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Vagando en los recuerdos ❮ “Sé que, igual que el azúcar de mi café, siempre estarás ahí, dando con tu presencia un poco de sabor a mis días…”

Vagando en los recuerdos” de Alberto Suárez Villamizar narra la conmovedora rutina de una pareja de ancianos marcada por el Alzheimer. El esposo cuida con ternura a su esposa, quien se pierde en los laberintos del olvido, mientras su amor se mantiene intacto. El relato muestra la lucha silenciosa de quien cuida y la desconexión dolorosa de quien ya no recuerda, en un hogar lleno de reminiscencias y ausencias. Entre pequeñas acciones cotidianas, él intenta mantener viva la conexión con ella, encontrando en cada gesto un modo de resistir ante la inevitable marcha del tiempo.

Teniendo en cuenta que el 21 de septiembre se celebra el día de luchar contra el Alzheimer, me permito poner a su disposición la historia "Vagando en los recuerdos", donde muestro una faceta de lo que representa un día en la vida de quienes vivimos con una persona que padece esta enfermedad, que nos agobia actualmente, y cuya mayor afectación está en la pérdida de los recuerdos.

Alberto Suárez Villamizar

Vagando en los recuerdos

Una pareja de ancianos - Vagando en los recuerdos - Cuento sobre el Alzheimer

El aire fresco y el canto de las aves anuncian un nuevo día y, con él, el ajetreo propio de nuestras vidas. Él prepara el café mientras ella se abandona a sus sueños en la vieja cama que fue parte de los muebles adquiridos para un aniversario de bodas. La observa desarropada y piensa que estará sintiendo el frío de la madrugada; con cuidado, para no despertarla, toma una manta y la cubre.

En el comedor, saborea la primera taza de café y enciende la radio para escuchar las noticias del momento. Trata de no hacer ruido para no interrumpir su sueño. Entre sorbo y sorbo, consume la bebida, mientras espera verla levantarse y venir a su lado. Busca un lápiz y anota en la libreta que siempre le acompaña alguna frase o idea que viene a su mente, y que después trata de acomodar en la historia que escribe en el momento.

La siente despertar. Se levanta, viene a su lado y espera que sirva su taza de café. Ve su mirada vacía y perdida, como siempre, en profundos laberintos. Sabe que será en vano, pero, aun así, trata de hablar con ella y entablar alguna conversación.

¿Cómo estuvo tu noche? —pregunta buscando rescatarla del mundo donde vaga su mente.

El café está caliente —responde ella, soplando la taza que lleva más de media hora servida.

¿?

Anoche recordé los viajes al mar con nuestra hija —dice, tratando de hacerla reaccionar. Ella escucha en silencio sin mostrar emoción alguna.

Voy a hacer aseo —dice.  Después de unos instantes de silencio, se levanta y se va.

Busca una escoba y, de forma diligente, inicia su recorrido por la casa, mientras él, trata de cuadrar las palabras adecuadas para terminar la historia que escribe hace días. Más tarde, suspende la escritura para preparar el almuerzo. Ella limpia el polvo de los muebles y riega las plantas de bellas flores que han conseguido. Toca las macetas en sus manos temblorosas y entabla sus diálogos con ellas.

¡Hola, linda, quiero verte florecer de nuevo! —dice a la orquídea mientras limpia con esmero sus hojas.

¡Y tú también tienes que ponerte hermoso! —habla ahora al lirio que adorna el mirador y que riega en forma abundante.

Continúa su deambular por la casa llevando algo para limpiar todo. Se detiene y quizás dialoga con las imágenes que se forman en su mente. Mira las fotos colgadas en las paredes, que dejan ver las huellas del paso tiempo: unas de los aniversarios y otras que tienen como fondo el mar, donde aparecen con su hija. Llega hasta el patio donde yacen abandonados el triciclo, los patines y el balón de baloncesto que alegraron la infancia de la hija.

Entre la escritura y las visitas a la cocina alistando el almuerzo, transcurre la mañana. A la hora del mediodía, dispone los platos y sirve lo que ha preparado. Corre una silla y la invita a que lo acompañe en el comedor.

Te preparé el pollo con champiñones —dice buscando alegrar su ánimo.

A esta hora hace calor —dice ella, con su mirada vacía, donde aparecen unos destellos, quizás recordando los años maravillosos de la juventud. Calla y no dice más.

Termina los alimentos, se levanta y va a la cocina a lavar y ordenar la loza. Luego, la ve moverse como una sombra por los rincones de la casa. Se detiene en la puerta de la habitación que ocupó su hija, observa la cama ordenada, y las cosas que permanecen allí desde su partida. Él va a su lado, la abraza y da un beso en su frente, pero su mirada sigue perdida.

Pasan las horas y llega la noche, y él recuerda la imagen de la mujer que le brindó uno a uno los pétalos de su juventud. La oscuridad se apodera de todo, ella enciende la luz y se dirige a la habitación. Sentada en la cama, ora en silencio. Luego, recuesta su cansado cuerpo sobre el lecho, mientras él piensa:

«Es una sombra que vaga por la casa y, aunque tu mente esté ausente y vacía, sé que, igual que el azúcar de mi café, siempre estarás ahí, dando con tu presencia un poco de sabor a mis días, mientras esperamos nuestro turno de partir».

Fin.

Vagando en los recuerdos es un cuento del escritor Alberto Suárez Villamizar © Todos los derechos reservados. Prohibida su reproducción total o parcial sin la expresa autorización de su autor.

Sobre Alberto Suárez Villamizar

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Comentarios y Reflexiones

  1. Foto del avatar

    Hermosa historia de cuidado y amor es lo que nos muestra la historia de Alberto. Es una problemática que se vive en muchos hogares cuando hay un familiar con esta enfermedad, pero que a veces su familia, no le presta la atención o el cuidado que merecen.

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