El caballo Filomeno y Ñato el yacaré overo. Cuentos con actividades
Cuentos con actividades. Cuentos y recursos educativos.
Cuento sugerido para niños a partir de nueve años.
Imaginar con los cuentos es regresar a la niñez que perdura dentro de nosotros a pesar de los años. Es tenderle una mano al niño de hoy e ilusionarnos en ser así por siempre.
Cerca del río y bajo una gran arboleda estaban el caballo “Filomeno” y “Ñato”, el yacaré overo, llamado así porque de chico se enojaba muy fácil y la mamá le ponía el dedo en el hocico y le decía -no, no hagas esa trompita- así fue creciendo con la trompa ñata.
Filomeno era de un color marrón claro, de patas negras y con una cola pronunciada de tonos colorados que parecían plumas. Su mirada penetrante y simpática se cubría de crines negras y un rostro barbado.
Habían crecido juntos y ahora más grandes compartían las ocurrencias de cada uno.
En eso estaban cuando vieron que un arbusto se movía impetuosamente. Al asomarse contemplaron con asombro que de él salían unas ¡patas de sapo! con movimientos rítmicos y detrás, el cuerpo de Batracio Rodríguez, el sapo bailador, que se movía con movimientos pélvicos, al ritmo de cha cha chá acompañando con sus patas.
Cuando descubrió que tenía público comenzó a moverse más mientras le decía que se preparaba para el aniversario de su local que cumplía dos años y todo lo que representaba para él, haber creado el primer boliche bailable para batracios, llamado “EL QUE SACA LA LENGUA PIERDE”. Estaba en la laguna de los juncos muy cerquita del monte y ahora armaba la coreografía para hacer algo distinto el fin de semana, sólo que le faltaba compañeros para su espectáculo.
A Ñato le gustó su sinceridad y le comentó que sabía tocar la guitarra ya que su abuelo un día por poco tragó a un músico que en su corrida dejó la guitarra, él la rescató y aprendió a tocar, así le trasmitió su enseñanza.
Y Filomeno le dijo que podía hacer el ritmo con sus patas ya que sabía zapatear.
Batracio Rodríguez abrió grandes los ojos de tanta alegría, porque ya tendría compañeros para su show.
Los ensayos fueron arduos pero al final lograron preparar todo, era viernes y la fiesta sería al otro día.
En otro lado del bosque muy cerca de la orilla de la laguna donde se encontraba el boliche, los tatúes mulitas preparaban la bebida que se tomaría.
Estaba “Lomo Duro” uno de los armadillos acodado en el tronco ahuecado que hacía de olla y con un palito se sacaba las basuritas de los dientes, mientras el otro tatú “No me Pises la Cola” revolvía la misma con una cuchara de madera. “Lomo Duro” era robusto y más grande que “No me Pises la Cola” y siempre llevaba las de perder cuando trabajaban, porque era el que más lo hacía. El primero tenía la particularidad de utilizar demasiado la “t” cuando hablaba.
Tenían una fórmula secreta para la bebida, tan secreta que apenas me permitieron escribirla.
Tres alas de mariposa negra, un clavo de olor y uno y medio sin olor, dos docenas de pasas de uva, jugo de algarroba, dos gusanos rojos y cinco hongos de diferente tipos que eran lo que le proporcionaban una sustancia parecida al alcohol que los mareaba y los hacía alucinar.
En eso que “No me Pises la Cola” le daba los últimos toques a la bebida “Lomo Duro” probó un trago con una casita de caracol abandonada y al hacerlo dio dos trompos y dijo sacando la lengua –¡Guee cómo eta eto, te deja retonto! bueno ahora a taparla y que se macere hasta mañana.
El tronco que hacía de olla tenía huequitos que eran destapados en la noche de la fiesta y por donde se ponía junquitos donde las ranitas y los sapos tomaban las bebidas, éstas se pagaban con bichitos, como gusanitos, ciempiés, arañitas y de la cantidad que daban dependía lo que podían tomar, todo era cobrado y controlado por los tatúes.
