
Por Ruben Rodolfo Ortiz
En un bosque cualquiera donde viven varios animales grandes y pequeños, donde unos se conforman con alimentarse en el día a día y otras trabajan todo el tiempo antes que les llegue el frío invierno, como las pequeñas hormigas.
Estas se componen por colonias y una reina de cada colonia las organiza en sus trabajos claro que aquí no son todas iguales veamos de que estamos hablando.
– «Majestad estamos listos para cuando llegue el invierno.»
– «Las felicito, si todas hicieran lo mismo.»
La reina lo dijo porque hay algunas que se han dedicado a descansar. Decían:
– «Hay tiempo para trabajar, ahora hay que disfrutar.»
Pero el tiempo es corto y empieza a llegar el otoño, y donde todo empieza a
cambiar.
Y con ellas las primeras lluvias y ellas salen corriendo para el refugio
y todos en un lugar seguro; Pero no todas están contentos porque en otro lugar tienen un problema.
– «Majestad no tenemos suficiente comida para todos y pronto va a comenzar a escasear.»
Y la reina habla.
– «Escuchen, les informo que no trabajamos suficiente y nos faltara comida y debemos pedir ayuda otros. ¿Pero quien podrá ir?»
Y uno dijo:
– «Yo voy.»
Y salió enfrentando el frío, la nieve, el viento hasta llegar
a la otra colonia y grita por ayuda.
«¡Ayuda por favor!»
– «Por favor, necesitamos ayuda, no tenemos suficiente comida y muchos pueden morir.»
– «Majestad, hemos rescatado a una hormiga de la otra colonia pidiendo nuestra ayuda»
– «¡Claro que ayudaremos! Que se prepare para ir a ayudar.»
– «¿Me llamó señora?»
– «Sí, debemos prepararnos para llevar alimentos a la otra colonia.»
– «Si hacemos un túnel, nos llevaría mucho tiempo. Lo otro sería que hagamos un túnel por fuera.»
Realizan un gran tubo con hojas para cruzar a la otra colonia.
Y comienzan a llevar comida a la colonia amiga. Y las otras hormigas con gran alegría los reciben.
– «Aquí están con la ayuda.»
La reina habla:
– «La próxima primavera no será de descanso, será de trabajo, para que también, como nos ayudaron, podamos ayudar a otras.»
Fin.
Hormigas perezosas es un cuento infantil enviado a través del formulario de publicación por Rubén Rodolfo Ortiz © Todos los derechos reservados.
Sobre Rubén Rodolfo Ortiz
«Soy Argentino me encantan los cuentos porque le hace a uno vivir un mundo diferente. Tengo 65 años y a los 22 años emigre a Australia con mi señora y después de tantas pruebas tuve la bendición de poder trabajar en los estudio de animacion Hanna-Barbera. Lo hice en en dos films: «Pound Puppies» y «Teen Wolf». También estuve dando clases de arte para niños y adultos y pude exhibir mi arte en galerías, tanto para la comunidad como privadas. Además, tenia un programa comunitario llamado «Los Semillitas» con marionetas, y trabajé como enfermero auxiliar.»
Herminia, la hormiga dormilona
Por Giuliana Gaona
Dicen que todas las hormigas son trabajadoras, pero dicen nomás… porque yo conocí a una hormiga que no era ni siquiera un poquito trabajadora, era la hormiga Herminia, la más flojita y la más destartalada de todas.
– «¡Ay que de nuevas, voy a tomar una siestecita!» -decía dormilona, antes de empezar a trabajar, esperando dormir cómodamente mientras sus compañeras hormigas ya estaban laborando esforzadamente.
Y ella en cambio, en tono de burla gustaba cantar:
«Trabajar, trabajar, eso buscan sin parar
Yo mas bien, descansar, es mejor que trabajar.»
Un día se aburrió y abandonó el hormiguero, para emprender un larguísimo viaje, alistó sus maletas y se marchó. Iba cantando, muy feliz cuando observó en medio del trayecto unas huellas en la tierra que daba entender que eran las patitas de una tarántula.
– «La tarántula Tarantela, ¡que más queda!» -se dijo ella misma.
