Glaff el dinosaurio
Apareció cierto día en la selva un animalito muy distinto a todos los que convivían allí. Parecía venir de otro lugar, de otra época, no sabían a qué venía él… Pero lo hizo con una gran sonrisa y, de sorpresa, saludó a todos los que lo miraron sorprendidos.
Era muy simpático. Su cuerpo era de color verde, tenía ojos enormes y patas gigantes como las de un elefante. Así era nuestro amigo, no pretendía otra cosa que jugar con ellos, conocer la selva… Los primeros en acercarse fueron los monitos, que dando volteretas en el aire le preguntaron cómo se llamaba. Curiosamente, el dinosaurio les contó que sus papis le habían puesto Glaff.
Parecía muy bueno, les dijo que su casita quedaba muy, muy lejos, donde había muchas rocas y montañas. Los monitos rieron mucho y lo llevaron a conocer la selva. Les había caído muy bien Glaff. Salieron a conocer la selva con esos enormes árboles verdes y animalitos muy grandes y pequeños, que se asustaron un poco al verlo, pero Glaff seguía su camino feliz.
Al llegar con los monitos al agua, vio cómo peces multicolores nadaban veloces. Se acercó despacito y chapoteó un ratito riéndose mucho. Era un dinosaurio muy especial, sólo le gustaba divertirse y no asustar a nadie. Pasó la tarde en el agua y, animados, muchos habitantes de la selva se acercaron a recibir al nuevo amigo.
Hicieron de pronto una gran ronda con los monitos y cantaron todos juntos: “Glaff es nuestro amigo, es la diversión y con un corazón inmenso. A todos conquistó, haremos una ronda y otra, y otra más. Qué lindo es conocerte, qué alegría es Glaff”. Y así, el dinosaurio verde se quedó a vivir para siempre con ellos. Era el mundo que él quería, allí se sintió por primera vez feliz y orgulloso. Dio las gracias a todos por aceptarlo en sus vidas.
Fin.
Glaff el dinosaurio es uno de los cuentos de animales de la escritora Alejandra Torigino sugerido para niños a partir de cinco años.