El águila arpía. Danny Vega Méndez, escritor de Panamá. Cuentos de animales. Cuentos para reflexionar.
Noble y justa es la reina del bosque eternamente verde. Cuentan los ancestros que sus plumas fueron un obsequio del viento y sus garras se las dio la madre tierra en recompensa de su valentía.
Pero su visión, fue visión fue el presente que el cielo le dio. ¿Por qué? Pudo ver lo que había en el interior del traidor jaguar. No hace muchos años, el jaguar amarillo, como los rayos del sol en los claros del bosque, tenía la fuerza de 10 bestias y la agilidad de las aves en su raudo vuelo.
Quiso este animal ser el más grande entre todos lo demás, sembrando dudas y temor entre los pobladores. Conquistó al oso peludo quien fue su más grande aliado. “Con su ayuda seré el amo y señor del bosque”, les decía “Pero cómo lo lograremos”, indicaba el oso. “Si ellos confían entre sí” “Con la duda los separaremos y luego nos comeremos a los más débiles”.
El plan no podía fallar. El bosque cedió ante las crueldades de ellos, pero hubo alguien que se negó a creer en sus lenguas mentirosas: El Águila Arpía. Con su vista desde los más altos árboles vio el interior de esos animales. “No crean en sus palabras”, le arguyó a todos cuanto veía, pero no la escuchaban. Pidió además, la ayuda de los poderosos Chucunaque y Tuira para que en su recorrido contará la verdad que podían ver. Sin embargo, nadie creyó y todos desconfiaban los unos de los otros.
La iguana no descendía de los arboles; los monos huían de los pájaros carpinteros y el canto nocturno de las ranas cayó. Todo era un caos. El jaguar se di cuento que el águila sería un problema en sus planes. Así que, junto al oso peludo, en cruel acto, atrapó al Águila Arpía afirmando ante todos que ella era la causante de todos los males. “No tienes escape águila”, decía el oso peludo, “Yo soy demasiado rápido para ti” “Todos confían en mí”. Señalaba el jaguar “Juré que si yo les mentía, mi hermoso pelaje se mancharía con cada engaño que he hecho”.
En vil ataque trataron de eliminar a la arpía, la cual se defendió con gran valor y bravura. Pero ¿qué pasó? El viento sopló fuertemente y la tierra se movió mientras el cielo fijó rayos fuertísimos que los deslumbraron. El oso peludo perdió rapidez y fue lento, muy lento puede decirse que perezoso; y el jaguar, orgulloso de su color amarillo brillante como el sol, ahora tiene manchas tan oscuras como su corazón y no se las puede quitar.
Buscó a los poderosos ríos para lavarse pero no pudo. El Águila Arpía había ganado en nombre de todos. Desde entonces su vuelo por el cielo del bosque brinda seguridad; su sola sombra por el techo de los árboles anuncia que existe una reina que intimida a aquellos que quieran producir el mal pero que también, en sus extensa alas se alberga la esperanza de un mejor mañana.
Fin