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Alibijilis (insecto mascota nacido de un amor despreciado)

Alibijilis es un cuento de la colección cuentos de un insectos de la escritora María Luisa De Francesco  sugerido para niños entre cuatro y siete años.

El Alibijilis se ha transformado en una mascota simpática que todos quieren tener. Pero son pocas las personas que en realidad conocen la verdadera historia de los Alibijilis.

Acá te quiero contar la versión que me llegó de su verdadera historia.

Fue un día de primavera, porque los amores en primavera son más intensos, un chico se había enamorado perdidamente de su amiga de toda la vida y decidió regalarle un hermoso ramo de flores y llevarle una carta de amor. Todo era perfecto, el día de sol, la chica estaba en su casa porque era sábado y tenía la ventana abierta, cantaba una canción de moda mientras intentaba arreglar su dormitorio.

El chico se acercó con cara de enamorado, le tendió las flores por la ventana, se quedó rojo como un tomate, tartamudo y con los pelos sobre cara para no mirarla. La chica, sonrío, tomó el ramo y leyó la carta en un momento. Luego se rio, le tiró las flores por la cabeza y rompió la carta.

Nada más. El chico se fue muy triste. Las flores quedaron en la vereda y los pedacitos de carta de amor frustrado, andaban por la vereda sin saber qué hacer.

Y de no saber qué hacer se juntaron con las flores antes que se marchitaran. Y se pusieron a crear algo, ese algo era un Alibijili. Una especie de mosquito, grande, de unos diez centímetros, transparente pero que al agitar sus alas se pudiera ver su cuerpo delgado y sus alitas intermitentes de varios colores flúor. Tiene dos ojazos enormes de color rojo y unas antenas brillantes de color, verde.

Es un bichito de lo más simpático. Anda como las abejas buscando el polen de las flores pero él mismo hace sus propias flores. Flores de papel, las fabrica todo el tiempo, si hay polen cerca, mejor.

Alibijilis era un insecto más, la gente le temía, decían que era un mosquito que ocasionaba enfermedades. Demasiado grande, decían unos. Demasiado brillante, exclamaban otros. Hay que erradicarlos, decían casi todos.

Y se organizó la primera gran fumigación para Alibijilis. Salieron de noche a buscarlos porque como son flúor en la oscuridad, se ven mejor. Y resulta que descubrieron que a pesar del color, de noche roncaban guardados en los árboles sin que nada los despertara.

Al día siguiente, salieron a cazarlos con el sol. Con el sol aún fue más difícil porque ellos andaban en las flores y no era posible verlos bien. Entre los colores de los pétalos sus cuerpos, se confundían.

Así pasaron una semana o dos, al final cansada ya la población, se dio por enterada que los Alibijilis eran muy difíciles de ver y que tampoco eran tan peligrosos, en una semana no habían picado a nadie.

Los primeros que se dieron cuenta de sus propiedades fueron los chicos del parque, todas las tardes iban a dar vueltas en bicicletas y perseguían a los Alibijilis, hasta perderlos en las flores.

Pero un día, el más pequeño vio uno sentadito en un banco, como si fuera todo un hombrecito mosquito, flúor y titilante, lo vio hacer flores de mil colores que fue soplando en el aire. Se refregó los ojos, se sacudió la cabeza, era verdad. No lo podía creer.

Y claro, nadie se lo creyó. Hasta que con mucha paciencia aquel pequeño esperó todos los días a la misma hora al Alibijili que fabricaba flores y se quedó con algunas en su bolsillo.

– Pero son flores de papel…- le dijeron sus amigos- Mira si un bicho va a hacer flores de papel.

– Pero las hace- defendió el pequeño.

Y como por suerte los niños son curiosos, al día siguiente esperaron atrás de la banca donde se sentaba siempre el Alibijili a soplar flores. Ahí lo vieron, sentadito como un hombrecito mosquito flúor, soplando flores pequeñas que volaban con el viento y se iban a cantar cerca de la calesita.

Ese día y otro más, lo vieron. Y después contaron y como siempre, los adultos no les creyeron y el secreto fue cosas de niños. Pero han pasado los años, ahora aquellos niños son los que coleccionan estas pequeñas mascotas que se pueden llevar para todos lados y que hacen flores de papel.

Son muy tiernos, no molestan, son fieles a su dueño y lo siguen como un perro, tienen una forma de comunicarse cuando les hace falta polen y sus únicas enemigas son las avispas y las abejas. Con ellas a veces discuten seriamente pero nadie se entera.

Las ciudades donde los Alibijilis son vendidos y reproducidos como mascotas, tienen vientos más suaves y muchas veces, vientos con florcitas de papel que se hace agradable de sentir. Las casas donde viven Alibijilis, son diferentes, la gente discute menos, hay más armonía porque esta mascota, nacida de un amor frustrado, valora mucho el amor y hace que todos sean más felices cuando lo quieren y lo protegen.

Fin

Alibijilis es un cuento de la colección cuentos de un insectos de la escritora María Luisa De Francesco  sugerido para niños entre cuatro y siete años.

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