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Por Liana Castello. Cuento sobre la libertad y la soledad.

El globo y el pájaro es un hermoso cuento para leer con los niños y reflexionar. La escritora argentina Liana Castello nos trae, en este breve relato, una nueva mirada sobre lo que significa la libertad y la soledad que podría ser analizada y comentada con los niños.

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El globo y el pájaro

El globo y el pájaro - Cuento sobre la libertad y la soledad

Vagaba un globo por el cielo y en su viaje sin rumbo se topó con un árbol y quedó atrapado en sus ramas. – ¿Cómo salgo? – pensó sin desesperarse.

Los globos están acostumbrados a no ser dueños de sus destinos. Pueden permanecer quietos decorando una fiesta o jugar alegremente de la mano de un niño. Pueden acompañar un regalo o ser ellos mismos un obsequio.

Un pájaro vio al globo atrapado entre las ramas y curioso, se posó sobre una de ellas.

– «¿Qué clase de pájaro eres?» –preguntó.

– «Soy un globo, no soy un pájaro» –respondió con la misma tranquilidad con la que esperaba ver cómo salía de allí.

– «Pero vuelas como yo, te he visto» –dijo el ave.

– «Es cierto, pero mi vuelo no es libre, no elijo dónde voy, no soy dueño de mi itinerario

– «Triste por cierto» –comentó el pájaro- «¿Eres esclavo de la gente?»

– «Yo no diría eso» –respondió el globo-.

– «Pero no eres libre, tú lo has dicho, no elijes. Mírame a mí, yo ahora estoy aquí porque quiero, pero en un segundo puedo levantar vuelo y posarme en otro árbol, o en un techo. Puedo volar alto o bajo, según desee y ¿tu qué haces? Digo, cuando no quedas atrapado en las ramas de algún árbol.»

– «Juego con los niños, los alegro, acompaño festejos, cumplo deseos simples, provoco sonrisas, puedo ser también un obsequio y hasta tener diferentes formas.»

– «Suena interesante, pero… ¿dónde está tu libertad? ¿Cuándo eres dueño de ser un regalo o adornar un festejo?» –preguntó el pájaro apesadumbrado.

– «Nunca. Jamás elijo, las personas lo hacen por mi. Aún así no me quejo, no es una mala vida.»

– «No entiendo ¿Qué vida puede ser buena sin elegir? Yo, a diferencia de ti soy libre, viajo, me quedo, hago nido, lo abandono, duerno en ramas de árboles o bajo cartones. Elijo en qué techo me poso. Nadie me dice qué debo hacer, vivo feliz.»

Mirando fijo al pájaro que no dejaba de enumerar el sinfín de ventajas que tenía su vida respecto de la del globo, éste le preguntó:

– «¿Alguien te espera?».

El pájaro quedó pensativo.

– «Pues… no… no lo creo. En realidad, estoy seguro, nadie me espera.

– «Triste por cierto» –comentó ahora el globo.

– «¿Y qué te hace sentir feliz entonces?»

– «No entiendes, ser libre, ir dónde quiero y cuándo quiero. Mírate tu ahora, atrapado entre las ramas de un árbol del cual no saldrás, excepto que alguien venga por ti.»

– «Alguien vendrá por mi» –respondió tranquilo el globo.

– ¿Y por qué habrán de hacerlo? Si no te encuentran, los niños buscarán otro globo, igual o diferente no se, pero se conformarán con otro verás.»

– «No entiendes nada. No tratas con las personas, no todo da lo mismo. Cuando un niño desea algo, quiere justamente ese algo, no otro, aunque se trate de un simple globo como yo.»

– «Es cierto, no tengo trato con las personas, pero las observo. Veo cómo toman o dejan algo, veo cómo usan a las cosas sin importarles de ellas otra cosa que la utilidad que le puedan sacar.»

– «Te vuelves a equivocar, los niños no son así. Ellos se encariñan con sus juguetes, los adornos de su cuarto y con nosotros. Por extraño que te parezca, un globo tiene mucho que ver con la infancia.»

– «Lo dices para consolarte, para encontrarle a tu vida un sentido que no sea el de la esclavitud, siento pena por ti.»

El globo miró al pájaro sin rencor.

El conocía su destino y para qué había sido creado y con ello estaba contento. Su mayor felicidad era darles felicidad a otros, aunque no dependiese de él el momento o el lugar.

El concepto de libertad, por extraño que parezca, puede no ser lo mismo para todos y el de la felicidad tampoco.

De pronto, el globo comenzó a ser tirado hacia abajo. Un llanto de niña se escuchaba de fondo. Ambos miraron hacia abajo y vieron a una niña y a su padre, quien trataba con mucho esfuerzo de tomar el hilo del globo para liberarlo.

Finalmente, el hombre tomó con fuerza el hilo, tiro aún con más fuerza de él y con una inmensa sonrisa, se lo entregó a la niña, quien de inmediato dejo de llorar.

El pájaro vio cómo la mano de la niña aferraba al globo. Miró el rostro de la pequeña y se dio cuenta qué era la felicidad.

Vio cómo el globo se alejaba con la niña y el hombre, y en el medio de su libertad, descubrió también lo que era la soledad.

Fin.

El globo y el pájaro es un cuento de la escritora argentina Liana Castello © Todos los derechos reservados.

Sobre Liana Castello

Liana Castello - Escritora

«Nací en Argentina, en la Ciudad de Buenos Aires. Estoy casada y tengo dos hijos varones. Siempre me gustó escribir y lo hice desde pequeña, pero recién en el año 2007 decidí a hacerlo profesionalmente. Desde esa fecha escribo cuentos tanto infantiles, como para adultos.»

Liana fue, durante varios años, Directora de Contenidos de este portal. Junto con EnCuentos, recibió la Bandera de la Paz de Nicolás Roerich y se convirtió en Embajadora de la Paz en Argentina.

Si quiere conocer más sobre la escritora Liana Castello, puede leer su biografía Aquí.

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Comentarios y Reflexiones

  1. Foto del avatar

    Me ha gustado mucho el cuento El Globo y El Pájaro, demuestra que en muchas ocasiones lo bueno e interesante de las cosas, está en el enfoque con que se le trate, o sea que el color con que vemos las cosas, depende muchas veces del color del cristal con que las miramos.
    Soy docente y estoy escribiendo un libro sobre algunos temas como este, sobre los cuales a veces es bueno reflexionar y mirar desde diferentes aristas, quiero saber si en el libro puedo utilizar este cuento para apoyar mis temas de reflexión y comentando su importante enseñanza, claro está, haciendo referencia a las credenciales de este cuento.

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