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He sido un conejo toda mi vida, y creo que siempre lo seguiré siendo.

Hay una historia que siempre he querido contar, a veces trato de contarla a alguien pero mis lágrimas lo impiden. Cuando trato de escribirla siempre termino por romper las hojas, pero esta vez he decidido no hacerlo.

Aún la recuerdo, es más, nunca ha salido de mi cabeza, tenía grandes orejas (y digo tenía porque hace mucho, pero mucho que no la he vuelto a ver), aunque supongo que sus orejas seguirán igual, o quién sabe, tal vez se las haya cambiado de sitio, puede que hayan aumentado de tamaño, en realidad no lo sé, en fin, no estoy aquí para hablarles de sus orejas, quiero contarles algo más.

A parte de eso, tenía unos dientes enormes, muy bonitos, llamaban la atención de cualquiera cada vez que los mostraba cuando sonreía, hermosa sonrisa por cierto. Me pregunto ¿Qué habrá sido de ella, de su sonrisa? ¿Aún la tendrá en su sitio, la lucirá de vez en cuando o siempre, o algún conejo se la habrá borrado? Ahhhhh a veces quisiera saberlo…

Y sus ojos, sus ojos tal vez eran lo más maravilloso, enormes. Hablaban por si solos, profundos, a veces incluso me perdía en su mirada, tenía todo un universo entero allí dentro. Un universo que yo creía comprender bien, porque realmente el último día que lo vi no pude entenderlo. Sus ojos ese día no me hablaron, o si lo hicieron, no entendí en lo absoluto lo que me quisieron decir, o si.

De pronto lo entendí quise creerlo como falso, pero era verdad, una verdad tan absoluta como que mi universo entero se apagaba, los planetas dentro de él colisionaban entre ellos (o sea mis recuerdos, los que tenía de ella).

Todos los recuerdos se vinieron encima, y vaya cosa, díganme ¿Quién aguanta con todo ese peso?, tal vez por ello he dejado algunos atrás, ya no están en mi memoria, pero no porque no quiera, es solo que a veces necesito espacio para guardar algunas otras cosas, por ejemplo para saber en donde dejo mis zanahorias, suelo perderlas muy a menudo.

A veces imagino el mundo como una zanahoria gigante. Jajaja es divertido imaginar cosas, además me encanta el universo, por ejemplo los agujeros zanahoria, o los tuneles zanahoria, pero ese tema es algo complicado.

Retomemos el tema de aquella coneja, ella solía regalarme zanahorias, y vaya que me gustaban.Además íbamos al cinehoria a ver alguna película, ella a veces se dormía en mitad de película, y yo no lo soportaba, pero verla dormir era algo que llamaba mucho mi atención. Se veía demasiado tierna, era zanahorilloso (es una combinación entre zanahoria y maravillososo) para mí la perfección.

Bueno ella se marchó, hay muchas cosas que decir de ella, pero mis hojas no alcanzan. Solo quería que ella supiera que ya no disfruto las zanahorias como antes, que ir al cinehoria ya no es lo mío.Que la sigo esperando, y para eso escribo esta historia única y exclusivamente para ella, si me lee, sabrá que me refiero a ella.

Por cierto ella tiene algo que nos pertenece a los dos, y les aseguro que es algo más zanahorilloso que la misma zanahoria…

¿Ustedes imaginan algo mejor que eso?

Fin

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