Darlac y el sauce llorón. Cuentos de magos
Cuentos de magos. Cuentos cortos para reflexionar.
Aquella noche, tenía algo de misterio, la luna de plata se derramaba sobre el bosque, dejando un sendero luminoso, una estela que daba fin a los pies del gran sauce, en cuyo interior albergaba la entrada a la morada de Darlac, un viejo mago muy poderoso, que dominaba las ciencias ocultas.
Conocedor de secretos, sortilegios, maleficios y hechizos.
Quiso el destino, que la hija recién nacida del rey fuese abandonada a su suerte, cuando su ama intentando salvarla de una muerte segura, se la arrebató a su madre en el momento de nacer.
El castillo, se vio asediado, por enemigos ávidos de la riqueza del reino.
La niña sobrevivió milagrosamente, esa noche hasta el amanecer.
El mago la encontró, envuelta en una piel de oveja, cuando se dirigía a buscar plantas y semillas para sus potingues.
Hombre solitario y parco en palabras, viendo la destrucción del poblado y del castillo, resolvió que aquella niña se la habían dejado a su cuidado, para que no pereciera en esa infortunada noche, a manos del enemigo, que sin duda serian los nuevos dueños del lugar, y la llamó Miracle, que quiere decir milagro.
Creció esta niña, entre alambiques, y calderos mágicos, con la única compañía de los animalitos el bosque.
Darlac el mago, le tenía prohibido alejarse más allá de donde terminaban las ramas del gran sauce, que tocaban el suelo, formando una gran campana verde donde estaría protegida.
Darlac, siempre supo que la niña se iría cuando cumpliese los quince años. Lo vio, en su bola de cristal.
Llevado por esta creencia, decidió no encariñarse con la pequeña Milagro, y se mostraba hosco, desconfiado.
Tenía la certeza que, llegado el día lo traicionaría, llevándose sus conocimientos.
No se permitió ni un solo pensamiento amoroso, para la pobre niña, sin embargo Milagro sí, amaba a aquel viejo gruñón y cascarrabias, que no dejaba de repetirle: Que no era nada suyo, la encontró a los pies del gran sauce, envuelta en una piel de oveja, y un día lo abandonaría robándole sus mágicos secretos.
Milagro, pensaba que su padre, que para ella era el viejo mago, algún día la miraría con amor.
Pero los años pasaban y ella seguía esperando.
Se convirtió en una jovencita, y esperó, esperó…
Hasta que se cansó de esperar.
Y llegó el día en el que cumplió los quince años y, cogiendo un hatillo con un poco de pan y una vasija de miel, se despidió del viejo mago con gran pesar.
Darlac, le dijo:
¡Ves como yo tenía razón, sabía que me abandonarías!
La joven contestó:
-Si padre, tu bola no te mintió, pero no me voy por los motivos en los que siempre has creído.
-Me alejo de ti y de este lugar porque nunca has podido quererme. Tu miedo al abandono y a la traición, tus viejas creencias nos han robado a los dos, momentos felices, años de amor fraternal. Quiero que sepas que me llevo lo mejor de ti, y si, también me llevo tus conocimientos. En tu afán de ocultar tu corazón, me has enseñado que cada uno “da lo que tiene y recibe lo que da”. Es por eso padre, que voy en busca de nuevas gentes a las que darle mi amor, con la esperanza de recibirlo. Iniciaré un camino en el que tu recuerdo, vendrá siempre conmigo. Pues aun sin tu saberlo, me has enseñado a amar.
Ydiciendo esto, se despidió de Darlac el viejo mago que quedó solo en el interior del gran sauce.
Tarde comprendió ¿Cuánto había amado a su hija?
La nostalgia y el llanto serian desde aquel día sus únicos compañeros, y desde entonces se conoce a los sauces, como sauces llorones, porque sus ramas y hojas caen como lágrimas tocando el suelo, igual que las lágrimas que derramaba Darlac el viejo mago, día a día.
Fin