Por Elizabeth Segoviano. Cuentos de ángeles
Angeles guardianes. Escritora de México. Cuentos de peluches.
Ángeles guardianes
Hace muchas lunas, bien alto en el cielo, Dios reunió a todos sus ángeles, y les dijo que su trabajo era cuidar a los seres humanos, amarlos, protegerlos y guiarlos. Desde ése día cada ángel juró hacer su mejor esfuerzo... ¡y éso hicieron! Pero entre aquellos ángeles se encontraba Aldebarán, a quien le habían encomendado cuidar a todos los niños.
Como pueden imaginarse ¡ése era un trabajo enorme y muy importante! Así que nuestro ángel pasó varias noches pensando como podría cumplir su meta.
Aldebarán sabía que los niños eran sumamente importantes, ésa era la razón por la cual Dios había creado a las mamás –que son los ángeles más tiernos, inteligentes, hermosos y poderosos de todos– ¡pero oigan! ¡incluso las mamás necesitan ayuda! Por éso Dios también había creado a los papás –que son los ángeles más graciosos, fuertes, astutos... ¡y desastrosos de todos!– ¡pero oigan! ¡incluso los papás necesitan ayuda! Por ello Dios también había creado a los abuelitos, hermanos, tíos y tías... ¡e incluso a los maestros y los cahorros! Pero éso no era suficiente, porque los niños son el tesoro más preciado de todos y necesitan más guardianes... las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana.
Nuestro ángel sabía que requería ayuda, porque aunque podía volar más rápido que la velocidad de la luz, no había forma de que pudiera estar con todos los niños todo el tiempo; necesitaba un buen guardia, alguien tierno, fuerte, valiente, gracioso, amigable, amable, listo... alguien que pudiera ser el confidente de cada niño; alguien que pudiera mantener informado al ángel de lo que le ocurriera a los niños, y, más importante aún, alguien que pudiera amar a ésos niños tanto como Aldebarán lo hacía.
Así que nuestro ángel viajó a través de todas las estrellas y constelaciones, a través de toda la galaxia y por cada rincón del cielo tratando de encontrar la respuesta que necesitaba; pero no fué sino hasta que Aldebarán bajó a la tierra que se le ocurrió una idea brillante; notó que los niños solían dormir abrazando sus cobertores o sus almohadas, éso realmente los ayudaba a dormir tranquilos, pero durante el día no podían andar cargando ésas cosas, así que el ángel regresó al cielo y juntó las telas más suavecitas y comenzó a coser varias piezas; cuando finalmente terminó ¡tenía en las manos al primer osito de peluche de todos los tiempos!
¡Ésa era la respuesta! Un osito podía vigilar a los niños todo el tiempo, y ellos podían llevarlos a todas partes, y por la noche, el osito podría proteger sus sueños, mantener a salvo sus secretos y decirle al ángel si un pequeño necesitaba ayuda extra.
Aquella noche Aldebarán cosió y cosió millones de ositos, uno para cada niño, para que pudieran tener una parte de él consigo siempre, un pequeño guardián que pudiera ayudarlos a enfrentar sus temores, un compañero fiel con el que pudieran vivir toda clase de aventuras; y un amigo querido que pudiera darles incontables cantidades de abrazos.
Ahora que todos ustedes ya saben como fueron hechos los ositos, estoy segura de que querrán aún más al suyo, porque ya saben que fueron hechos por un ángel que los ama a todos ustedes tanto como lo hacen sus padres.
Fin.
Ángeles guardianes es un cuento de la escritora Elizabeth Segoviano © Todos los derechos reservados.