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El último deseo de Doña Eulasia

El último deseo de Doña Eulasia

El último deseo de Doña Eulasia. Lazurus Kilyx, escritor argentino. Cuento para padres.

 

Dicen los que dicen: “Que las personas, nobles de corazón…

Siempre tienen, una última oportunidad, de disfrutar a las almas que ama”.

Doña Eulasia… La tarde de un 10 de octubre de 2009. Se encontraba disfrutando, de un hermoso atardecer en el parque de su casa. Intuia, que ese seria su último día en este mundo.

Aprovechó el cálido sol de primavera, que iluminaba su cabellera blanca y su rostro que reflejaba cansancio y sufrimiento a lo largo de todo este tiempo, y escribió una de sus últimas notas, por si alguien, algún día leyera su historia de vida.

Ella, era una mujer muy sabia, y siempre estaba 10 pasos más adelante que cualquier persona. Parecía que siempre tenía todo perfectamente planeado. Se encontraba recostada en su cama, ya entrada la noche. Con su débil cuerpo encorvado, donde reflejaba el paso del tiempo.

Sabia, presentía que algo pasaría esa noche. Algo especial en su vida. Nunca demostró miedo, menos lo haría esa noche. Su tiempo, había llegado a su final. Lo sabía.

Esa misma noche a las 2:45.

Vio como la imagen de una mujer se acercaba a su cama desde la puerta Le costaba verle la cara, ya que poseía muchísima luz. Las primeras palabras de esta extraña fueron. –

No te asustes Eulasia, soy un ángel, me llamo Neyla. – He venido hasta acá, a concederte un último deseo.

– ¿Un deseo? dijo Doña Eulasia Fregándose los ojos, en un principio pensó que era un sueño o producto de su imaginación. Pero no, era real, lo que estaba ocurriendo.

– Si, un último deseo antes de que partamos hacia casa, dijo la imagen.

Luego de pensar varios minutos, Eulasia con su cara reflexiva y mirada puesta en la ventana donde veía las estrellas, donde podía sentir la brisa entrar. Esa brisa que uno siente, antes de alguna lluvia. Hasta podía oler la tierra mojada, de algún lugar que ya se encontraba lloviendo.

– Ya tengo mi último deseo, ya se cual es.

– Dime ¿Cuál es tu deseo? -Pregunto el ángel. Eulasia contestó:

– Quiero volver a tener 5 años, por un día. Quiero sentir esa inocencia que alguna vez, tuve en mi vida… Quiero volver a sentir esos olores ricos que había en mi casa… Oler las flores mojadas, cuando mi papa las regaba… Oler el perfume de mi mamá cuando me abrazaba… Volver a oler ese rico olor de la panadería de mi abuela Doña Carmona.

– Pues así será Eulasia, así será, dijo el ángel.

Y así de repente, como apareció, desapareció.

Doña Eulasia quedo, tan asombrada, que pensó que todo era producto de su imaginación. Y se durmió.

Al otro día, el despertador a cuerda, sonó a las 07 AM, despertando a todo el barrio. Como todas las mañanas, lo apago, se fregó los ojos, y para su gran sorpresa, despertó en otra cama que no era la suya.

Estuvo unos minutos reflexionando, tratando de ver donde se encontraba, el lugar le era muy familiar. Pero no era su cuarto de siempre, ni su cama. Al bajarse, se dio cuenta, de que algo no estaba bien.

Su estatura, era la de una pequeña persona. Fue corriendo a un espejo de cuerpo entero, que se encontraba frente a la cama. Y descubrió que era ella, si, pero con 5 años de edad. Su cabello no era el canoso que poseía, sino castaño claro enrulado. Sus manos no se encontraban arrugadas, sino que eran pequeñas y regordetas Su mirada reflejaba mucha luz, y brillaba su alma.

Entonces se dio cuenta que se encontraba en la casa de sus padres Ubicada en castelar, donde había nacido. Era el año 1924. Y había vuelto a su infancia.

