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Cuento infantil de gatos sugerido para niños a partir de nueve años.

El gato Salchichón dormía sobre la ventana de la habitación del ogro.

-Tttzzzsss- Un mosquito muy molesto lo despertó, pero Salchichón estaba tan cansado que volvió a quedarse dormido.

-Tttzzzsss- El molesto volador volvió a zumbarle en el oído y Salchichón, sobresaltado, se enojó tanto que empezó a correrlo por la habitación. El mosquito se metió en la bota del ogro que roncaba como una tormenta, y atrás, apretando el cuerpo para poder pasar, entró Salchichón.

El mosquito logró salir y el gato quedó atascado. Empujó, empujó, pero era tanto el sueño que tenía que se quedó dormido de nuevo.

Cuando salió el sol, el ogro abrió apenas los ojos, se los refregó y se sentó en la cama. Se rascó el ombligo y metió un pie en la bota. Se rascó la oreja y cuando fue a meter el otro pie…

-¡Miauuuu!- Salchichón pegó un grito que se oyó por todo el castillo. El ogro se asustó y de un sacudón hizo volar la bota por la ventana. Cuando se asomó para ver dónde había ido a parar vio que la corriente del arroyo la empujaba hacia el sur. Y la bota se perdió entre vaivén de las aguas…

Un bigote se asomó y el viento lo movió de un lado a otro como un limpiaparabrisas. Después el hocico y, finalmente, el gato Salchichón sacó la cabeza.

-¡Recorcholis! ¿Dónde fui a….? ¡Pararrrrrr!- Un remolino se tragó a la bota y a Salchichón y empezó a girar como un lavarropas. Inesperadamente, se estrellaron contra una piedra gigante.

El impacto fue tan grande que los hizo volar bien alto y Salchichón pegó contra la cabeza de un pájaro carpintero que descansaba en una rama.

Al caer, una aureola de estrellitas dio vueltas sobre la cabeza de Salchichón, quien medio mareado y enredado, tuvo que salir corriendo porque el carpintero empezaba a picotearle la cabeza. Tan rápido iba Salchichón que se llevó puesto el vestido que la ogra había dejado a un costado mientras se bañaba en el arroyo. Sin poder ver, Salchichón dio tres volteretas hasta que, de un salto, volvió a meterse en la bota. El impulso fue tan fuerte que cayeron de nuevo al arroyo y el vaivén de las aguas los arrastró de regreso. Atrás iba la ogra, flotando sobre un pedazo de tronco, a los gritos y con los pelos parados como alambres de púa.

Llegando a la orilla del castillo, Salchichón vio que el ogro estaba a punto de salir en un bote a buscarlo. Los ojos se le salieron como dos globos y empezó a remar con las patas delanteras para el otro lado, pero cuando el ogro vio a la ogra quedó boquiabierto ¡y eso que venía gritando y con los pelos parados! Salchichón aprovechó la ocasión y cuando llegó a la orilla salió disparado por el parque. Así fue como la ogra y el ogro se conocieron y se enamoraron ¡y se casaron!

¿Y salchichón? Salchichón no sólo fue el padrino sino que, a partir de ese día, abrió una agencia de solos y solas porque si no hubiese sido por él, el ogro y la ogra no se hubieran conocido. Eso sí, nuestro amigo contrató al mosquito y al carpintero porque sin ellos esta historia tampoco hubiese existido.

Fin
Cuento infantil de gatos sugerido para niños a partir de nueve años.

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