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Por María Alicia Esain. Cuentos infantiles de animales

T. Vas de Vacaciones es un cuento infantil con una liebre, varios ratones, gatos, perros, pájaros y muchos animales más. De la escritora argentina María Alicia Esain. Cuentos con muchos animales para niños.

T. Vas de vacaciones

T. Vas de Vacaciones - Cuento infantil de animales

T. Vas de Vacaciones era una señora liebre. Muy inteligente. Profesora de Geografía y Matemática en la Bichi-Escuela Técnica, donde los pajaritos aprendían todo lo necesario para vivir: caza de lombrices, armado de nidos, peleas con pajarracos, etc. etc.

Además, T. Vas de Vacaciones era periodista de espectáculos, turismo, deportes y política en el diario de Ratilandia, que la había contratado porque los ratones estaban muy ocupados escapándole a los gatos.

A la liebre le encantaba viajar. Además sabía calcular muy bien cuántos saltos debían darse para llegar al mar, cuánto se tardaba en viajar hasta las montañas, cuántos alfajores comprar para la familia o qué traerle de regalo a los amigos. Por todo esto vivía ocupadísima y soñando con viajar lejos de tanto trabajo… y de los tres perros negros que vivían por el cementerio del pueblo y la volvían loca a ladridos. Menos mal que ella era muy rápida y lograba esconderse siempre sin que la atrapasen.

Tenía su casa cerca de los humanos porque no le gustaba el campo.

Es que en él no había trabajo suficiente para ella, que deseaba ganar mucho para poder irse en el verano a lugares espectaculares como Egipto, Cancún, Siberia o el pueblo de al lado, donde había unos conejos amigos suyos.

Allá por diciembre, cuando las clases habían terminado, decidió ir hasta el banco, para ver cuánto dinero tenía y elegir así el lugar de su descanso anual. Salió a los saltos, como siempre y cuando estaba a mitad de camino unos gorriones que habían sido sus alumnos ese año vinieron volando a avisarle que en la casa de los tres perros negros había otro perro más… ¡Un cachorro de policía!¡ Y ya se venían los cuatro a perseguirla!

– «¡Guau!-¡Guau!, ¡Guau! ¡Qué olor a liebre que hay por acá!» -ladraban fuerte.

T. Vas de Vacaciones se metió entre unas madreselvas y campanillas florecidas y a su sombra se quedó esperando. Los perros pasaron, olfateando la tierra, pero las flores se amontonaron bien y la cubrieron… La verdad es que la liebre se sintió tan bien con ellas que se quedó a vivir allí unos días.

Las vacaciones eran largas y dejó el paseo para más adelante.

Una tardecita pasó el ratón director del diario y como la vio desocupada le pidió que fuese a cubrir una nota sobre los fantasmas del cementerio, que estaban discutiendo con unos esqueletos por un problema de iluminación: los fantasmas preferían la oscuridad porque nadie los vería y los esqueletos querían poner guirnaldas para el baile de Año Nuevo. Finalmente, hubo una votación.

Ganaron los fantasmas por tres votos y el cementerio quedó a oscuras, como siempre.

T. Vas de Vacaciones estaba cada vez más lejos del banco donde tenía su dinero y más cerca de los perros feroces. Con los gritos de los fantasmas y el rechinar de huesos de los esqueletos ellos se habían despertado y olisqueando, olisqueando decían:

– «¡Guau!-¡Guau!¡Guau! ¡Qué olor a liebre que hay por acá!»

T. Vas de Vacaciones mientras tanto, saltaba el paredón del cementerio y caía sobre un campito verde y fresco de rocío. Como hacía mucho calor, la liebre pensó:

“Me voy a quedar aquí. Está muy bueno. Mis vacaciones pueden esperar ¿Para qué arriesgarse?”.

