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El globo y la luna es uno de los cuentos de globos de la colección cuentos de la luna de la escritora Elena Ramírez Martínez. Para niños a partir de nueve años.

La luna como cada noche, lucía espléndida en la madrugada junto al abrigo de miles de estrellas, que parecían acunarla en el ancho cielo que las resguardaba, aún así la luna se sentía triste y desamparada, no había más motivo que su tremenda soledad. Sentía a todas sus lindas estrellitas en la cercanía, más no por ello podía sentirse dichosa.

Como cada noche oscura en la que la única luz que alumbraba era la de la reina del cielo y sus campanitas plateadas, la luna miraba con alegría a los seres que bajo ella se encontraban, y se centró en un diminuto ancianito que en su granja trabajaba, y a pesar de su avanzada edad se le veía con mucha energía y vitalidad. Este nuevo amiguito parecía que estaba construyendo algo, y parecía ser algo grande, ya desde la distancia se podía observar que era de enormes dimensiones.

Así, noche tras noche, la luna entusiasmada observaba desde su hogar a su venerado ancianito día tras día en lo que estaba trabajando, parecía que iba adquiriendo forma, su mujer era canastera, y estaba construyendo un canasto grande, cada día era más evidente, era una gran canasto de color plata y una vez hubo terminado, tejía sin descanso unas enormes bolsitas negras con lunares blancos, era muy hermoso observar a esta pareja a la que a la luna les inspiraba una profunda ternura y melancolía.

Pasadas unas semanas la abuelita tenía terminados los sacos que con mucha delicadeza había cosido en días anteriores, y con la ayuda de su esposo fue enganchándolos sobre el canasto grande.

Terminadas estas tareas los dos ancianitos, se dispusieron a coser sobre una grandiosa tela blanca, por el día no se notaba, pero por la noche se podía apreciar aquel suave tejido tornasolado, que bajo el reflejo de la luna, brillaba como cada una de las estrellas que la acompañan.

La luna llevaba meses sin encontrarse en su profunda soledad, todo ello era gracias a sus abuelitos que cada noche la entretenían y alegraban, así, conforme iba pasando el tiempo una sonrisa de sus labios nácar se escapó, se acaba de dar cuenta que sus amiguitos terrenales estaban construyendo un enorme globo, qué bello era admirarlos, tan mayores, y con tanta alegría, en la que cada anochecer siempre encontraban el motivo de seguir sonriendo.

Llegaba la noche del tercer mes, y la luna ansiosa salió antes que de costumbre, estaba realmente emocionada, sabía que era el gran estreno del globo al que había visto nacer, aquel en el que sus noches amenizaba, y en la que por unos meses la tristeza de su rostro se llevaba. Ese día luna brillaba con fuerza, y si ya era bello observarla cualquier noche, esta brillaba de manera especial, por unos instantes se sentía feliz y ello hacía que su resplandor fuera más profundo e irresistible.

Por fin salieron los ancianitos, y expectante la luna desde su trono en el cielo los aguardaba, y allí, empezaron a sacar el gran globo blanco y plateado moteado por miles de lunares, el ancianito se dispuso a inflar el enorme globo plateado con ayuda de su querida esposa, y así como si de un sueño se tratara, el gran globo empezó a coger forma, qué maravilla habían creado nuestros abuelitos, dichosos se abrazaron, y empezaron a soltar algunos de los múltiples saquitos que la ancianita con tanto mimo y esmero había cosido, y poco a poco fue alzando el vuelo, e iba brillando por dónde pasaba, era como una diminuta luna viajera, dejando un halo tras de sí, la luna estaba totalmente asombrada, y más si cabe porque en ningún momento vio subir a ninguno de los abuelitos al globo, ella no entendía nada, allí estaba su bella construcción pero sola, parecía que poco a poco se iba aproximando hasta donde estaba luna, y mientras miraba con cautela todos estos acontecimientos sin darse cuenta, tenía aquel espléndido globo enganchado a ella.

No sabía realmente lo que estaba pasando, pero en el mismo había una gran nota de color celeste que decía: » Para que nunca más te sientas sola en las noches que coronas, aquí tienes a tu amigo el globo que siempre te acompañará en la soledad de tus madrugadas «, sin saber cómo ni por qué, una lágrima de cristal resbaló por su mejilla cayendo sobre el lindo globo, el cual se estremeció y vida cobró.

Desde aquel dulce momento, el globo y la luna iluminan en perfecta armonía y compañía cada una de las noches que nos aguardan en nuestro camino.

Fin

El globo y la luna es uno de los cuentos de globos de la colección cuentos de la luna de la escritora Elena Ramírez Martínez. Para niños a partir de nueve años.

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