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La casa de Peter es uno de los cuentos urbanos de la colección cuentos cortos del escritor de cuentos infantiles Ian Welden.

Estrictamente prohibido para adultos.

La esplendorosa madrugada de Valby se asomó de pronto sobre
la casa de Peter. Este, un hombre jóven como una luna
nueva y largo y flaco como un fideo de trigo puro, se sentó en su cama,
estiró los brazos hacia el techo y bostezó con la destreza de un perro San
Bernardo.
 
Salpicó algunas gotas de agua en su rostro y vistiéndose rápidamente
bajó las escalas a saltos, abrió la puerta recibiendo una bocanada de puro
y fresco aire valbyano y se puso a cantar suavecito y muy entonado la
canción que el había inventado cuando era adolescente hace diez años atrás:
 
Para ser felíz y entender
Tienes que reir y encender
 
Una lucesita cálida
Una lucesita cálida
 
En tu corazón encontrarás
Toda la razón y la verdad
 
De una lucesita cálida
De un lucesita sí.
 
Y comenzó su día.
 
Peter había construido su casa ( que en realidad eran dos: la casa donde dormía,
comía y descansaba en su viejísmo sofá frente a la televisión, y su taller de
milagros) con la ayuda de los milagreros de la Calle Larga de Valby.  Se demoraron
un año y quedó tan hermosa como una postal entre los árboles y frente al río, que la fiesta de inauguración
aún siguió hasta hace pocas semanas atrás.
 
Cuando la noche cae sobre la célebre Calle Larga de Valby, todos los milagreros acuden
al famoso Café Ciré donde se juntan, como es sabido, los fantasmas de personajes históricos
y legendarios y la concurrencia viva se mezcla con ellos, tomando cerveza danesa o helados
franceses filosofeando y riendo y cantando,
 
Pero a las 00:00 horas se iban todos a la casa de Peter a seguir la fiesta hasta altas horas
de la noche. Conversando cantando y bailando. Los milagreros se contaban los secretos de
sus artes y se enseñaban mutuamente como transformar el aire en perlas multocolores o
como sacar sombras de cristal verde de un viejo organillo fabricado en el el Reino de
Suecia y traido pieza por pieza al Reino de Dinamarca en los años del primer rey Vikingo Gorm el Viejo.
Los Vikingos y las Vikingas a su vez, mostraban sonrientes como sus niños volaban por la casa y
Fedora, la gitana chilena, enseñaba a enamorar a los marinos chilenos lachos que siempre están
dispuestos a ser seducidos.
 
Pero volviendo a este día, Peter entró a su taller mas entusismado que de costumbre ya que
iba a terminar su querido milagro maestro llamado "La Rata Huevona". Este milagro consistía
en la fabulosa presentación multidimensional de un cuento para niños y viejos, estrictamente
prohibido para adultos, que él mismo había concebido cuando estaba viendo una vieja película
de dibujos animados en la televisión.
 
Por primera vez en su vida, Peter se dió cuenta de que en tv todo era plano y que la
pantalla impedía todo contacto físico entre espectadores y actores. La unidimensionalidad
de este medio de comunicación de masas era para él irritante y falso.
 
El cuento era muy simple. Una rata cree que la luna es de queso. Se la
come dejando a los otros animales del bosque sin luz por las noches. Los animales
le exigen a la rata que vomite la luna y la rata lo hace, devolviendo la luz nocturna
al bosque.
 
Pero su tecnolgía es demasiado complicada como para explicarla aquí. En todo caso, Peter alteró su celular
telefónico de tal manera que los personajes, la luna y otros elementos de su cuento como
la noche, las estrellas y el bosque, fueron almacenados en él y enviados
al aire de su taller, cobrando como ya se ha dicho, multi-dimensionalidad.
 
Escondido en su taller, Peter hizo click en un botón del celular y oh! Milagro!
RESULTÓ! Peter se pudo pasear por entre los personajes, tocar y oler los árboles del
bosque, darle consejos a los inquietos animalitos y retar a la rata golosa quien le pidió
disculpas a Peter.
 
Eufórico corrió hasta La Calle Larga de Valby y al Café Ciré para contarle la nueva a sus
amigos. Estos, incrédulos, corrieron a la casa de Peter y vieron con sus propios ojos y
tocaron con sus propias manos y olieron con sus propias naríces el espectacular invento.
 
El Milagro de los milagros.
 
Para hacer su representación de la Rata Huevona aún más hermosa, Peter creó a una de las
sirenas de Ulises cantando Junto al Coro de Los Niñtos Lisiados de Constantinopla:
 
Para ser felíz y entender
Tienes que reir y encender
 
Una lucesita cálida
Una lucesita cálida
 
En tu corazón encontrarás
Toda la razón y la verdad
 
De una lucesita cálida
De una lucesita si.
 
Pero tanto fue el éxito del Cine Multidimensional, que en la casa de Peter
ya no había paz ni tranquilidad. Llegaron los paparazzis de todo el mundo a sacar
fotos y hacer entrevistas. La Reina de Dinamarca, Margerete II instaló su corte en el
lugar y millones de multidimensionalistas de otros países acosaban y empujaban y
peleaban por entrar al otrora plácido taller.
 
Peter, hastiado ya de tanta osadía y sinverguenzura, regaló todos los derechos de su
invento a La Asociación de Pobres del Mundo SA, consiguió que El Real Parlamento
Danés decretara una ley prohibiendo la entrada a personas ajenas a su propiedad y se encerró
en su nuevamente bucólica morada a ver tv a la antigua en su sofá.
 
La casa de Peter recobró su tranquildad y sus colores. Sus árboles crecieron aún mas hermosos y
el río cristalino pasaba murmurando cosas bellas, como suelen hacerlo los ríos.

Fin

La casa de Peter es uno de los cuentos urbanos de la colección cuentos cortos del escritor de cuentos infantiles Ian Welden.

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