Como los patitos feos
Como los patitos feos. Cuento infantil sobre los valores sugerido para niños a partir de diez años.
En un pueblo alejado de la ciudad, un pueblo tranquilo, cálido, amistoso.
Una mañana como otras, una tormenta nació sin ninguna razón y dejó al pueblo sumergido en oscuridad y tristeza.
Todos los habitantes trataron de luchar contra esa realidad. Pero nadie encontró las herramientas.
En esa profunda oscuridad nació una niña diferente al resto de los pueblerinos.
Su nombre era Guadalupe, con facciones suaves, ojos brillantes y una sonrisa eterna como el océano iluminó aquella casa, pero una enfermedad desconocida le robaba los movimientos y cada vez que ella quería correr o caminar como cualquiera de los otros chicos, un dolor la atacaba dejándola inmóvil.
Muchos decían que la tormenta se le había metido dentro del cuerpo.
Y a pesar de sus esfuerzos por parecerse al resto de los chicos, todo le costaba el doble.
Su mamá le contaba antes de irse a dormir el cuento del patito feo y Guada la escuchaba con atención, con esos inmensos ojos marrones brillantes, pero sin entender demasiado, guardaba la esperanza de convertirse algún día en cisne.
Sin comprender porque a ella se le había metido la tormenta dentro de su cuerpo y refugiándose en sus sueños, le pedía a Dios que la ayudara.
Creció entre pinchazos, pastillas amargas y lágrimas de dolor pero también de felicidad, mucha fantasía, magia y ¡también alegría!
Corrió como pudo, caminó con sus pasos lentos construyendo su propia historia.
Algunos se hicieron amigos leales y aprendieron a acompañarla.
Después de largas jornadas su mamá seguía contándole el cuento del patito feo.
- Todos somos distintos, y eso no está mal.
Pero Guada no se resignaba.
Una tarde un médico, reumatólogo infantil, le explicó que la tormenta no tenía nada que ver y que ella padecía de una enfermedad que se llamaba artritis idiopática juvenil. Que no tenía cura por el momento, pero que muchos trabajaban duro para encontrarla. Así fue como buscaron tratamientos efectivos para ella. Y con el tiempo lograron encontrarlo, de a poco corrió y caminó con pasos más veloces y los dolores se fueron.
El doctor le contó que tiempos de felicidad se aproximaban, pero debía estar preparada para vivir momentos difíciles.
El pueblo recobró, como nuestra amiga, la alegría perdida y aquella tormenta solo fue un recuerdo del pasado.
Guada se convirtió en un hermosa mujercita y entre risas y aventuras, amigos y carreras en el parque construyó su felicidad.
De la nada misma, una tarde, el cielo se oscureció y la tormenta regresó.
Una mujer sabia que vivía en la montaña, les dijo a los habitantes intranquilos y ansiosos por encontrar una salida, que solo una niña que conociera el valor de la esperanza se enfrentaría a la tormenta venciéndola con su fe.
- Entre los muchos niños nacidos durante estos últimos años, todos distintos e iguales, una niña buscará entre sueños eternos y no tan lejanos el camino a la esperanza.
Rastrearon en cada una de las casas del pueblo y como en el cuento que su madre le contaba, entre un grupo de patitos, todos iguales, un cisne se paró y señaló el camino.
Esa tarde los habitantes del lugar caminaron atrás de Guada, parada en la parte más alta del campo, con mucho miedo, le susurró unas palabras a la tormenta. Nadie pudo escucharlas.
Pero para sorpresa de ellos, el cielo se abrió y la tormenta se esfumó.
Parada entre la gente, se sintió segura, tal vez algún día la tormenta volviera pero ella empezaría a caminar de nuevo hacia la parte más alta del campo para vencerla.
Con ayuda de todos, como lo hizo con la artritis, se convirtió en el cisne más lindo, grande e imponente del pueblo.
Encontró y aceptó sus diferencias, sabiendo que cada uno de ellos tenía las propias.
En un pueblo alejado una niña se transformó en la guerrera más admirada y querida, dispuesta a dar batalla tantas veces como fuera necesario para vencer a la cruel tormenta.
Alguien escuchó las palabras que esa tarde Guada susurró y dicen que algo así dijo:
- ¿Sabes algo tormenta? A pesar del miedo sé que mi fe es más fuerte y que estoy dispuesta a caminar una y otra vez para enfrentarte, como lo hicieron otros. Con mi esperanza y mis sueños, como aquel cisne descubrió y construyó su historia ¡estoy dispuesta a pelear con vos y ganarme la alegría de sentir el calor del sol, por más que a veces no se vea. ! Esas fueron las palabras que espantaron a tan temible enemigo.
En un pueblo tranquilo, amigable una niña se prometió defender su felicidad y otros cisnes de lugares cercanos supieron que no estaban solos.
Fin
Cuento infantil sobre los valores sugerido para niños a partir de diez años.