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La mona del túnel #5 💀 Era la esposa de uno de los constructores…, él le dio muerte y para ocultar el cadáver, la emparedó en ese túnel.

"La mona del túnel #5" del escritor colombiano Samuel Gutiérrez Ospina es un inquietante relato basado en una conocida leyenda de la carretera entre Buenaventura y Cali. Según la historia, una bella y simpática mujer rubia aparece a la orilla de la carretera tras la medianoche, haciendo dedo y pidiendo que le lleven. Sin embargo, su verdadera naturaleza emerge de forma espeluznante y aterradora. El narrador, quien nunca había cruzado ese tramo a esa hora, debe enfrentarse a la leyenda una noche, acompañado de un cadáver en un coche fúnebre. Este cuento promete mantenerte al borde del asiento con su atmósfera de misterio y terror. Un cuento recomendado para adolescentes y jóvenes.

La mona del túnel #5

La mona del tunel #5 - Cuento de fantasmas

Uno de las leyendas que circularon durante mucho tiempo en el ir y venir en la vía Buenaventura -Cali-Buenaventura, era la de una señora muy bonita, de pelo rubio y mucha simpatía. Que después de las 12 de la noche aparecía de un momento a otro, a la vera de la carretera, después de pasar el túnel #5.

Si el vehículo iba en ruta, hacía una u otra ciudad, levantaba la mano y pedía el aventón. Ya sentada al lado del chofer del camión, o si era un automóvil, en el asiento de atrás, si el puesto de adelante iba ocupado. Con su simpatía y sonrisa arrolladora dejaba lelos y como en un ensueño a sus acompañantes en el vehículo. De un momento a otro, un tramo más allá del túnel, desaparecía como por ensalmo, mostrando fugazmente su rostro vuelto una calavera, y un pelambre color ceniza. Despertaban los pasajeros o el chofer del camión del ensueño y de la ilusión, aterrados y sudando de pavor.

Esa historia se quedó en la mente de los viajeros frecuentes de esa carretera. Explicaciones varias, todas fantásticas. La que más caló, fue la versión de que la mona, era la esposa de uno de los ingenieros constructores de los túneles. Qué por desavenencias de pareja, él le dio muerte y para ocultar el cadáver, la emparedó en ese túnel. Allí quedó en medio de cantidades de hormigón. Cómo lo hizo en medio de tantos obreros, capataces y colegas, no lo aclara la versión. Todo queda en lo fantástico e inverosímil. Pero muchos si evitaban pasar tarde de la noche por ese tramo. Yo nunca lo hice, hasta ese día.

Años después, a este narrador le toco pasar por allí a esa hora fatídica de las 12 de la noche, pero acompañado de un cadáver, este si real dentro de un ataúd y en un coche fúnebre.

Todo empezó un domingo de junio de 1994 con un paseo de la Empresa en la que yo trabajaba a la quebrada Agua Clara. Y donde, por causas del miedo al agua que le infundía el marido a su señora, que al sentir que la corriente la apartaba de la orilla, dio gritos de alarma y auxilio.

Uno de los muchachos de la empresa, que había ingerido licor y no había dormido la noche anterior, se lanzó a socorrerla, sin estar ella en verdadero peligro. El esfuerzo del chico al nadar, su mal estado físico por los tragos y el trasnocho, le causó un colapso y se hundió como una piedra. Fue sacado del fondo de la quebrada por los habitantes de allí. Los de la Patrulla Aérea del Pacífico, que estaban en el caserío, le hicieron las maniobras de reanimación, pero fue inútil.

Se acabó el paseo. Subimos el muerto al bus de la Empresa, lo acomodamos con respeto y dolor en el pasillo del bus. Llegamos al Puerto, se devolvieron a Cali todos y me quede yo con él en Buenaventura haciendo lo correspondiente a: la autopsia y los tramites de la morgue y funeraria.

Todo esto lo logré con la ayuda de mi hermano Héctor, pues conseguir un médico legista un domingo en la tarde no era tarea fácil. Lo consiguió en el barrio La Transformación, pues allí vivía él, más el legista su amigo, además el dueño de la funeraria también.

No murió ahogado, dictaminó el médico. Sus pulmones estaban libres de agua, pero su corazón si había fallado. Se procedió a preparar, amortajar el cadáver y ponerlo dentro del ataúd.

Termine todos estos trámites ya entrada la noche y emprendimos el viaje con el señor de la funeraria hacia Cali, a entregarle a sus familiares el compañero muerto.

La carretera, a esas horas se veía muy sola, con diferencias de tiempo amplias entre los carros que por ella transitaban, a medida que avanzábamos en uno u otro sentido. Las luces de los escasos vehículos, rebotaban al dar las curvas, en las paredes sin brillo del cañón del rio Dagua, dándole un aspecto fantasmal al trayecto.

Siendo ya cerca de las doce de la noche y acercándonos al túnel #5, al señor de la funeraria y a mí, nos dio por conversar de la mona que se aparecía por esos lados.

Hay poco carros para que la mona elija ―decía el conductor de la carroza.

Así, es más alta la posibilidad de ser nosotros los elegidos ―contestaba yo.

Nos preguntábamos - ¿Qué tal que nos escoja, se nos suba y nosotros con un cadáver ahí atrás? -

Estaríamos completos y a la par: dos vivos, cagados del miedo, y dos muertos de verdad, viajando en carroza funeraria ¿Qué tal la situación? ―decía yo.

Dándome vuelta hacia el ataúd, y poniendo mi mano derecha encima de la caja, le pedí al muertito por lo que más quisiera, por vidita suya, por su santa madrecita, que no permitiera que se nos apareciera el espanto. Y así fue. La mona no pidió aventón. Seguro vio la carroza, y se dijo a sí misma:

 ¡Yo ahí no me subo, que miedo! ¡Con un muerto! ¡Mejor espanto a otros vivos! Ni boba que fuera.

Pasamos a toda mecha.

Fin.

La mona del túnel #5 es un cuento del escritor Samuel Gutiérrez Ospina © Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial sin el consentimiento expreso de su autor. Parte de Historias en Yo Mayor. Cali - Septiembre de 2022. Capítulo 4°. Mitos, leyendas y angustias.

Sobre Samuel Gutiérrez Ospina

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Comentarios y Reflexiones

  1. Foto del avatar

    En la Mona del túnel #5 el escritor narra su historia basada en una leyenda. Se puede sentir a partir de su narración momentos de tensión por lo que va a suceder. Pero finalmente le da un final un tanto gracioso.
    Buena historia.

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