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El sueño de Constanza

El sueño de Constanza. Ana Mafalda Damião, escritora brasileña. Traducción al castellano Marlene Vinhas.Ilustración Fernanda Forgia. Cuento perteneciente a la Antología de EnCuentos.com por los derechos de los niños

“Los niños tienen derecho a tener una vida plena y digna cuando hay una discapacidad física o mental”

Constanza tiene un sueño.Un sueño que nació tan pequeño, silencioso, como los sueños de los niños nacen. Cada día fué creciendo un poco. Se creó en la clase cuando Diego escribia el “O” del nombre en la punta de la hoja. Creció cuando Juana le decia a Diego que no sabía hacer nada.

Creció cuando los dibujos de Diego salían de la hoja y se estiraban por la mesa. Creció en el patio del recreo, en todos los recreos, cuando Diego caminaba solo en el patio, ajeno a todo y a todos.

Cuando llegaba a su casa, Constanza se acurrucaba en el sofá con Francisca, conectaba el Canal Panda y empezaba a soñar. La madre sospechaba que no eran los dibujos animados que bailaban en los ojos de Constanza y le preguntó:

– ¿Te encuentras bien, cariño?

– Sí, mamá. – ella le contestó sin apartar los ojos de las imágenes imaginadas.

Un día, el «sí mamá» fué acompañado por dos lágrimas rebeldes. La mamá dejó llorar a Constanza, acariciándole el pelo y le susurró palabras de cariño.

Con las lágrimas le salieron las palabras, aquellas palabras que se fueron formando con el crecimiento de su sueño: que Diego fuera igual a todos los demás chicos, que el “O” de su nombre se acercara a la letra “g”, que sus dibujos se quedaran más bonitos y coloridos dentro de su cuaderno, que en el patio no hubíera más paseos solitarios …

La mamá le explicó a Constanza que Diego es un niño autista, distinto, tan diferente como lo són todos los niños y las niñas, porque cada niño(a) és único(a). Único en su crecimiento y en sus sentimientos, único en su aprendizaje, único en el corazón de los demás … Constanza entendió y, enjugándose las lágrimas, le dijo:

– Ya sabes mamá, me gustaria que Diego tuviese un hermoso cuaderno, así como el mío. Él es muy aficionado a mi cuaderno, siempre que lo recoge, le acaricía sus hojas. A veces dicen que el cuaderno de Diego no está bien y yo sé por qué. Diego no se ajusta en el interior del cuaderno.

La madre le sonrió y la abrazó, lanzando la propuesta de hacer dos grandes cuadernos: uno para ella, otro para Diego. A Diego le encantaban los animales y la tapa de su cuaderno seria un océano de peces y delfines, tortugas y corales, una sabana donde los leones persiguen las cebras, una montaña donde las águilas hacen sus nidos, una llanura donde las mariposas vuelan alrededor de las espigas de trigo.

Constanza también ama los animales, pero su libro es diferente. Es rosado como los sueños, amarillo como el sol y tiene a Polly y sus amigos, un castillo y muchas hadas. Ahora, en el patio, sentados en el suelo, tocan las capas de sus cuadernos. Constanza abre las puertas de su castillo encantado, coje la mano de Diego y, juntos, corren por los jardines y vuelan en las alas de las mariposas.

Fin
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