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Funfinfá en problemas es uno de los cuentos de la colección cuentos de brujas de la escritora Sara Cartes Muñoz sugerido para niños a partir de siete años.

Sucedió una vez que Funfinfá, el hada bromista, amaneció muy cansada. No sentía ganas de levantarse, menos de tomar su varita y salir a observar a los niños para hacerles travesuras.

Todos los días del año los había pasado volando a uno y otro lado, siempre dispuesta, siempre riendo, siempre repartiendo sonrisas, pero ahora era incapaz de darse ánimo a sí misma.
Entonces, cuando sintió que el desgano la volvería a dormir, hizo un último y gran esfuerzo para solicitar ayuda.

Fijó la mirada sobre su varita mágica poniendo toda la fuerza de sus pensamientos en ello. Por mucho rato se concentró, hasta que pudo levantarla y desplazándose por el aire, la preciosa varita salió en busca de la gran amiga de Funfinfá, la bruja Maratuja.

Luego, exhausta, volvió a apoyar su cabeza en la blanda almohada y entrecerró los ojos.

Al cabo de un corto rato, montada en su escoba de ramas desordenadas, apareció la bruja Maratuja con la varita de Funfinfá en una mano.

– ¡Amiga! ¿Qué os sucede?_preguntó la brujita.

– ¡Ya lo ves! _dijo Funfinfá levantando su cabeza.

-Estoy agotada… no tengo ánimo para nada.

– ¡Mmm! Tendré que llevarte al bosque. Necesitas conectarte con la naturaleza. La energía del universo te reanimará sin demora. ¡Vamos, sube en mi fiel escoba!

Maratuja se elevó muy, muy alto, hasta posarse sobre una nube viajera. Al cabo de un rato, le pidió a Funfinfá que se cogiera fuerte de ella y bajaron velozmente junto a un gran río de espumosas aguas, que lucía en una de sus orillas una hilera de sauces llorones.

Maratuja, con ayuda de su escoba cavó briosamente la mojada tierra de la orilla, para enseguida cogerla y amasarla, como si estuviese preparando pan.

– Comenzaremos por masajear tu cansada espalda-le dijo.

La ayudó a tenderse bajo la sombra de los árboles e inmediatamente Funfinfá percibió las puntas de las ramas recorriendo su piel. Al momento, un profundo sueño se apoderó de ella.

Con la suave masa de tierra entre sus manos, Maratuja fue cubriendo los brazos, espalda, piernas, todo el cuerpo y la cara de Funfinfá, al tiempo que decía:

_ ¡Madre Tierra, haz que tu infinita energía penetre por cada poro de la piel y reavive el alma de esta bella hadita!

Funfinfá mantenía los ojos cerrados, mientras sentía que una fresca calma iba inundando todo su ser. Se mantuvo muy quieta.

Maratuja la dejó descansando y realizó un viaje relámpago en su escoba invitando a los animalillos del bosque para que fuesen a acompañarla.

A su regreso, la encontró rodeada de suaves conejillos, pudúes de tiernas miradas, unos curiosos cachorrillos de puma, un par de serias lechuzas, muchos inquietos chincoles, zorzales, tordos, queltehues y un grupo de diminutos picaflores aleteando sobre su rostro para refrescar el aire junto a su nariz.

Sin embargo, sucedió que, a un astuto zorro, que merodeaba por ahí en busca de nidos con huevecillos, le vino una tremenda curiosidad por saber qué miraba ese gran grupo de animalillos, al lado del río.

Sigilosa y rápidamente se acercó. Pero, ¡oh, como si le hubiese dado la electricidad: se elevó por el aire con todos los pelos erizados!

-¡Ayyyy! _¡Uyyyyy! _chillaba abriendo tamaño hocico.

– ¡¿Qué monstruo es este?! -gritaba, mientras desaparecía a toda velocidad en lo más espeso del bosque.

Los animalillos, después de la sorpresa, se miraron unos a otros, y no pudieron evitar reírse a carcajadas del tremendo susto que se había llevado el curioso zorro.

-¡Ja, ja, ja!

-¡Ji, ji, ji, ji, ji!

-¡Je, je, je!

– ¡Jo, jo, jo!

Con tanto alboroto, Funfinfá abrió los ojos y se contagió con esas carcajadas. Con sus manos despejó su cara, descubriendo que estaba cubierta de barro, y se sentó.

Al mirarla, toda cubierta de lodo, a los animalillos les sobrevino otro ataque de risas. Funfinfá se acercó a la orilla y miró su imagen reflejada en el agua. Entonces, tampoco pudo parar de reír. Al final, a todos les corrían lágrimas por reírse con tantas ganas…

Al fin, después de un largo momento, pudo decir:

_ ¡Vamos, acompáñenme! Y se lanzó al agua para despegar de su cuerpo esa gruesa capa de barro que cubría toda su piel.

Cuando ya nada café quedaba sobre ella, Maratuja, su buena amiga bruja, que observaba todo desde la rama de un gran árbol, bajó a cogerla de la mano para ayudarla a salir del agua. Los picaflores formaron un gran coro de alitas que aleteando ayudaban a secar las ropas de Funfinfá.

Luego, todos, formaron una ronda y cantaron girando alrededor de ella.

Funfinfá estaba feliz. Sentíase totalmente renovada y con gran energía para continuar repartiendo alegría.

Uno a uno fue abrazando y agradeciendo a cada uno de los animalillos y avecillas, diciéndoles que nunca los olvidaría.

Enseguida, montó nuevamente sobre la escoba de Maratuja y se elevaron buscando una gran y algodonada nube blanca, para viajar sobre ella y regresar pronto a casa.

Esa noche durmió mejor que nunca. La fuerza de la madre tierra, la energía de los árboles, plantas y flores, el frescor del agua, la pureza del aire y la paz de la naturaleza habían penetrado por cada uno de sus poros.

Al día siguiente, muy temprano, entonando una alegre canción comenzó su ronda de visitas por las casas de cada uno de sus pequeños amigos y amigas, que ya la estaban extrañando.

Fin

Funfinfá en problemas es uno de los cuentos de la colección cuentos de brujas de la escritora Sara Cartes Muñoz sugerido para niños a partir de siete años.

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