La enfermera es uno de los cuentos de fantasmas de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.
La carretera que va de Pachuca a Huejutla rodea los curiosos pliegues que presentan, como acordeones, las estribaciones de la Sierra Madre Oriental. Va describiendo curvas, subiendo y bajando entre los cerros, bordeada por la exuberante vegetación de la Huasteca hidalguense, sobre todo por los enormes helechos, y por multitud de cascadas que bajan de los cerros y que hacen el lugar excesivamente húmedo y la carretera, por lo mismo, muy peligrosa.
Esos bellísimos paisajes son recorridos diariamente por numerosos vehículos y camiones de pasajeros, que llevan a personas de Huejutla y poblaciones intermedias que requieren hacer algún trámite o compras en Pachuca, que es la capital de su estado, y con dolorosa frecuencia ocurren accidentes en diversos lugares de la carretera.
En cierta ocasión volcó una camioneta del Instituto Nacional Indigenista, en la que viajaba personal de esa institución para realizar algún trabajo en las comunidades de la sierra. Tal vez por imprudencia, o porque el chofer se haya quedado dormido mientras conducía, o quizá por el mal estado de la carretera, resbalosa por la humedad, la camioneta derrapó en una de las curvas y se desbarrancó, cayendo hasta lo más hondo de una cañada.
Eso ocurrió a escasos uno o dos kilómetros de un lugar llamado El Paradero, precisamente porque, aunque no se trata de una población, ahí hacen parada casi todos los vehículos de transporte público, y aun los particulares, para descansar del largo trayecto y tomar algo en los puestos de quesadillas, refrescos y golosinas que ahí levantan los lugareños.
Todos murieron, el conductor y los pasajeros que en su mayoría eran enfermeras y médicos, que tenían la misión de atender y orientar a la gente de la región sobre medidas de higiene y planificación familiar. Los cuerpos fueron rescatados y entregados a sus familiares para que pudieran enterrarlos, y el asunto pareció olvidado salvo por la cruz que mandaron poner los deudos de los difuntos en la orilla de la carretera, para llamar a la devoción de quienes pasaran y rezaran un breve responso por sus almas.
Tampoco lo olvidaron los conductores que frecuentemente viajan por ahí, para quienes fue un recordatorio de la prudencia con la que deben manejar en esa carretera.
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Al poco tiempo comenzaron a suceder algunos sucesos extraños que trajeron a la memoria el accidente de la camioneta del INI. En ocasiones aborda el autobús, ya sea de Pachuca a Huejutla o bien en sentido contrario, una mujer vestida de enfermera. Al principio no llamó mucho la atención, no tiene nada de raro que una enfermera viaje por ahí, como las que murieron en el accidente.
Lo raro es que a veces va a bordo de algún camión y pide que la bajen en El Paradero, si es posible en la cruz que está junto al camino. También, a veces, pide aventón a alguno de los particulares que viajan por ahí.
Entre la gente de esos lugares no existe aún mucha desconfianza, y menos tratándose de una mujer de apariencia tan inofensiva, con su traje blanco, por lo que muchos han sido los que le han hecho el favor de llevarla de un lado a otro sin saber que se trata de un fantasma.
Un chofer de autobuses al que conozco me platicó que una vez entre los pasajeros de su camión, sentada casi hasta atrás, viajaba la enfermera, que fue notada por todos precisamente por su ropa blanca.
Al llegar a El Paradero, como es costumbre, se detuvieron y dijo el chofer: “en quince minutos nos vamos”. Todos bajaron y a los quince minutos volvieron, descansados y listos para continuar el camino. “Espérese, falta la señora de blanco”, dijeron al chofer quienes iban sentados cerca de ella. “Ah, sí, la señora de blanco”, “Hay que buscarla”. Se bajaron pensando que estaría aún en alguno de los puestos, tomando un café o una torta, pero no estaba en ninguno.
A ningún otro lugar pudo haber ido, fuera de los cinco o seis puestos de comida ahí no hay nada, ni sale ningún camino o vereda que llegue a otro lado. “Ah”, dijeron las mujeres que atienden los puestos, “ha de haber sido la enfermera”. “¿Quién?”, preguntaron. “La enfermera, la que murió hace poco en el accidente de la camioneta, a pocos minutos de aquí”. “¿Cómo...?”, preguntaron los pasajeros, sin comprender. “Seguido por aquí se aparece la enfermera”, explicaron las marchantas.
“A veces viene en algún carro y aquí se baja, y nunca hemos visto que se vaya para ningún lado; tampoco la hemos visto en el momento en que desaparece, pero de pronto ya no está. Incluso alguna vez, al llegar aquí un camión ella estaba aquí, pero nadie pudo ver tampoco de dónde había llegado, y les pidió que la llevaran; hasta después caímos en la cuenta de que era ella”.
Contaron que algunos choferes dicen haberla visto caminar por la orilla de la carretera, yendo y viniendo de ningún lado a ninguno otro. Cuando el autobús continuó su camino, sin la enfermera, los pasajeros que viajaban en la parte de atrás no quisieron seguir ahí, pidieron al chofer que los dejara irse en el pasillo y los escalones del camión, no fuera que anduviera rondando por ahí. Y todos volteaban a cada momento para asegurarse de que no estuviera...
Fin
La enfermera es uno de los cuentos de fantasmas de la escritora Raquel Eugenia Roldán de la Fuente sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.