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El hada conciliadora – Capítulo I

Cuento infantil de hadas y duendes sugerido para niños a partir de ocho años.

Capítulo I

-¡Tenemos un grave problema!-Escuchó gritar el hada madre mientras sus dos ayudantes entraban a toda prisa en el salón.

-No es para tanto, estás exagerando como de costumbre-le contestaba uno al otro.

-¿Qué yo exagero? ¿Qué yo exagero? Ahora verás si esto es grave o no, espera a ver qué piensa el hada madre.

Din y Don eran los duendes ayudantes del hada madre y el hada madre era quien gobernaba en el reino de las hadas y quien se ocupaba de una tarea muy especial: Cada vez que nacía un hadita, el hada madre le daba una misión.

No todas las hadas tenían las mismas misiones, cada una tenía la suya y se dividían en grupos.

De ese modo estaba el grupo de hadas que cuidaba la naturaleza, otro que velaba por los sueños de los niños, un tercero que curaba los corazones heridos y así formaban un gran reino cuyo fin era siempre ayudar a las personas.

-¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué están discutiendo ahora?-preguntó el hada madre.

-Estamos en graves problemas, ha nacido un hadita más-dijo Din.

-¿Y cuál es el problema estimado duende? Siempre nacen haditas, problema sería que eso no ocurriese-contestó el hada.

-¿Ha visto? ¿Ha visto? Ya le decía yo que exageraba ¡Ay mi Dios! ¡Este duende se ahoga en un vaso de agua!-dijo Don.

-No discutan por favor, dime Din ¿cuál es el problema?-preguntó el hada.

-No tenemos más misiones, se han acabado-contestó el duende preocupado.

-Las misiones tienen que ver con las virtudes ¿cómo puede ser que se hayan acabado?

-Déjalo hada madre, está exagerando-repitió Don.

-No exagero hada madre, revisa los registros. Tenemos todas las misiones encomendadas según

las virtudes-se apresuró a decir Don.

-Si así fuese, estamos en problemas, por favor tráiganme los registros y revisémoslos juntos.

Los duendes presurosos buscaron los registros: libros muy bellos y muy grandes donde se iba registrando qué misión se le iba dando a cada hada según las virtudes.

-Veamos con tranquilidad-propuso el hada- vamos por orden alfabético.

Din se colocó sus lentes, tomó una pluma y abrió el libro.

-Amorosas: ya está el cupo completo hay dos mil setecientas, Bondadosas también, hay tres mil, Cuidadosas lo mismo, tenemos mil quinientas ¿continúo?-comenzó a enumerar Din.

-¡Si por supuesto continúa recién vas por la letra c!-dijo Don-ya verás que encuentras algún grupo que no esté completo.

-Prosigo-contestó Din-Dadivosas: son dos mil, Encantadoras: mil ochocientas, Fieles: dos mil, Graciosas mil doscientas y puedo seguir hasta que anochezca.

-No puede ser-dijo el hada- madre muy preocupada- alguna misión tienen que haber quedado libre para darle a esta hadita recién nacida. Pues seguiremos revisando hasta que hayamos terminado con todos los registros.

Cayó la noche y el hada madre y sus dos ayudantes seguían controlando las categorías de hadas, según misiones y virtudes: Honradas, Juguetonas, Laboriosas, Madrinas, Osadas, Precavidas, Responsables, Sensibles, Tiernas y muchas más.

Asomaba el sol cuando los tres, aunque ya medio dormidos, se dieron cuenta que Din tenía razón. Por alguna razón, habían utilizado ya todas las virtudes y todas las misiones, no había grupo en el cual ubicar a este hadita recién nacida.

Contiuará…

Todos los derechos reservados por Liana Castello.

Ilustración de MARIA GRANADERO
[email protected]
web Art Maria Granadero

Cuento infantil de hadas y duendes sugerido para niños a partir de ocho años.

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