Capítulo 3: Emma recibe un regalo muy especial.
Emma encendió la luz y miró debajo de su almohada. La pequeña se llevó una gran sorpresa cuando vio que el diente aún estaba allí.
Por qué el hada no se habría llevado su dientito, se preguntaba Emma.
La niña le contó a su mamá lo que había ocurrido. Ambas miraron nuevamente el diente y notaron que tenía un color amarillento.
– Ya sé, dijo su mamá -recuerda que las hadas necesitan dientes muy blancos para decorar sus alas.
– Y yo no me he cepillado los dientes -dijo Emma muy triste.
Pensaron y pensaron hasta que a Emma se le ocurrió una gran idea.
El Hada Trix regresó al bosque encantado y todas las hadas la estaban esperando.

– ¿Cómo te ha ido? ¿Has podido encontrar el diente de la pequeña? -preguntó su amiga Koral.
Gracias a la experiencia anterior, Trix había aprendido algo muy importante. Por eso decidió regresar al bosque y pedir un consejo a sus amigas. Esta vez, no se había puesto a llorar ni tampoco estaba angustiada.
Trix les contó que pudo llegar perfectamente hasta la casa de la pequeña Emma. Encontró su habitación y miró debajo de su almohada. Cuando encontró el dientito, lo observó con mucha atención.
– Estaba sucio y un poco amarillo -le dijo Trix a sus amigas. No se parecía en nada a una perla blanca.
– Es posible que la niña no se haya lavado bien los dientes y por eso haya quedado amarillo. Has hecho muy bien en dejarlo allí -le respondió el Hada Luz-. Lo que haremos será darle otra oportunidad a Emma. Volarás mañana, por la noche, para observar nuevamente el diente y ver si hay algún cambio en él.
– Muy bien, eso haré -dijo contenta el Hada Trix.
– Has hecho un muy buen trabajo Trix. ¡Te felicito! -le dijo Koral a su amiga.
– Es muy tarde bellas hadas. Vayamos todas a descansar porque mañana tendremos muchos más vuelos por realizar -dijo el Hada Luz.
Y así lo hicieron. Las hadas regresaron a sus honguitos mágicos para poder descansar.
Emma estaba algo decepcionada porque el hada no se había llevado su diente. Y sentía mucha tristeza porque su diente estaba amarillo y no sabía cómo remediarlo. Pensó y pensó hasta que se le ocurrió una gran idea.
Emma fue al baño; cogió su cepillo de dientes y la pasta dentífrica. Rápidamente empezó a lavar muy bien el dientito que se le había caído. Su mamá también la ayudó y ambas empezaron a cepillarlo muy fuerte mientras cantaban una linda canción:
Diente, dientito
te cepillo, te cepillo
hasta quedar blanco
y muy limpito.
Cantaron, una y otra vez, la misma canción mientras cepillaban el diente hasta que se volvió más y más blanco. Al cabo de unos minutos, el diente se convirtió en una hermosa perla blanca, reluciente y brillante.
– Ahora sí -dijo contenta Emma-. El hada se sentirá muy feliz con este diente y podrá decorar sus bellas alas.
– Vuelve a poner el diente debajo de tu almohada y estoy segura de que el hada mañana se lo llevará -dijo su mamá.
Llegó la noche y la niña estaba algo preocupada. No sabía si su plan iba a funcionar. Mientras pensaba y pensaba, Emma se quedó dormida.
Cuando se hizo de noche, el Hada Trix, regresó a la casa de Emma. Entró a su habitación y vio a la pequeña que dormía profundamente. Trix deseaba poder llevarse el diente pero no estaba segura si lo iba a encontrar blanco y limpito.
Cuando el hada miró debajo de la almohada, quedó muy gratamente sorprendida.
A la mañana siguiente Emma se despertó cuando su hermanito saltaba enérgicamente sobre su cama. Se pusieron a jugar y a cantar hasta que Emma recordó algo muy importante. Su diente! Y miró enseguida debajo de su almohada.
Su diente ya no estaba allí. En su lugar, había un sobre con su nombre escrito. Dentro del sobre había una carta junto a un hermoso anillo. Era un anillo plateado y que tenía dos grandes alas. La pequeña lo reguló a su medida para poder usarlo. Se quedó maravillada viéndolo mientras su mamá leía la carta.

