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Por Dolores Espinosa y Valeria Badano. Cuentos infantiles de Madres y Brujas

Hay títulos cuentos que algunas veces se repiten, pero en general son frases comunes, conocidas, famosas… en este caso, Mi mamá es una bruja es un título para la intimidad, podemos pensarlo pero pocas veces decirlo 🤣🤣🤣. Las escritoras Dolores Espinosa y Valeria Badano parece que, o se pusieron de acuerdo, o tienen la madre en común 😉. Dejando de lado la humorada, las autoras nos regalan dos divertidos cuentos para leerlos a cualquier edad o con toda la familia.

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Mi mamá es una bruja es un simpático cuento corto de madres y brujas de Dolores Espinosa, escritora española. Cuentos divertidos sobre las madres.

Mi mamá es una bruja. Por Dolores Espinosa

Mi mamá es una bruja - Cuento de madre

Mi mamá es bruja. Una bruja sin arrugas, sin narizota, con medias y con botas, pero bruja, bruja, requetebruja.

Mi mamá tiene un enorme sombrero puntiagudo, pero no lo usa nunca porque dice que es muy feo y que para volar en escoba lo mejor es el casco, por si los coscorrones y tal.

En la cocina, junto al microondas, guarda una olla muy gorda donde prepara pociones con ojos de escorpiones y alas de mosquito, y una sopa muy rica cuando estoy malito.

Mi mamá es bruja rebruja, una bruja de las de verdad verdadera, que lanza hechizos que son la repera.

Eso les dije hoy a mis amigos… pero ninguno se sorprendió.

-¡He dicho que mi mamá es una bruja! -repetí por si no me habían escuchado.

Y Adriana dijo:

-Pfff…. ¡Vaya cosa! Mi mamá también es bruja: todas las noches asusta a los monstruos que se esconden en mi armario.

Y Mario dijo:

-¡Bah! Mi mamá también es bruja: me cura todas, pero todas las heridas sólo con darme un beso.

Y Lucía dijo:

Mi mamá también hace magia: en un pispas convierte trapos y papeles en unas muñecas preciosas.

Y Daniel dijo:

-Pues la mía sabe cómo encontrar todo, absolutamente todo lo que se pierde y todo, absolutamente todo lo que nadie encuentra.

Yo bufé y rebufé. Eso no podía ser:

-¡Que no, que mi mamá es bruja pituja y rebruja, con varita y gato granuja!

Pero mis amigos seguían dale que dale, que si mi mamá también es bruja, que si mi mamá también hace magia, que si mi mamá hace esto, que si mi mamá hace lo otro, que si mi mamá hace aquello…

Yo entonces me callé y pensé, repensé y seguí pensando. Y tras mucho pensar dije:

-Entonces, ¿todas las mamás son brujas?

-¡Claro! -dijeron todos mis amigos.

Y yo volví a pensar otro rato. Un rato muy largo porque a mí me gusta mucho pensar. Y cuando pasó ese rato dije:

-Bueno, si vosotros lo decís… ¡Pero que quede bien clarito que de todas las brujas mamás mi mamá es la más bruja y la más especial!

Y seguí jugando con mis amigos hasta que mi mamá vino a buscarme volando en su escoba.

Fin.

Mi mamá es una bruja es un cuento de la escritora española Dolores Espinosa © Todos los derechos reservados.

Sobre Dolores Espinosa

Dolores nació en Las Palmas de Gran Canaria (España). Comenzó la carrera de Filología Hispánica aunque nunca llegó a terminarla. Casada y con una hija, actualmente es ama de casa.

Dolores Espinosa - Escritora

¿Qué consideras que se necesita para poder escribir? «Amor por las palabras y amor por la lectura. Sueños, deseos, alegrías, penas, esperanzas y vivencias. Y ganas de disfrutar compartiendo historias con los demás que, en el fondo, es compartirse porque cada relato, cada cuento, lleva algo de nosotros mismos.»