Llegó la noche de la fiesta y la luna con todo su esplendor acompañó la velada iluminando el lugar. El boliche alrededor del tronco se encontraba totalmente decorado, el cartel puesto a la entrada con el nombre del mismo fue hecho con ramitas y camalote, en cada extremo tenía atada unas luciérnagas que iluminaban intermitentemente, mas cuando volaban se podía apreciar de lejos el ingreso que conducía a las pistas de baile que eran tres platos de irupé.
Batracio Rodríguez le daba instrucciones a sus dos empleados para que todo saliera bien y que no le vendieran bebidas a las ranitas y sapos con lengua menores a 10 cm, los tatúes escuchaban atentamente consintiendo todo lo que decía su jefe.
Mientras Filomeno y Ñato se alistaban ya que a las 22 horas era la presentación.
Las ranitas y sapos se colocaron alrededor del escenario que se improvisó en el lugar más iluminado por la luna, cientos de luciérnagas se colocaron en las ramas y lianas que pendían de los árboles. Detrás de uno de los arbustos, salió Filomeno zapateando rítmicamente hacia el escenario y del extremo opuesto hizo lo mismo Ñato, acompañando el ritmo de su guitarra con la cola.
Un cha cha chá melódico se podía oír. Las ranitas y sapos deliraron con el espectáculo y comenzaron a aplaudir entre vítores para los dos actores entusiasmados, éstos se olvidaron de parar para dar la entrada a Batracio Rodríguez. Tal es la polvareda que levantaron que cuando entró Batracio, no sólo que no se lo veía si no que él tampoco veía y fue a zapatear al gallinero de la granja del fondo que lindaba con el boliche. Las gallinas a esa hora ya dormidas al escuchar semejante barullo se despertaron y despertaron a los gallos que al ver a Batracio en un zapateo ardiente en medio del gallinero lo corrieron a picotazos pensando que quería enamorar a las gallinas con su baile.
Cuando llegó al boliche lo recibieron Filomeno y Ñato al verlo todo lastimado le preguntaron -¿Qué te pasó?- Y él para no sentirse avergonzado le contestó -Tuve una aventura con una ranita, pero no digan nada-.
La fiesta estaba en su mejor momento y al hacer su entrada todos corearon diciendo “a ver a ver, como mueve la colita, si no la mueve es una ranita” lo cual aprovechó para hacer su espectáculo. Fue muy aplaudido porque se impuso el pasito Batracio Rodríguez, que consistía en dos pasitos hacia el costado derecho con los ojos hacia el mismo lado y los brazos en la cintura acompañando un movimiento de panza, se repetía lo mismo en el costado izquierdo y al final una vuelta en una sola pierna extendiendo los brazos, con la culminación de un repiqueteo de patas donde se escuchaba un cha cha chá al compás de la música de fondo, marcando todo un estilo en las pistas de baile.
Todos bebían y bailaban divirtiéndose, cuando de pronto comenzaron a sacar la lengua sin parar, algunos hasta se enredaban con la misma, otros se tropezaban sin poder hacer paso alguno. El boliche por algo se llamaba “EL QUE SACA LA LENGUA PIERDE”. Al parecer a la bebida le pusieron un gusano de más y el efecto de alucinar se cambió por el de sacar la lengua, por lo que Batracio Rodríguez, de ahí en más prohibió la bebida. Ahora se consume agua de un manantial cercano combinado con algunos juncos que le dan un sabor dulzón.
La noche fue muy recordada y Batracio prometió en cada aniversario invitar a Filomeno y a Ñato para que se hiciera algo distinto cada cumpleaños, a lo que ellos aceptaron con gusto.
Y colorín colorado…
El que saca la lengua…
Fin
Autor: Daniel Walter Kohan
JUEGOS Y ACTIVIDADES
Completar
1. El primer boliche bailable fue creado por_ _ _ _ _ _ _ _ _ _
2. ¿Quién tocaba la guitarra y quién zapateaba?_ _ _ _ _ _ _ _ _
3. La bebida la prepararon los _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
4. Los que bebían quedaban _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
Contestar:
1. ¿Por qué crees que no debían vender bebidas en el boliche?
2. ¿Qué le produjo al probar la bebida a Lomo Duro?
3. ¿Te parece que se puede divertir sin tomar bebidas alcohólicas?
4. ¿Qué significa “el que saca la lengua pierde?.
Cuento sugerido para niños a partir de nueve años.