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Super Any, una araña renovada

Super Any, una araña renovada es uno de los cuentos de arañas de la colección cuentos de arañas de la escritora Sara Cartes Muñoz sugerido para niños a partir de siete años.

Sucedió una vez, que las arañas de la leñera estaban más disgustadas que lo habitual, y hasta parecía que se veían más negras que nunca. Desde hacía varios días alguien liberaba las presas atrapadas en sus telarañas, por lo que no habían podido alimentarse adecuadamente, ni descubrir al causante de tan inusual situación.

La malhumorada araña Manuela convocó con urgencia a las integrantes de la comunidad. Todas llegaron mirándose con desconfianza, y muy molestas se ubicaron cuidando de no quedar muy cerca una de otra.

Manuela intentó buscar un lugar alto para luego hablar desde ahí. En eso estaba, cuando colgada de un brillante hilo de seda, una esbelta araña de patas atigradas, cruzó el espacio por sobre la concurrencia. Lucía sobre su espalda una capa roja que ondeaba al viento y en su delantera estaban grabadas dos enormes letras: S.A.

Luego, se detuvo muy alto. Estiró sus patas delanteras dejando al descubierto las coloridas letras en medio de su cefalotórax, y sonriendo, se dirigió a las estupefactas presentes:

_ ¡Hola! Ya sé que no me conocéis. ¡Soy Any, la Súper Araña! Me he propuesto cambiar la horrible imagen que tienen de nosotras. ¡Ya no más arañas oscuras, escondidas, acechantes y enojadas! ¿Cómo es posible que seáis felices tejiendo trampas, devorando seres maniatados, adormecidos e indefensos? ¡Es preciso dar un giro radical a nuestras existencias! ¿Es que no podéis atrapar una presa en buena lid? ¿Buscarla, perseguirla, luchar por ella? ¡Abusáis de los medios con que contáis y sois felices atemorizando a los demás! Ya veis que con mis súper poderes he sido más rápida que todas vosotras! Quiero que sepáis que esto sólo ha sido una advertencia. Si no cambiáis, además de liberar a las presas, dañaré las telarañas. Entonces, pasaréis tejiendo y retejiendo una y otra vez las telas. ¿Qué os parece?

Todas respondieron al mismo tiempo, mientras de sus ojos saltaban chispas de furor. De ese enredo de voces airadas nada se entendió.

Entonces, Manuela, con el ceño fruncido y los ojos a punto de estallar, elevando su voz, tronó:

_ ¡Nunca cambiaremos! ¡Dejaríamos de ser arañas! Es un sueño imposible el que acabamos de escuchar.

Un estruendoso aplauso llenó el aire, pero no repararon en que sólo surgieron desde las arañas adultas y las de mayor edad. Las jovencitas permanecieron mudas.

_¡Lo primero y más urgente será atrapar a esa atrevida y hacerla desaparecer! _continuó diciendo la ofuscada Manuela. Utilicen toda su astucia y experiencia. No podemos fallar. Nos volveremos a reunir en una semana más _concluyó.

La reunión se dio por terminada, pero desde muy arriba, Any, la Súper Araña, pendiendo de su brillante tela , seguía yendo de una esquina a otra en veloces giros, resultando imposible de alcanzar, y dijo:

_ ¡Las que estén de acuerdo conmigo escríbanme a: [email protected]!

Y esa noche, las arañas jóvenes, en vez de ejercitar el tejido de los hilos de seda, enviaron mensajes de adhesión a la nueva heroína.

En los días siguientes, desoyendo a sus padres, se fueron a vivir muy lejos y comenzaron a practicar una nueva forma de cazar, sin usar las clásicas y pegajosas telarañas. Sin duda, era más agotador; pero así aprovechaban de ejercitar sus músculos, también de sentir el sol y el aire sobre sus cuerpos. Se sentían más ágiles y mejores seres. Pero, seguían mirándolas con temor y sólo unos pocos respondían sus saludos, al pasar. Probablemente debería transcurrir mucho, mucho tiempo, para que no desconfiaran de ellas y olvidaran la mala fama que se habían ganado.

Mientras tanto, Manuela continuaba furiosa. Nunca pudo aprender el lenguaje del computador, al igual que sus congéneres de la misma edad. Por lo tanto, vivía al margen de la tecnología y la modernidad, y por ende, ignorante de la forma de vida elegida por las más jóvenes, inducidas por Súper Any.

Como seguían desapareciendo las presas atrapadas en las telas, las viejas arañas comían demasiado poco y muy de vez en cuando. Estaban agresivas y reaccionaban exageradamente ante cualquier contratiempo. Tanto así, que ya algunas habían devorado a sus propias vecinas.

Ante la imposibilidad de atrapar a la heroína, y para terminar con el problema, Manuela recurrió a la malvada Bruja del Pantano. Ella roció un compuesto de cal sobre todo el territorio donde suponían que vivían las arañas sublevadas. Así, cualquiera fuese el alimento que ingiriesen, poco a poco sufrirían una gran transformación.

_ Sólo deberás ser paciente _le dijo la bruja a Manuela. ¡Ya verás lo que ocurrirá!

Pero Súper Any, que estaba siempre muy bien informada, al enterarse de lo ocurrido, ideó un infalible plan. Primero informó que deberían cambiar de lugar sus residencias. Después, atraparon moscas y saltamontes contaminados con el preparado de la bruja y los dejaron en las telarañas de Manuela y sus amigas. Éstas, hambrientas como estaban, cuando descubrieron tantos bocados, devoraron con avidez todo lo que encontraban pegado en sus trampas.

Después de varios días saciando su gran apetito, en la claridad de un luminoso amanecer, vieron con estupor que habían perdido dos de sus patas, seis de sus ocho ojos, y que la cubierta de sus cuerpos ahora era dura: ¡Se habían convertido en vulgares y pacientes escarabajos! Por más que lo intentaron, tampoco obtuvieron siquiera una hebra de seda para tejer nuevas telarañas.

Arrinconadas, avergonzadas y humilladas, huyeron de la leñera hacia los árboles del bosque. ¡Habían perdido la batalla!

Any, la joven heroína, no se burló de ellas ni se vanaglorió del final obtenido. Continuó trabajando en el proyecto de cambiar la mala fama ganada por las antiguas arañas.

Cada día visitaba nuevos lugares intentando convencer a otras arañas; su página seguía recibiendo más y más adhesiones y su corazón se llenó de alegría, cuando encontró en Google un hermoso poema que publicó en su página y decía:

Pepa, mi buena amiga
es una dulce y bondadosa
araña renovada.
Me teje guantes de fina seda,
abrigos, calcetas y bufandas.
En domingo me prepara
unas ricas y dulces empanadas
con jugosas y dulces
betarragas coloradas.
En las noches frías
dormimos abrazadas,
y al otro día tomamos sol
en medio de la playa.
¡Hurra, porque ahora Pepa,
mi buena amiga,
es una araña renovada!

Fin

Super Any, una araña renovada es uno de los cuentos de arañas de la colección cuentos de arañas de la escritora Sara Cartes Muñoz sugerido para niños a partir de siete años.

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