Si quiere leer más sobre Dolores Espinosa, puede ver la entrevista que le hicimos para EnCuentos Aquí.

Mi mamá es una bruja. Por Valeria badano

Mi mamá es una bruja - Cuento
Imagen de aalmeidah

A mi mamá

Cuando lo dije, sin sorpresa, casi al pasar, mis amigos abrieron los ojos así de grandes; enormes como las piñatas de los cumpleaños. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía un gran secreto; mío, todo mío.

Por eso ahora, entre sorbito y sorbito, mientras tomamos la leche de la merienda, descubro a mis amigos mirando de reojo a mi mamá. Y cuando ella por fin los ve, mirándola, les guiña un ojo y sigue.

Yo, sin embargo, no sé por qué tanta sorpresa.

En algunos compañeros del cole que apenas conocen a mi mamá, me parece reconocer una miradita burlona -desconfiada diría- que me grita: “Mentiroso, sos un mentiroso”.

Y otros chicos, como los hermanos más grandes de mis amigos, se ríen y palmean mi frente: “Y sí, obvio. La mía también lo es”. Y vuelven a reírse mientras se van dándome las espaldas y olvidando lo que acabo de revelarles.

A mí me parece que entre la incredulidad y la burla no ven lo que es tan claro. TAN CLARO. La verdad más grande que un hipopótamo gigante. Porque de verdad, DE-VER-DAD mi mamá ES una bruja.

Y yo lo sé porque tengo pistas.

Muchas veces escuché decir a mi tío que las brujas no existen “pero que las hay, las hay”. Y claro, porque las brujas están así, disfrazadas de mamás o de maestras, de jirafas o de flores, de mariposas o de luna llena espiándonos desde una noche estrellada.

Pero a pesar de sus esfuerzos por mezclarse entre nosotros, siempre van dejando pistas que solamente los atentos podemos reconocer y así zambullirnos en ese mundo maravilloso.

Porque lo primero que tengo que decir es que las brujas (y yo lo sé porque mi mamá es una) no son seres terroríficos. Son seres tan simpáticos como las hadas pero las brujas no viven en libros de cuentos como las hadas ni vuelan con alitas de tul; tampoco resplandecen como los fuegos artificiales ni andan esgrimiendo sus varitas mágicas. No, no: ellas están muy cerca de nosotros.

Yo pude reconocer las pistas que mi mamá –bruja distraída- se olvida o pierde en mi casa y por eso, con ellas pude armar este, mi verdadero secreto.

La primera pista es que mi mamá, tal vez por distraída, deja entrever sus poderes porque cuando me mira yo siento que algo dentro de mí, aquí, muy cerquita de los latidos del corazón, crece.

Pero hay algo todavía más sorprendente y es que cuando yo, sin llamarla con la voz, solamente pensando en que la necesito, ella deja de hacer lo que la ocupa y viene donde yo estoy.

¡Mi mamá, la bruja, adivina que tengo algo importante que decirle!

Pero hay otra pista. Mi mamá tiene un caldero mágico. ¡Bah!, un caldero, lo que se dice un caldero, no. Es en realidad, una olla transformada. Pero allí, ella cocina y cocina. Y no solo eso sino que cuando cocina, hace magia en su comida. Porque a mí no me gusta la espinaca y entonces mi mamá la transforma, gracias a la magia de su caldero, en un verdadero manjar.

La tercera pista es su gato. Todos saben que las brujas tienen un gato amigo y por eso mi mamá también tiene uno. En una repisa que ella adora, hay un gato negro, pero él no se mueve (ese es otro truco de mi mamá, la bruja): ¡Lo tiene hecho una estatua!, parece de porcelana por lo duro y lo brillante.

Pero yo sé que, en realidad, debajo de esa piel que parece pintada, el gato vigila y ronronea. Mi mamá lo mima y le alisa el pelo pintado con una franela, una vez a la semana. Me parece que el gato toma el agua de los jarrones y por eso las margaritas se marchitan.