Hola Emma,
Soy Trix, el Hada de los dientes.
Estoy muy contenta porque he regresado a tu casa, y para mi sorpresa, encontré tu diente muy limpio. En realidad, fue el diente más blanco y limpio que he visto en toda la noche. Es una verdadera perla blanca. Y como has aprendido a lavarte muy bien los dientes, tu regalo sorpresa será éste anillo. Es un anillo muy especial y sólo se lo damos a las niñas que se podrán convertir en Hadas Humanas.
Cuando eso ocurra, podrás volar y recolectar los dientes de los otros niños al igual que lo hacemos nosotras. Cuando cumplas 18 años, verás que tu anillo cambiará de color, y estarás lista para convertirte en un Hada Humana.
Te crecerán dos enormes y coloridas alas en tu espalda. Yo vendré a buscarte y te enseñaré a volar. Volaremos juntas y te llevaré hasta el Bosque encantado para que conozcas a todas mis amigas.
Vivirás en la Tierra, pero todas las noches, podrás volar y venir al bosque. Allí, te enseñaremos a limpiar y a pulir cada diente para transformarlo luego en una hermosa perla blanca. Y cuando estés lista, podrás volar para ir a recoger los dientes de los niños. Los dientes que recolectes serán tuyos y los usarás para decorar tus bellas alas. Cuantas más perlas tengas en tus alas, más alto y rápido volarás.
Nos volveremos a ver pronto.
Saludos, tu Hada Trix.
Emma estaba muy contenta con la sorpresa que le había dado Trix. El anillo era hermoso y le gustaba la idea de convertirse en el Hada Humana cuando creciera.
Desde ese momento, Emma recordó cepillarse los dientes todos los días, en especial después de comer sus golosinas preferidas. Así, Emma, pudo tener sus dientitos tan blancos y limpios como las perlas de las hadas.
Pasó el tiempo y Emma creció.
Al cumplir 18 años, las alas de su anillo cambiaron de color. Se transformaron en unas hermosas alas rosadas. Emma se emocionó y recordó las palabras de su Hada Trix y supo que había llegado el momento.
Cuando cayó la noche, Emma se volvió pequeñita y unas hermosas alas rosadas (al igual que su anillo) le crecieron en su espalda. Con cada aleteo que daba, sus alas se hacían cada vez más grandes y fuertes. Emma supo que se había convertido en el Hada humana de los dientes.
El Hada Trix voló hasta la casa de Emma para nombrarla oficialmente Hada de los dientes. Trix la ayudó a practicar mucho y cuando Emma aprendió a volar muy bien, fueron juntas al Bosque encantado.
Emma era una de las hadas principiante. Ella estaba muy ansiosa por recolectar su primer dientito. Pero tenía que ser paciente y esperar su turno.
Todas las noches Emma volaba hasta el bosque y ayudaba a las demás hadas a limpiar los dientes que habían recolectado.
Una noche, como cualquier otra en el bosque, la alarma volvió a sonar. Era un sonido angelical que hacía felices a todas las hadas. Todas empezaron a aletear alegremente y con mucha energía. Y para sorpresa de todas, las alas del Hada Emma se iluminaron al igual que su bello vestido de color rosa.
De esa manera Emma supo que esa noche sería ella la encargada de ir a buscar el dientito de un niño llamado Joel. El pequeño tenía 8 años y vivía en calle San Agustín N 20.
Emma se apuntó muy bien la dirección y cuando estuvo lista para hacer su primer vuelo, partió.
Era de noche y los humanos dormían, Emma fue volando hasta la casa de Joel. Entró por la chimenea y se encontró con una casa muy grande; con varias habitaciones y un jardín precioso. Pudo ver a 3 gatitos jugando en la sala mientras que ella buscaba la habitación del pequeño Joel.
Finalmente Emma pudo encontrar el cuarto del niño. Al entrar, se llevó una gran sorpresa cuando notó que había dos pequeñas camas. Los niños eran mellizos y eran igualitos; salvo por el color del pelo. Cuál de ellos sería Joel, se preguntaba el hada.
El Hada Emma respiró profundamente; recordó todos los sabios consejos de las hadas y se quedó muy tranquila.
Ella voló muy despacio y con mucho cuidado para no despertar a los niños. Empezó a buscar debajo de cada almohada hasta que encontró el dientito de Joel. Emma estaba feliz. Había encontrado su primer diente. Al observarlo, se dio cuenta que era blanquísimo al igual que una verdadera perla blanca.
Emma lo tomó en sus manos y luego se lo pegó en una de sus alas para poder seguir volando.
Antes de irse, Emma le dejó un regalo a Joel que puso debajo de su almohada. Era un cuento mágico; al abrirlo, el niño podría viajar al lugar donde él quisiera ir y podría conocer a sus superhéroes favoritos.
Desde ese día, el Hada Emma, volaba todas las noches en busca de dientes limpitos.
El próximo viaje del Hada Emma…
¡¡Será a tu casa!!
¿Te has cepillado bien los dientitos?
Y colorín colorado, el Hada Emma se fue volando.
Fin.
El Hada de los dientes y el bosque encantado es un cuento de la escritora Carla Luciana Luvino © Todos los derechos reservados.
Sobre Carla Luciana Luvino

Carla Luciana Luvino, nació en Argentina, vivió en Buenos Aires hasta los 28 años y luego estuvo viajando y viviendo en otros países. Desde hace tres años que se instaló en Valencia (España)
«Me apasiona viajar, tomar fotografías, dibujar y escribir. Disfruto mucho poder seguir jugando y sorprendiendo a mis sobris a pesar de la distancia. El juego, al igual que la lectura, crean vínculos; te conectan y te abren a un mundo mágico de posibilidades infinitas. Escribir cuentos para niños me sumerge en ese mundo 😊💕».
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¡Hermosa historia y muy entretenida para los peques!
Muy lindo cuento y muy original para compartir con los más peques.
Un cuento lleno de ternura, fantasía y con un mensaje para los niños: cuidarse los dientes para que esa hada maravillosa los convierta en perlas.
Me encantó la escritora, hace volar su imaginación como si ella fuera el hada.
¡¡¡Hermoso cuento!!!