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Rosalina y la hormiguita desobediente

Por Sagrario Martín Moreno. Cuentos de hadas

Rosalina y la hormiguita desobediente. Escritora de España. Cuentos de hormigas.

Rosalina y la hormiguita desobediente

Rosalina y la hormiguita desobediente - Cuento

Marisina era una hormiguita muy hermosa, pero tenía un defecto, era muy desobediente, si su mamá, le decía:

– «Marisina, ¡ven aquí!»

Ella no iba.

– «Marisina, lleva esto allí».

Ella no lo llevaba.

Un día su amigo Patitas el ciempiés, fue a buscar a Marisina para jugar.

– «Marisina ¿te vienes conmigo a jugar?»

– «Claro que sí, pero antes se lo preguntaré a mi mamá».

– «Mamá ¿Puedo ir con Patitas a jugar?»

– «Si, pero no os vayáis muy lejos de aquí».

– «Tranquila mamá no iremos muy lejos».

Pero Marisina, una vez más no obedeció y cuando estuvieron solos, le dijo a su amigo:

– «Patitas, ¿Quieres que vayamos al valle de las flores a jugar?»

– «Marisina es mejor no ir, está muy lejos y ya sabes lo que ha dicho tu mamá».

– «No te preocupes Patitas, mi mamá no se va a enterar, porque nada malo nos va a pasar».

Marisina convenció a su amigo, y los dos fueron al valle de las flores a jugar, se lo pasaron muy bien los dos, jugaron al escondite, y también a las adivinanzas y pasearon por el valle, que estaba todo lleno de pétalos de flor. Ya iban a marcharse, cuando una de las patas de Patitas se le quedó enganchada en un rosal.

– «Marisina, ayúdame, no me puedo mover».

Marisina intentó desenganchar a su amigo, pero no pudo.

– «Lo siento Patitas no puedo sacarte de ahí».

Asustada se puso a llorar.

Rosalina, estaba descansando en aquel maravilloso lugar, cuando oyó el llanto de la hormiguita y se acercó para ver que le pasaba.

– «¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?»

– «Mi amigo Patitas se ha quedado enganchado en este rosal y no lo puedo sacar».

– «No te preocupes yo lo sacaré de ahí».

Rosalina con mucha paciencia la patita del ciempiés sacó, y Patitas libre quedó.

– «Muchas gracias duendecilla».

Dijeron los dos amigos, Rosalina miró a Marisina y le dijo:

– «Espero que hayas aprendido, y que la próxima vez obedezcas a tu mamá».

Marisina estaba muy arrepentida.

– «No volveré a desobedecerla».

Y cumplió su palabra, nunca más la llamaron Marisina la hormiguita desobediente.

Rosalina, siguió su camino, el Bosque de la Luz tenía que encontrar, sabía que allí la estaban esperando y que encontraría la felicidad.

Fin.

Rosalina y la hormiguita desobediente es un cuento de la escritora Sagrario Martín Moreno © Todos los derechos reservados.

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