Otra pista, tan clara como el agua de los jarrones que toma el gato, es que mi mamá, la bruja, nunca se hace vieja. ¡Mejor todavía!: el tiempo en su cara va marcha atrás: ahora está más linda y más joven que antes. Y yo lo sé porque en los portarretratos de mi casa están las pruebas: fotos en blanco y negro de una mujer que, dicen, es mi mamá de chica.

“Acá en su fiesta de quince”, “Acá cuando terminó la escuela”, “Esta otra en el cumpleaños de Pablito”, “El día de su casamiento”. Pero por la ropa y los peinados, seguro seguro que no tiene ni quince, ni dieciocho ni veinticinco. En esas fotos se parece más a mi abuela que a esta mamá linda y joven que me abraza a cada rato, envuelta en su perfumado pelo rojo.

Y acá descubro la otra pista.

Mi mamá no usa siempre el bonete de bruja. Solo algunos días pero ella lo disfraza con una toalla blanca que huele a champú y a pelo recién lavado. Pero estoy seguro que debajo de esa toalla está su bonete puntiagudo y mágico porque hay ‘algo’ que hasta a mi papá hechiza. Él la besa y le dice que la quiere. Y mi mamá se toca su bonete escondido y ríe. A mí me da risa también y todos nos reímos entonces.

La pista infaltable: la escoba. Mi mamá como una auténtica bruja tiene una escoba que está vestida de gala. Es un escobillón multicolor con el que sobrevuela el living de mi casa. Yo la he visto, por la mañana temprano cuando todavía estoy acostado y ella cree que duermo. Va y viene con su escobillón, tan rápido que sus pies no pisan el mosaico. A mí me gusta verla volar. Bajito, claro, porque dentro de la casa puede chocar con la lámpara del comedor o despeinarse con alguna de las caprichosas telarañas del techo.

Y volando deja su escobillón volador para llevarme el desayuno a mi cama.

Ella no sale a la calle en su escobillón volador, usa el auto. En la ciudad con edificios tan altos debería, para no chocarlos, levantar vuelo como un jet, bien cerca de las nubes y yo creo que mi mamá le tiene un poco de miedo a las alturas. O tal vez sea porque quiere disimular su condición de bruja. Tal vez, porque quiere hacer ejercicio.

Y la última pista, la más contundente, la que es como un grito fuerte o como un enorme cartel luminoso, la que me permite afirmar con orgullo y seguridad que MI MAMÁ ES UNA BRUJA: ¡UNA BRU-JA! Y es que mi mamá no le tiene miedo a la noche porque la conoce.

Mi mamá no le teme a la oscuridad porque la conoce y la desembruja. Le saca los monstruos y la hace mi amiga. Porque cuando mi mamá, la bruja, me besa y yo cierro los ojos, la oscuridad, antes llena de monstruos, desaparece y entonces, vienen a visitarme los seres más bonitos.

Fin.

Este segundo nombre, es un cuento de la escritora argentina Valeria Badano © Todos los derechos reservados.

Sobre Valeria Badano

Valeria Badano - Escritora

Valeria nació en Luján, provincia de Buenos Aires, en Argentina. Es profesora universitaria en Letras; Licenciada en Letras con orientación en Lingüística de la Universidad de Morón y Especialista en Estudios acerca de la Mujer y del Género. Trabaja como docente e investigadora. Ha publicado, entre otros, «Escribir para chicos. la infancia y las escritoras».

Valeria, además de narradora, ensayista y dramaturga, es miembro fundadora de la Academia Argentina de Literatura Infantil y Juvenil. Es escritora y miembro del Consejo Editorial de la Revista Alba de América del Instituto Literario y Cultural Hispánico, California, USA. Miembro Honorario del IFLAC (Foro Internacional de Literatura y Cultura por la Paz)

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