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Por Camila Colman. Cuentos de ángeles

Hilos cruzados es un interesante cuento sobre álmas gemelas y ángeles enamorados de la escritora Camila Colman. Cuentos con fantasía.

Hilos cruzados

Hilos cruzados - Cuento de ángeles

– «¡Estoy harto de perder! No volveré a jugar apuestas contigo.»

– «Por favor Muerte. Solo uno más.»

– «Ángel basta.»

– «Esta última…» –Muerte no quería creer esas palabras- «Si gano no te molestare más, lo prometo.»

Ángel y Muerte eran dos almas que habían muerto juntas, continuaron estandolo por mucho tiempo más. Ángel es un ángel guardián que aun no le ha sido otorgado a quien proteger y Muerte tomó el lugar del recolector de almas. Se llamaban Ángel y Muerte ya que eran sus puestos y no recordaban sus nombres ni nada antes de después de su muerte.

– «De acuerdo, ¿De qué se trata?»

– «Averigüemos el otro extremo de tu hilo rojo. Quien adivine gana.»

– «Eso jamás. Adiós Ángel, parece que habrá un gran accidente.»

El hilo rojo une a dos personas como si fueran almas gemelas, nacidos para vivir juntos.

Ángel fue a ver a un oráculo, queriendo saber la respuesta a esa apuesta.

Llego hasta la gran cueva donde se ocultaba el oráculo, algo tímido se acerco tragando saliva:

– «¿Hola?»

– «¿Quién llega a perturbarme?»

– «Disculpa oráculo, soy Ángel

– «Ya lo sé, ¿Qué deseas niña?»

– «Quisiera saber acerca del hilo rojo de Muerte

El oráculo era un ser quejoso de toda visita, pero no podía negarse a ninguna pregunta de ningún visitante.

– «Muerte amará profundamente durante quince años a una niña, y esta niña será quien tú tienes que proteger, tú serás su ángel guardián…»

Ángel se quedó helado, en un rincón de su corazón deseaba que Muerte sea su hilo rojo, ella se fue sin prestar atención al resto de la predicción, se alejó con el corazón destrozado.

– «Pero un poco después de los quince años de la niña, ustedes decidirán hablar con Cupido y cambiar el destino de Muerte por la seguridad de la niña, Aira

Pasaron unos años y al fin le otorgaron a Ángel a quién debía proteger de todo mal. Ángel sabía que no tenía opción y llevó a Muerte consigo.

Llegaron hasta el hospital donde había nacido Aira.

– «¿No es preciosa?… ¿Muerte?»

No estaba junto a ella, Muerte se distrajo con la sección de ancianos enfermos, viendo sus futuras visitas. Ángel fue a buscarlo y lo llevó de la oreja hasta la cuna de Aira.

– «¡Mírala!…»

Muerte se encontró frente a frente con su aún demasiado joven amor.

Sus ojos se llenaron de amor, belleza y ternura. Ser el recolector de almas no implica ser necesariamente malvado, solamente no tener piedad cuando se debe llevar un alma.

Ángel sobresaltó y recordó.

– «Muerte recuerda no puedes permanecer demasiado tiempo cerca de ella, recuerda que atraes el mal, podría salir herida y es mi deber protegerla.»

Muerte atónito sufrió durante mucho tiempo la distancia respecto de su amada niña, pero durante quince años la protegió hasta donde Ángel lo dejara. La observaba a distancia y la amo todo lo que su corazón le permitió.

Ángel durante cada año que transcurría amaba más y más a Muerte pero sabiendo que él jamás le correspondería no se lo quiso confesar.

El abuelo de Aira había fallecido y Muerte aprovecho la oportunidad para permanecer junto a Aira, aunque ella jamás lo notó.

Ángel se enteró de lo sucedido y sabía que Muerte aprovecharía sin tener atención al tiempo. Lo buscó por todos lados hasta que lo encontró junto a Aira en el funeral. Ángel se precipito hacia Muerte, lo tomó del brazo y lo alejo lo más posible de Aira. Ángel había visto como el mal se acercaba hacia Aira, por la presencia de Muerte.

– «¡Casi la toma el mal!»

– «Lo lamento. No podía… Sé que es tu deber protegerla.»

– «Creo que debemos hablar con Cupido. Si tus sentimientos no cambian tendrás que buscar el alma de Aira… Y es tan joven.»

– «De acuerdo, lo haré» -la mirada de Muerte era triste y sin esperanzas.

Ángel y Muerte se dirigieron directo a Cupido.

Le explicaron la situación y lo importante que era.

Cupido saco sus tijeras, corto el hilo y los extremos los unió a otros dos extremos.

– «Tuve que unirte con el hilo rojo que tenias antes de morir.»

– «¿Quién es? ¿De quién se trata?»

– «No murió y ella está junto a ti, siempre lo estuvo.»

Muerte miró a Ángel con felicidad.

– «No deben recordarlo, murieron en un accidente automovilístico.»

– «No lo puedo creer» –Muerte hablaba con alegría tomando la mano de su real Amor, el que jamás lo abandono.

Desde entonces jamás se separaron ni para ir a cuidar a Aira. Él la recordaría con ternura y amando a quien siempre lo acompañó.

Fin.

Hilos cruzados es un cuento de ángeles enamorados enviado por la escritora Camila Colman para publicar en EnCuentos.

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