Es imposible todo esto, se decía, ella misma. Pero esto realmente estaba pasando. Lo del ángel, no fue ningún sueño. Ni ninguna alucinación, había sido cierto. Decidió salir de su habitación, y recorrer el pasillo… ese en el que corrió y jugo durante muchos años de su vida. Era de esas antiguas casas, la cual poseía un patio interno, que comunicaba al resto de las habitaciones y tenía un jardín en el fondo.

La niña llegó a la enorme puerta del dormitorio de sus padres Al abrirla, los vio durmiendo tan placidamente abrazados. Tan unidos, como siempre los recordó en su infancia. Se acerco donde dormía su mama Elvira. Le acaricio el pelo. Admirándola, como siempre lo hizo.

Sintió unas cosquillas en su estomago. Sus ojitos comenzaron a llenarse de lágrimas por la emoción. Ver una vez mas, a su mama, durmiendo, poder tocarla. Oler su perfume. Al sentir las manitas de Eulasia. La mama despierto, mirándola… Sonriendo, con tanto resplandor, como la luz del sol.

Siempre recordó a su mama, incluso en las situaciones más difíciles. Ella siempre tenia una tierna sonrisa Siempre daba fuerzas y animo. Incluso el dia de su muerte, brindo su ternura.

-Amor ¿ya son las 7 de la mañana? -Preguntó la madre suavemente.

– Si mamá. Hoy es domingo, es el día del niño -refutó la pequeña.

– Si lo se amor, le dijo la madre.

Se levantó de la cama, fue a la puerta de un enorme placard, que ocupaba toda la habitación, nunca olvidaría el hermoso olor a pino que poseía la madera de ese placard. De allí saco una gran caja de color rosa, con un moño blanco.

– Ábrelo.

Eulasia abrió la caja y encontró, una hermosa muñeca de trapo. Abrazó a su mamá, y a su papá, tirándose arriba de el, que se estaba despertando. Los abrazó, con muchísima fuerza, con la que uno abraza a los que realmente ama… Y que nunca desearía dejarlos partir.

Ese día, acompañó a su papa en la bici, a la panadería de su abuela Carmona. Siempre adoraba ir con el, lo abrazaba y sentía la brisa de la primavera. En la enorme arboleda del barrio, llegaba a escuchar el lenguaje de los árboles.

Su papá trabajaba en esa panadería desde muy pequeño con su madre Carmona. Unos años después, Eulasia seguiría con la tradición familiar. Ella, lo sabía muy bien. Allí, en esa misma panadería, conocería al amor de su vida. El lugar poseía, amplios ventanales, e interminables techos.

Los ricos aromas del pan recién hecho en horno a leña Se llevaron algunas facturas y mas tarde salieron rumbo a Tigre en el auto. Hicieron un picnic cerca del mercado de frutos. Fue uno de los momentos más hermosos de su vida, Veía a su padre disfrutar de la pesca. Y ella aprovechaba para hacerle trenzas a su mama. Fue una hermosa tarde.

Al llegar el final del día. Ya en su cama, fue arropada por sus papis, que le contaron 3 cuentos, hasta que finalmente, se durmió profundamente, abrazada a su muñeca de trapo Sabiendo que ese día, quedaría grabado para siempre en su alma.

Doña Eulasia, nunca más, despertó…

Había llegado su momento de partir…

Su deseo estaba cumplido. Al día siguiente la encontraron en su cama sin vida.

Dicen quienes la vieron, que estaba placidamente dormida Esbozando una sonrisa. Abrazada a una vieja muñeca de trapo.

Si pasó o lo soñó… Solo Doña Eulasia lo sabe.

Fin

Dr. Lazurus

Cuento Re editado Fecha de publicación 13-10-2010.

El último deseo de Doña Eulasia. Literatura infantil, cuentos que no pasan de moda. Lecturas para niños de primaria. Historias para aprender leyendo.

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