La pobre gallina está muy atareada. Hace poco nacieron sus pollitos, diez pollitos para ser exactos. Amarillitos y hermosos, al principio no le daban mucho trabajo, sólo buscar comida para alimentarlos.
Pero ahora han crecido un poco. Todavía son pequeños y no conocen los peligros, pero son tan curiosos que se meten en todas partes y la hora de acostarlos a dormir es el cuento de nunca acabar. Luego de enseñarles durante el día todo lo que los pollitos deben saber cuándo es hora de llevarlos a dormir es casi imposible encontrarlos a todos, pues se van a jugar a cualquier parte.
Ayer, por ejemplo, Llito Uno se acercó al laguito y quiso ir al otro lado, pero le dio flojera caminar y decidió nadar a través de él. Llina lo encontró sacudiendo sus plumitas una y otra vez para secarlas.
Llito Dos quiso ir atrás del palomar y se perdió entre los nidos de las palomas; lo encontró llorando con los píos más fuertes que podía porque no sabía cómo regresar.
Llito Tres quiso alcanzar algo que parecía un enorme grano de maíz, pero estaba arriba de un montón de paja para las vacas. Llina lo encontró enojado porque no era un grano de maíz, sino una piedra, y no sabía cómo bajar. Llito Cuatro vio a su hermano y quiso seguirlo, pero no pudo subir al montón de paja; al intentarlo fue entrando entre la paja, cada vez más adentro. A su mamá le costó trabajo reconocerlo cuando lo pudo sacar de ahí, pues tenía más briznas de paja que plumas. Llito Cinco, parado afuera del montón de paja, se reía con todas sus ganas del aspecto de su hermano.
A Llito Seis y Llito Siete los encontró pronto, pero le costó mucho trabajo alcanzarlos: jugaban carreritas alrededor del molino de viento, mientras un gatito los correteaba para jugar con ellos.
Buscando por todas partes encontró a Llito Ocho que estaba debajo de un arbusto, y Llito Nueve, junto a él, lo empujaba para que le hiciera lugar.
Llito Diez vio volar a las abejas y fue a investigar lo que eran. Ella lo halló parado entre los dos panales, a punto de engullir una abeja para saber si las abejas son sabrosas.
Cuando Llina consiguió llegar con Llito Diez al nido, para acostarlo a dormir con sus hermanos, los demás habían vuelto a escapar y tuvo que empezar a buscarlos otra vez. Y eso sucede todos los días…
Fin
Cuento sugerido para niños a partir de cinco años