A la mañana siguiente vio que el lugar era ideal: verde con flores amarillas, ningún perro la encontraría, estaba segura de ello. Por otra parte, los yuyos y las flores estaban muy contentos con su visita. Nunca una profesora había vivido en ese lugar y eso los hacía sentir muy importantes, por lo tanto estaban decididos a protegerla de los tres perros negros y del cachorro de policía.

Fue pasando enero…

A principios de febrero, aparecieron unas palomas torcazas que querían saber cuánta harina llevaban las tortas fritas para todo el palomar que vivía en una casuarina de enfrente y cuántos días tardarían en ir y volver si iban a vender algunas a las cotorras de la plaza. En lo mejor de la conversación se escuchó el ladrido de los tres perros negros y del cachorro de policía, que venían diciendo:

– «¡Guau!-¡Guau!¡Guau! ¡Qué olor a liebre que hay por acá!»

Ahí la liebre comenzó a correr, pensando en dónde meterse primero y en cambiarse el nombre después. Como iban las cosas, debería pasar a llamarse Irías de Vacaciones

– «¡Guau!-¡Guau!¡Guau! ¡Qué olor a liebre que hay por acá!» -se escuchaban los cuatro perros nuevamente y ella sin encontrar un lugar.

De pronto, unas azucenas salvajes y unas alverjillas de color fucsia la llamaron y cuando llegó hasta ellas, la taparon a toda velocidad. T. Vas de Vacaciones estaba contentísima. El lugar, con esos colores, le parecía un hotel cinco estrellas de ésos que salen en las notas sobre viajes. Además, como había muchas matas de esas plantas, las pudo recorrer una a una, hasta donde terminaban las calles de tierra. Todas la recibían muy bien y los días se le pasaron volando.

Cuando ya terminaba el mes…

Un benteveo que hacía publicidad pasó gritando:

– «¡Atención!¡ Atención! ¡Se viene la vacunación para perros!»

Los tres perros negros y el cachorro de policía le tenían mucho miedo a las vacunas, así que salieron corriendo como locos a la vez que ladraban:

– «¡Guau!-¡Guau!¡Guau! ¡Ya no hay olor a liebre por acá!»

A los pocos metros de ellos se asomó la liebre y cuando se distrajeron, el veterinario que estaba buscándolos los atrapó, los vacunó y se los llevó al campo. Debían cuidar unas vacas viudas de un toro que había chocado con un camión por andar mirando la luna. No tuvieron más tiempo de andar sintiendo olor a liebre. Ella pudo disfrazarse de perro negro para Carnaval y divertirse como loca tirando nieve. También se ganó un premio: un termo para el mate y dos alfajores.

Las clases ya estaban por comenzar nuevamente. La liebre no había podido viajar ni a Egipto, ni a Cancún, ni a Siberia ni a visitar los conejos amigos suyos que vivían en el pueblo de al lado. De todos modos, había conocido muchos lugares interesantes y tenía ahora un montón de nuevos amigos. Así que se puso a preparar las tareas para sus alumnos de ese año y escribió en el diario de Ratilandia un lindo poema para todos ellos.

Fin.

T. Vas de Vacaciones es un cuento infantil que nos envió su autora, la escritora María Alicia Esain para publicar en EnCuentos.

Sobre María Alicia Esain

Maria Alicia Esain - Escritora argentina

«Nací en Navarro, provincia de Buenos Aires, en 1949. Maestra, Profesora de Inglés, Bibliotecaria. Siempre con muchas inquietudes con respecto a mayores logros, tanto para mis alumnos como personales. Publiqué mis experiencias docentes en revistas didácticas. Di charlas y talleres literarios y de historia oral para mi comunidad y en localidades vecinas. También soy Abuela Cuentacuentos de la FMG, titiritera y escritora. Corresponsal de la Fundación Leer, introduje a la Maratón Nacional de Lectura en mi pueblo.»

Si quiere conocer más sobre Alicia, puede leer la entrevista que le hicimos para EnCuentos Aquí.

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