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Dagoberto cumple un sueño

Dagoberto cumple un sueño. Cuentos infantiles de cumpleaños.

Dagoberto cumple un sueño de los cuentos infantiles de cumpleaños de la escritora Liana Castello. Cuento sugerido para niños a partir de ocho años.

Se acercaba el cumpleaños de Rigoberto, el gato amado de Dagoberto. Para estos amigos siempre el cumpleaños de uno era muy importante para el otro.

Cada uno de ellos pensaba por largo tiempo en cómo hacer del cumpleaños del otro un día especial, único, maravilloso. Se querían y conocían mucho.

Sin embargo, a veces no era fácil pensar un buen regalo, un hermoso festejo. Si quien cumplía años era Dagoberto, no era fácil para su amigo gatuno organizar las cosas. Rigoberto era un gato sabio y que podía comunicarse con su compañero de aventuras, pero no dejaba de ser un gato y eso a la hora de armar una fiesta, comprar un regalo u hornear un pastel se complicaba un poco.

Por otro lado, si el que cumplía años era Rigoberto tampoco era sencillo pensar un regalo para un gato, el pastel debía ser de atún o algún otro pescado y el festejo algunas veces se complicaba porque no todos los gatos del reino se portaban tan bien como Rigoberto.

A pesar de no ser una tarea fácil, Dagoberto estaba dispuesto a hacer del cumpleaños de su amigo un día inolvidable. Debía pensar en algún deseo de Rigoberto, algo que él quisiera con todo su corazón y luego poner manos a la obra. No le fue difícil pues lo conocía bien y sabía que su gato tenía el sueño de volar. “A veces pienso que debería haber sido un ave” solía decir Rigoberto.

¿Cómo hacer para que Rigoberto cumpliese su sueño de volar?

Dagoberto comenzó así una interminable búsqueda: El reino no contaba con avionetas, entonces fue a preguntar al reino vecino, pero no tuvo suerte. El costo era altísimo y Dagoberto no lo podía pagar por más amor que sintiese por su amigo.

Supo de un comerciante que tenía un globo aeroestático, pero cuando Dagoberto le contó para qué era, el hombre se negó rotundamente.

-¡Gatos en mi globo no! ¿Qué pretende usted que lo arañe y se arruine? ¡Habrase visto tamaña desfachatez de su parte!-gritó el señor.

-Mi gato no araña, es muy educado, no lo creería si lo viera-insistía Dagoberto.

-No lo quiero ni ver, un gato araña y no hay gatos educados ni aquí ni en ningún lugar del mundo-contestó el comerciante.

-Le aseguro que mi gato sí es educado, un ejemplo de buenos modales-replicó Dagoberto.

-No pierda su tiempo caballero, mi globo no está disponible para felinos-Dijo el comerciante en forma terminante y se fue, dejando a Dagoberto triste y decepcionado.

Algo debía hacer, no podía dejar a su amigo con un sueño sin cumplir. Decidió entonces ir a hablar con todas las aves del reino. Y sí, Dagoberto no sólo hablaba con su gato, hablaba con las aves también porque era un alma noble que amaba profundamente la naturaleza.

-Las necesito-dijo-Rigoberto sueña con volar y no he conseguido ni avión, ni avioneta, ni globo, ni nada.

El ave más anciana abrió los ojos como si fuese una lechuza (que no lo era) y preguntó con algo de temor.

-¿ Y para qué nos necesitas a nosotras? No pensarás que…. –y no se atrevió a terminar la frase.

-¡Exactamente eso pienso! Se me ha ocurrido que si se juntas todas y cada una con su pico toma a Rigoberto tal vez lo puedan hacer volar.

-Dime hijo ¿Tú te has fijado que tu gato está algo excedido de peso?-Preguntó el ave.

-Bueno si, reconozco que está un poco gordito, pero bueno con un poco de voluntad tal vez se pueda-contestó Dagoberto.

-Mira hijo-continuó el ave-yo sé cómo amas a tu gato y puedo entender que quieras cumplirle su sueño, pero debes entender que por más voluntad que pongamos jamás podremos levantar semejante peso. Nos haríamos daño y no creo que tú quieras eso.

-No por supuesto que no, bueno gracias igual pensaré en otra cosa.

Y Dagoberto pensó y pensó mucho, intentó fabricar un par de alas, pero no contaba con los elementos suficientes para que fuesen resistentes.

El cumpleaños de su mascota se acercaba y Dagoberto no encontraba la forma de hacerle a su amigo ese regalo especial.

Finalmente, decidió que quizás no era el momento, parecía imposible poder realizarle el sueño a su amigo.

Aunque un poco triste, se propuso entonces hacer la mejor fiesta que Rigoberto hubiese tenido.

Horneó el pastel de atún más grande que hubiese hecho jamás. Confeccionó guirnaldas con sus propias manos. Hizo masitas con trocitos de otros pescados. Contrató una orquesta, le escribió una hermosa carta y le compró de regalo una camita nueva. Invitó a los habitantes del reino y a todas las aves. Por último compró globos de todos los colores, muchos globos porque sabía que a su gato también le gustaban los globos y porque además, un cumpleaños sin globos no es un verdadero cumpleaños, pensaba Dagoberto.

El día llegó y con él la fiesta de cumpleaños. Rigoberto estaba feliz, Dagoberto no tanto, había deseado con toda su alma regalarle a su amigo su sueño cumplido y no había podido. A pesar de ello, lucía la más bella de las sonrisas.

Rigoberto emocionado abrazó a su amigo, comió el pastel y las masitas, disfrutó de la música y fue muy pero muy feliz, no sintió que le faltase nada ese día.

Sin embargo, Dagoberto seguía pensando en lo que no había podido lograr, en lo que hubiese querido obsequiarle a su mascota.

-¡Qué bellos globos! –dijo el gato a su amigo por lo bajo-los más bellos que haya visto jamás.

-¿Quieres sostenerlos?-preguntó Dagoberto-Te tomaré una foto sosteniendo los globos y luego tú me tomas una a mí.

Cuando Rigoberto tomó ese hermoso puñado de globos algo inesperado sucedió. Comenzó a elevarse sin importar su peso, como si esos globos fuesen la mejor de las avionetas y Dagoberto comenzó a elevarse con él.

El rostro de los amigos se iluminó ¿Cómo podía ser que volasen tomados de unos cuantos globos? ¿Era eso posible? Las aves los acompañaban y algunas estrellitas también a pesar de que fuese de día. Rigoberto no podía estar más feliz y si bien Dagoberto también lo estaba, no terminaba de entender cómo era posible que estuviese sucediendo aquello.

El ave más anciana voló hasta estar bien cerquita del oído de Dagoberto y le dijo.

-No debes sorprenderte amigo. Has deseado tanto cumplir el sueño de tu amigo, has tratado de lograrlo de tantas maneras, que el destino ha sido piadoso contigo y ha hecho por ti lo que tú querías hacer por tu amigo.

-Pero… -murmuro Dagoberto.

-Pero nada, vuela y disfruta. Tú has inflado todos y cada uno de estos globos, sin duda en ellos está todo lo que sientes por tu mascota, por eso vuelan, por eso logran lo imposible, porque están llenos de amor.

Fue un cumpleaños inolvidable para Rigoberto, pero también para su amigo del alma. Dagoberto no podía estar más feliz porque cumplir el sueño de un amigo, es también cumplir un sueño propio.

Fin
Dagoberto cumple un sueño de los cuentos infantiles de cumpleaños de la escritora Liana Castello. Cuento sugerido para niños a partir de ocho años.

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