-«Tendré que abrir mis ojos lo más que pueda» -y muy optimista la hormiga Herminia le restó importancia.
– «A mí me han dicho que las tarántulas son peligrosas, pero yo no tengo miedo porque
soy valiente y luchadora, seré capaz de derribarla tan solo con una de mis patas» -se dijo orgullosa.
Tarantela vestía siempre de negro y asustaba con solo verla. Pero también era muy suspicaz y convincente. Se acercó amablemente a la hormiguita diciéndole dulcemente:
– «Herminia, hormiguita veo que estas de viaje, debes estar cansada, ¿no deseas descansar en mi hermosa hamaca que he tejido? Verás que dormirás plácida y cómodamente. Y no te arrepentirás querida.»
– «¿En serio? Si es así, no me caería nada mal, ACEPTO» -dijo Herminia tranquilamente.
– «Pasa por favor, estas en tu casa» -contestó la tarántula.
Herminia se recostó panza abajo, cayendo en un profundo sueño, sin darse cuenta que había caído en una trampa.
– «¡Jojojo, ya se durmió! ¡Jajaja, que rica estará! ¡Jejeje, me la comeré! ¡Jijiji, con bastante ají!» -decía la tarántula entusiasmada.
Como le faltaba ají, salió a buscar en el prado, a ver si encontraba algo.
Mientras tanto, Herminia sintió la caricia del aire y el hermoso canto de un ruiseñor, que la hacía soñar y soñar.
Y en ese sueño, apareció su mamá que le decía:
– «Hijita querida, vuelve a casa, y deja ya la pereza a un lado, esfuérzate mucho, yo estaré orgullosa de ti.» -le dio un beso en sus antenitas y se fue.
Herminia despertó con una lágrima en sus ojos, pues su mamá había muerto un mes atrás y a raíz de eso, ella se había descuidado y olvidado de trabajar.
– «Ya no quiero seguir así mamita, voy a salir de aquí y regresaré al hormiguero» -dijo en voz alta.
Fue entonces que llegó Tarantela, lista con el ají en sus patitas.
– «Mmmm, veo que ya te has despertado.»
– «Sí, y quiero ir a mi casa.»
– «A tu casa, no regresarás» -dijo tajantemente la tarántula.
Tarantela se acercó sigilosamente para comerla cuando de repente el ruiseñor al ver el peligro, sacó a Herminia con su pico y volando muy alto la llevó consigo hasta llegar al hormiguero.
– «Muchas gracias, ruiseñor. Si no hubiera sido por ti, ya estaría muerta» -le dijo Herminia.
– «De nada, ahora cumple con tus tareas y no olvides los consejos de tu madre» -contestó el ruiseñor.
– «Así lo haré, de ahora en adelante me esforzaré por ser una hormiga trabajadora.»
De esta manera la hormiga Herminia dejó de ser perezosa y llegó a ser la hormiga más empeñosa del hormiguero.
Su secreto fue recordar siempre el consejo de su mamá, a veces tomaba una que otra siestecita, solo que esta vez, era para recobrar más fuerzas y seguir cantando alegremente una nueva letra:
«Trabajar, trabajar, eso quiero sin dudar,
y también disfrutar del esfuerzo que hay que dar.«
Fin.
Herminia, la hormiga dormilona es un cuento de la escritora Giuliana Gaona © Todos los derechos reservados.
Sobre Giuliana Gaona
“Escribir el libro “Rayito de Sol” y publicarlo en una editorial surgió de la motivación de ver mis cuentos publicados antes en la página EnCuentos.”
Giuliana Gaona Gamarra. (Lima, Perú) Es Licenciada en Educación Inicial y Magíster en Educación por el Arte. Ha laborado en proyectos de acompañamiento pedagógico a docentes en “programas de auxiliares de Educación Inicial”, asimismo en el Proyecto Rinconcito Infantil a través de los cuentacuentos, títeres y ludoteca.
Actualmente, labora como docente universitaria de pregrado en la Facultad de Educación Inicial, realiza cuentacuentos y talleres para niños y adultos. Realiza estudios de doctorado en humanidades con mención en estudios sobre cultura.
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